Sangre de tu Sangre

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Ginny caminaba junto a Theo y Luna, siguiendo a Snape que iba delante, guiándolos. En otro sector lo hacía Narcisa junto a Pansy y Ronald. Todos buscaban a Hermione que se había internado en el bosque producto de un mal entendido. Nadie había tenido oportunidad de avisar a Draco de lo ocurrido, pero más que eso, era porque ninguno creyó que fuese necesario. Era cosa de encontrar a Hermione y de decirle que ese hijo que Astoria esperaba, era de Ronald y que Draco estaba al tanto.

Pero los minutos transcurrían y no había rastros de ella. Lo peor era que si lograba traspasar la valla protectora, estaría a merced de los merodeadores mortífagos que hacía tiempo circulaban por esos sectores.

—¡Por aquí! —Snape se detuvo en seco al escuchar la voz lejana de Narcisa. Hizo un gesto a Pansy y Ronald y todos se dirigieron hacia el lugar en donde se había escuchado el grito de ella.

Corrieron unos cien metros y allí estaba Narcisa con su varita apuntando a diversos lados para ver si lograba atraer otra pista.

—¿Un envoltorio de chocolate? —preguntó Severus sin entender.

—Son de Draco —informó Narcisa—. Los conozco, porque sé que esa es la marca que le gusta. Le debió dar a Hermione algunos.

—¿Por qué siento que ya he estado en este lugar? —preguntó Pansy mirando a su alrededor, mientras una extraña angustia la comenzaba a invadir. Todos se quedaron callados. Tal vez había sido un error que ella los acompañara—. Es como si...

—A todos nos pasan cosas extrañas, señorita Parkinson. Este bosque está encantado —agregó Snape con el propósito de que la muchacha no siguiera indagando.

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La bruja pequeña y de mal gesto, Clarke, apuntó a Hermione con su varita, quien no tenía ni siquiera poder para desaparecer pues el hombre había hecho un hechizo, apenas la vio. Así sin lograr defenderse y desarmada, solo alzó sus manos para que vieran que se hallaba indefensa.

—Llegué a creer que tus cenizas estaban en el vertedero, pero ya veo que estás vivita y coleando... Buen engaño para el amo Malfoy, ¿no? —Hermione no dijo nada, no hablaría para no delatarse aunque al parecer la mujer ya la había reconocido—. Yo te vi muerta. El joven Malfoy ha sido muy buen actor durante todo este tiempo —continuó hablando la mujer.

—No... no sé de qué hablas.

—¡Mientes, inmunda sangre sucia! ¡Crucio! —Clarke, sin pensarlo mayormente descargó su ira y odio sobre el cuerpo de Hermione, que sintió como si un rayo la atravesara desde la cabeza a la punta de los pies. Cayó de rodillas retorciéndose de dolor y gritando desesperada.

—¿Qué quieres? ¡Por favor no sigas!

—Crucio —otro maleficio más. Hermione pensaba que iba a morir de dolor, esta vez vio sus manos quemadas con fuego. El dolor era insoportable. Deseaba perder el conocimiento y tal vez morir en el momento.

—Tú eres Hermione Granger, la mujer con que el amo Malfoy pensaba casarse... ¡Ja! El muy descarado de su hijo de seguro te mantuvo escondida en este sitio solo para él... —aseguró la mujer con odio, salpicando saliva mientras gritaba exacerbada.

—No es así. No... por favor...

—¡Silencio! —ordenó y una hoja de un árbol cercano se adhirió como con pegamento a la boca de Hermione, esta, con sus manos heridas y ensangrentadas intentó quitársela, pero el hombre movió su varita, logrando que ambas manos de Hermione quedasen pegadas al gélido suelo.

El hombre miró a la muchacha sediento de placer, acuclillándose a un lado mientras que con su varita abrió el abrigo y luego rasgó la blusa que la muchacha traía, dejando al descubierto un sostén blanco con un pequeño encaje en las orillas.

Los Cristales del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora