Al Estilo Muggle

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—¿Dices que te perdiste porque le diste un cristal a la señorita Granger? —preguntó Severus que esperaba a Narcisa acostado en su lado de la cama. Ella giró y lo miró tranquila, sonrió levemente mientras dejaba el cepillo de cabello sobre el bureau.

—Así es y por eso dentro de unas horas debo regresar a la mansión —confesó triste pero también preocupada y él entendió que así debía ser, de todas formas tenía que preguntar.

—¿El señuelo no seguirá actuando?

—No creo que por mucho. Pueden notar que la chica no está bajo un imperius, que solo actúa.

—¿Segura que esa especie de «repelente» que le pusiste funcionará bien, es decir, que pudo resistir el imperius de Malfoy?

—Sí, es potente. Se trata de una antigua técnica que me enseñó mi abuela, la utilicé mucho durante la guerra en mí misma para evitar que Voldemort me manipulara.

—Esa chica que dejaste en la mansión, ¿por qué lo hace? No entiendo muy bien la lógica de querer ocupar el lugar de la señorita Granger.

—Es ninfómana —Severus abrió los ojos como si esa palabra estuviera fuera de su vocabulario—. Adicta al sexo.

—Lo sé, Cissy. Solo que me sorprende los motivos que tuvo para ofrecer su ayuda.

Narcisa se acercó a la cama y se sentó en la orilla. Le tomó la mano a Severus y él respondió con una mueca, parecida a una sonrisa, muy en su estilo...

—La chica solo quiere libertad y sabe que si nos ayuda y ganamos, podrá tenerla nuevamente y recuperar su magia. Por eso dormiré solo un par de horas y me iré temprano... debo ocupar su lugar para no —Narcisa lo miró intrigada, advirtiendo que los pensamientos de él volaban hacia otro sitio mientras ella hablaba—. ¿Te ocurre algo, Severus?

—Pensaba en la hipótesis de la señorita Granger —Narcisa asintió—. Ya sabes, en relación a Melina... ¿la viste? —preguntó con algo de inquietud. Desde que había sostenido aquella conversación con Hermione, luego que fuese atacada por mortífagos en el Bosque de María, la hipótesis de que la muchacha que estaba aliada con Malfoy fuera su hija, le daba vueltas en la cabeza, porque desde que supo que Bellatrix esperaba un hijo y que todo se manejó en secreto, sintió que cabía la posibilidad de que ese niño que venía al mundo pudiera ser de él. Pero como ella nunca se manifestó y lo que era peor, en aquellos años se enteró de que el bebé nació sin vida, creyó que ese sentimiento furtivo también había fenecido. Pero con los sucesos de los últimos días, la profecía y lo que el fantasma de María les había dicho, todo cobraba vida nuevamente y la duda lo volvía a embargar.

—No, no la vi. Supongo que estaba ocupada en otras cosas. Yo solo me limité a buscar a Hermione. Dime qué ocurre, ¿crees que esa chica es tu hija?

—Lo he pensado desde hace mucho.

—¿Tuviste algo que ver con mi hermana, entonces? Yo nunca me di cuenta —Severus meneó la cabeza como dando entender algo ambiguo.

—Sí y no.

—Si hay un sí primero, es por sí tuvieron algo.

—No fue algo planificado... simplemente se dio.

—¿Te enamoraste de Bellatrix?

—¡No! Sabes que antes de ti, solo hubo una mujer de quien me enamoré...

—Lily.

—Así es. Con Bella fue otra cosa... en julio de 1978 Voldemort me envió junto a tu hermana a una misión en Grecia para contactar a algunos mortífagos que, a su vez tenían nexos con cierta logia vampírica. Tras varios intentos fallidos, optamos por regresar, pero el tiempo nos jugó en contra. Nos encontrábamos en un sitio que limitaba nuestra magia por haber muchos seres oscuros merodeando, hombres lobos y vampiros, así que en medio de la tormenta de nieve, nos quedamos una casona vieja y abandonada...

Los Cristales del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora