Oscura Obsesión

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Capítulo 3.

Canción sugerida: like you do - joji.

«Si tú te vas,  todas las canciones que nos gustan sonarán como canciones de cuna agridulces.

Perdido en la tristeza, ellos no me aman como tú. Esos escalofríos que conocía, no son nada sin ti, y todos los demás ya no importan...

Eres la única que no puedo perder, nadie me ama como tú

desde que te conocí todos los días sombríos, parecen brillar un poco más»



No dije ni una sola palabra, mi cuerpo lo dijo todo.

Corrí a todo lo que mis piernas permitieron detrás de la rubia para alcanzarla, entre las personas.

Extrañamente ese día habían más pueblerinos de lo normal, por lo que me tropecé con varios de ellos que se interponían en mi camino. Quizás por ser viernes, realmente no lo sé, no me importaba, sólo quería atrapar a Enid y decirle que tomara sus malditas cosas y las llevará a la habitación, que pintase de nuevo el ventanal con colores y que pusiese fea música pop e hiciera de mi vida, una lenta tortura.

La rubia caminaba demasiado rápido, casi la perdía de vista. Sólo la miraba a ella y corría, sin mirar el camino, por lo que terminé tropezándome con un par de bolsas en la calle y sentí como perdía el equilibrio y me dirigía al suelo.

Antes de caer, cerré mis ojos con fuerza, pero sentí la mano de alguien sosteniéndome y halándome para evitar mi caída.

Sentí como mi corazón estaba acelerado por haber corrido tan fuerte. Mis pulmones inhalaban aire desesperadamente, por el ajetreo.

Xavier me había sostenido.

—¿Estás bien? —preguntó preocupado. Yo negué y me quise desprender de su agarre, mirando hacia la dirección en donde se había ido la rubia, aún con la boina entre mis manos, pero él apretó su mano sobre mi brazo sin dejarme escapar.

—¡Suéltame! —ordené, mirando desesperadamente entre la multitud, buscando la cabellera rubia y suéter morado que había visto instantes antes, pero mi estatura no me permitía divisar demasiado con mi vista.

—¡Oye, tranquila, Merlina! —llamó el joven haciéndome voltear el rostro, aún con la respiración agitada y encararle.

—¡Que me sueltes, imbécil! —grité, aumentando la fuerza en mis movimientos y soltándome de su fuerte agarre.

Miré a mi alrededor, pero ella ya se había marchado.


†• † • †• † • †• † • †• † • †• † • †• † • †• † •



Estaba en mi habitación, echada en mi cama, mirando el techo fijamente, sin pestañear.

Quizás solo disociaba perdida entre los tonos marrones grisáceos arriba de mí.

En mi escritorio, justo al lado de mi máquina de escribir, estaba aquella boina. Resaltando notoriamente entre todas las cosas del lugar.

Sentí como algo pequeño caminaba sobre mí, si fuese otra persona, quizás alguien normal, aquello me daría cosquillas, pero realmente no sentía nada.

Dedos se sentó a la altura de mi estómago y me mostró entre gestos que estaba preocupado por mí.

—Sé que mamá y papá te dijeron que te quedases en casa éste semestre, tú también deberías descansar. Estar entre planes y proyectos de una psicótica loca, debe ser agotador. —susurré mirándolo, él se encogió y luego me expresó alguna cosas—No, no te estoy diciendo que no puedes o que estás siendo subestimado por mí. Pero creo que es agotador ésto que hacemos...—Él respondió haciendo unos ademanes más—No, no creo que yo deba de tomarme un descanso. —Dedos volvió a expresarse saltando y moviendo sus dedos—Sé que por voluntad propia viniste a hacerme compañía, Ophelia Hall conserva ahora el mismo silencio que el que posee un funeral. Pero aún así no pienso quedarme echada y descansar, quizás estoy cerca de ella ¿Viste la boina? —pregunté, el asintió y corrió hacia el escritorio y la trajo hacia mí, yo la tomé e inconscientemente la puse contra mi pecho—¿Crees que sea suya? —Dedos dudó. Habían muchas chicas, para no decir, la mayoría, que eran amantes al rosa, ésto podría ser de cualquiera de ellas.

𝗢𝘀𝗰𝘂𝗿𝗮 𝗟𝘂𝗻𝗮 𝗟𝗹𝗲𝗻𝗮: 𝖬𝖾𝗋𝗅𝗂𝗇𝖺 𝖠𝖽𝖽𝖺𝗆𝗌🌕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora