Se encontraba sentado, alejado del bullicioso festejo, viendo cómo sus amigos reían, brindaban y celebraban porque al fin terminaban el año escolar y se alejaban de Hogwarts para siempre.
Ese año para Draco Malfoy, el muchacho que había sido estigmatizado por todos, olvidado por profesores e ignorado por quienes decían seguir sus preceptos, hoy también terminaba su educación formal en magia y hechicería para comenzar una nueva realidad, diferente a lo que había vivido hasta entonces.
Ese año —el séptimo curso— había resultado ser especialmente arduo, ya que luego de finalizada la guerra, tanto él como su madre, fueron enjuiciados por los delitos de conspiración, tortura y homicidio, pero ambos resultaron absueltos, puesto que el mismo Harry Potter, junto a sus dos inseparables amigos (Granger y Weasley) testificaron a su favor, lo que significó la libertad de ambos.
Draco no tenía en sus planes regresar al colegio y enfrentar a los compañeros de Slytherin quienes lo habían catalogado de cobarde por haberse negado matar a Dumbledore, otros porque se enteraron de que no quiso entregar a Potter a Voldemort y otros tantos, creyeron los rumores de que durante el cautiverio de magos y brujas en la mansión Malfoy, él no había querido participar en sesiones de escarmiento contra gente no mágica. Pero nadie supo el precio que debió pagar tanto en manos de su padre así como en las de Bellatrix Lestrange... Nadie sabía que en más de una oportunidad efectivamente tuvo que utilizar la maldición cruciatus en inocentes para salvar la vida de su madre quien vivía en constante amenaza de muerte por parte de su propia hermana, la que se regocijaba en el sufrimiento de ellos. Pero, para su mal, una de las condiciones impuestas para obtener la libertad, fue que debía finalizar el último año en Hogwarts si no, tendría que estar con arresto domiciliario por dos años. Así que sopesando todo, no le quedó otra alternativa que regresar al colegio y aguantarse más de alguna indirecta, burlas y hasta castigos, a veces injustificados.
Por otra parte, su padre no pudo ser juzgado porque había logrado escapar, apoyado por algunos funcionarios del Ministerio quienes todavía se mantenían fieles a las creencias de Voldemort.
De eso, ya había pasado un año. No sabía nada de Lucius, aunque realmente no tenía intenciones de buscarlo y esperaba que él se hubiese olvidado de que tenía un hijo. Sabía que su padre arraigaba férreamente la idea de Voldemort de limpiar a la Comunidad Mágica de gente que no tuviera un origen propiamente mágico. Debía entonces tener mucho cuidado pues sabía que tarde o temprano daría con él y con Narcisa. Por eso, todos los que estuvieran a su lado corrían riesgo y por eso debía ser en extremo cauteloso.
Sus amigos... ¡¿Qué amigos?! Al final se daba cuenta de que solo dos, de todos los que decían apoyarlo, se quedaron junto a él: Blaise y Theodore. De las chicas, solo Parkinson se mantenía ligada a ellos. ¿Por qué nunca pudo enamorarse de ella, si había sido tan buena amiga, exponiéndose incluso a ser llevada a las mazmorras del colegio, cuando gritó delante de todos, que entregaran a Potter? Es que Pansy era eso, solo su amiga, nada más. Una excelente persona que ahora bailaba con Theo en la pista y se veía feliz.
Dio un sorbo más a su trago y decidió salir a recorrer el colegio por última vez. En tan solo unas pocas horas llegaría el tren que los llevaría de regreso a sus hogares. Y, lo mejor de todo, era que no regresaría a esa mansión que tan malos recuerdos le traía. Su madre había comprado una casa en los suburbios del Londres muggle, lejos de la Comunidad Mágica para que juntos pudieran iniciar una vida nueva, acomodándose a su actual realidad económica, ya que la fortuna Malfoy se había visto reducida debido a que el Ministerio de Magia confiscó muchos de los bienes adquiridos por su padre producto de inversiones poco claras, negocios fraudu-lentos y en mucho de lo casos, por lavado de dinero, orientado a compras fantasmas que solo hacían solventar las arcas de algunos magos para llevar adelante la causa mortífaga.
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Los Cristales del Silencio
De TodoSiete son los cristales que guardan el secreto de la libertad y una nueva profecía ha sido descubierta que vendrá a poner en jaque la seguridad del mundo mágico y muggle. Solo una persona es la clave para mantener el equilibrio. Un Dram...