Amor... Amar...

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Yo no tengo alas para decirte mis heridas
y en el cielo pasan nubes el pájaro de nieve.
Amor, si tu dolor fuera mío y el mío tuyo,
qué bonito sería... amor... amar
No tengo ventana para asomar mi soledad
y hasta Los Cristales del Silencio lloran silencio.


Draco y Hermione, luego de haber encontrado a Pansy, se fueron a la habitación que compartían en el Castillo de Los Cristales, sin esperar a que los otros llegaran. Él estaba evidentemente sulfurado. Jamás Hermione lo había visto así, ¿lo conocía realmente? ¿Ese era el Draco del que ella se había enamorado? Sí, así era: territorial y posesivo; celoso con lo que creía le pertenecía, pero ella no era posesión de nadie y no pensaba dejarse tratar de esa manera. Draco no tenía fundamentos para hacerlo. ¡Y celos nada menos que del profesor Snape! Eso sí, era irrisorio, estúpido... ¡irracional!

Al salir del baño, luego de darse una ducha caliente, lo vio donde mismo lo había dejado: sentado en la cama y con rostro de desagrado.

—No entiendo cómo diste con mi padrino, supongo que él te buscó, ¿no? —Draco realmente sentía que era preciso retomar el temita que le daba vueltas en la cabeza. Nadie, ni su madre habían logrado sacar a Snape del claustro que voluntariamente se había impuesto, pero inexplicablemente, Hermione en un santiamén lo había logrado. Demasiado sospechoso según su punto de vista.

—No, él no me buscó —respondió dejando sobre una silla la toalla de mano con la que secaba su cabello. Luego se acercó a él—. Como ya te lo dije, vi movimiento en aquella ventana de la torre y subí, es todo. Sabes cómo soy de curiosa —agregó con sinceridad.

—Y te dio su varita —agregó él arqueando una ceja y cruzándose de brazos.

—No era «su varita», era solo una varita... Draco, ya basta. ¡Estás celoso!

—Fíjate que sí —reconoció poniéndose de pie, acercándose a ella.

—La celosa debería ser yo. Mañana te vas a casar, ¿no?

—No me caso de verdad, sabes que todo será un montaje. No me voy a arriesgar a contraer matrimonio verdadero con Astoria. Tanto ella como yo tenemos nuestras parejas... porque imagino que tú eres mi pareja, ¿no?

—¡Vamos Draco! Hasta ahora estoy contigo y es porque... —guardó silencio. No se atrevía a decirle si lo amaba o no—... porque...

—Yo sé por qué estoy contigo y qué quiero a tu lado, pero ya veo que tú no. Nos vemos luego, Granger. Trata de descansar.

—Draco, no te...

Pero él ya se había ido, desapareció delante de ella.

Lloró hasta que se cansó, pero no pudo conciliar el sueño... no sabía por qué no era capaz de expresar todo lo que sentía por Draco, ¿cómo era posible que la guerra y la muerte de sus padres la hubiesen marcado tanto a tal punto de hacerla incapaz de reconocer sus verdaderos sentimientos? Realmente estaba confundida. ¿Qué pasaría si lo de ellos nunca pudiese ser real o nunca pudieran estar juntos como una pareja normal?

Dio un fuerte suspiro mientras unía los lazos de la bata, pues una suave y gélida brisa, que sagazmente se filtró por la ventana, provocó que su piel se erizara. Eran cerca de las seis de la mañana y afuera nevaba copiosamente. De los caudales de agua que caían en la noche, la temperatura había descendido tanto que el líquido se transformó en copos de nieve tiñendo de blanco la verde floresta que circundaba el castillo. Todo era quietud, cual postal navideña, mas en su corazón palpitaba la tristeza y la amargura, cada latido era un golpe de dolor al sentirse viva y no poder ser feliz. Algo, no sabía qué, le impedía expresar todo lo que sentía. ¿Amaba a Draco? ¿Qué sentía verdaderamente por él? ¿Temía equivocarse? Si tan solo con sus sentimientos fuese tan clara como lo era con temas tangibles como los conocimientos que manejaba. Tal vez él se cansara, tal vez él terminara enamorado de Astoria... una mujer bella y agradable... en cambio ella, llena de conflictos, dudas y temores. ¡Y esos malditos celos que ni siquiera podía darse el lujo de expresar a viva voz, porque nadie la apoyaría!

Los Cristales del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora