𝗢𝘀𝗰𝘂𝗿𝗮 𝗟𝘂𝗻𝗮 𝗟𝗹𝗲𝗻𝗮: 𝖬𝖾𝗋𝗅𝗂𝗇𝖺 𝖠𝖽𝖽𝖺𝗆𝗌🌕

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Capítulo 10.

Canción sugerida: Another Love - Tom Odell

«Y si alguien te hace daño, quiero pelear
Pero mis manos se han roto demasiadas veces...
Así que usaré mi voz, seré un puto grosero.
Las palabras siempre ganan, pero sé que perderé»

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De esa manera pasaron dos días.

Ya pasado mañana debía volver a la tediosa rutina estudiantil de éste mugroso sitio.

Ayer había vuelto a mí habitación, estaba bastante recuperada.

Recibí una llama de mis padres, ellos estaban bastante preocupados por mi, la escuela se había encargado de poner al tanto a éstos, de mi "accidente"

—«Mi pequeña tormenta... ¿Estás bien?» —preguntó Homero Addams, en la línea telefónica de la videollamada. Su semblante era preocupado.

—«Lo suficiente como para no estar bajo tierra, padre.» —rodé los ojos, él me miró con miedo.

—«¡Amor, empaca tus cosas! Iremos a Nunca Más a ver a Merlina...»—le avisó a mi madre, está se acercó y me observó por la pantalla.

—«¡Mi diabólica princesa! ¿Cómo estás?» —Morticia le quitó el teléfono a mi padre y lo tomó ella acercándose.

—«Excelente. No vengan hasta acá. Estoy bien»

—«Hija... Los doctores me han dicho que te desangraste de una manera inexplicable, sin lesión aparente por la nariz... Y en ningún otro lado.» —susurró con suavidad mi madre— «Sé perfectamente porqué ocurre... Tuviste una visión»

—«Felicidades. Has descubierto América en un vaso de agua.»

—«Puedo saber, mi pequeña oscura... ¿De qué fue la visión?» —me miró fijamente desde el cristal del teléfono.

—«¿Recuerdas a Enid?» —pregunté y ella asintió con tristeza— «Fue sobre ella. Ví muchas cosas que me acercarán hacia el fin de éste misterio, y si no es a ella directamente, pues creo que la asesinaron, por lo menos a su agresor, el que mataré con mis manos a sangre fría» —dije con rabia y madre asintió con una pequeña sonrisa de orgullo.

—«Te ayudaré en lo que pueda, tarantulita... No quiero que vuelvas a forzar una visión y que esta vez quedes peor. Tengo mis habilidades mejores desarrolladas, te echaré una mano.»

—«No es necesario. Yo puedo sola»

—«No te ofendas, amor... Pero sabes que eso no es cierto, si no es por tus amigos, ayer hubieses muerto.» —dijo con dulzura y voz profunda, yo miré hacia otro lado. Ella tenía la maldita razón— «Déjame ver qué puedo hacer por tí. Podemos encontrar a tu amiga y posiblemente...»—sonrió cual psicótica—«Hacer un homicidio en venganza...» —rió. Mi papá gritó de emoción y se acercó rápidamente a la pantalla.

—«¿Alguien dijo venganza y homicidio?» —sonrió y sacó un arma blanca de su pantalón.

Ellos se emocionaron como dos niños cuando los invitan al parque y les compran helado.
Comenzaron a conversar entre ellos y a sonreír mutuamente de manera maquiavélica.

—«¡Escuchenme!» —grité, llamando la atención de ambos, que hicieron silencio y me miraron atónitos— «¡No quiero que metan sus narices en mis asuntos! Si tienen intenciones de entrometerse, les pido que sean cuidadosos y no se excedan de locos.» —regañé como si yo fuese la madre de ambos.