IV

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La primera semana fue mi confusa y difícil para Luz. Su vida dió un giro de 180° desde que se escapó del supermercado. Ahora, Eda y Raine eran sus mamás, y no es que lo le gustara; más bien, le encantaba. Solo que un cambio tan grande era difícil de procesar, a un mas después de que fue todo en un día.

Sinceramente fue lo mejor que le pasó en su vida. Ya no le dolían casi nunca los moretones, y el brazo enyesado solo le molestaba cuando despertaba después de dormir en una mala postura. Cosas que, compradas a su pasado, eran mucho mejor.

Le habian comprado ropa el día que se volvió parte de la familia de manera oficial, así que rápidamente Raine se deshizo de la ropa antigua que llevaba, no solo porque estaba vieja, porque simplemente verla le podía traer recuerdos doloroso a Luz.

Estaba feliz, es verdad. Eda y Raine le dieron lo que siempre quiso: un hogar, una familia, cariño. De noche se preguntaba por qué ue se merecía todo eso, porque a una niña como a ella, que en una pequeña parte de su cerebro seguía pensando que era mala, pero intentaba distraerse con otra cosa para no pensar en eso.

La ayuda en la primera semana fue muy importante. Todas las noches sufría pesadillas, pero Eda entraba en la habitación siempre y la ayudaba a continuar durmiendo y olvidarse de lo que soño. Era como si fuera un radar para saber cuándo se sentía mal. También la ayudaba en el tema de bañarse, porque no sabía cómo hacerlo sola. Le prometió que un día le iba enseñar mejor como se hacía.

Raine contestaba las preguntas que Luz siempre hacía con timidez, aunque a veces le repetía la pregunta o no la entendía. Le hacía preguntas de todo, entrando cada vez más en confianza, con preguntas tipo: ¿Que comen los caballos? O ¿Cuánto puede vivir un pez? Si, Luz era bastante curiosa con el tema de los animales y el planeta, y aunque aveces dudaba en preguntar por miedo de estar molestando bastante, Raine siempre la animaba y le contestaba todo lo que sabía.

Hunter le mostró como usar el control remoto y la dejaba jugar con sus juguetes cuando el estaba en sus clases. Luz tenía mucha curiosidad sobre ese tema, así que aveces miraba desde afuera de la habitación como Hunter estudiaba, frente a una computadora mientras escribía en su cuaderno un par de cosas.

La cosa más importante que sucedió, fue que Raine propuso que Luz vaya a terapia. Edalyn le había contado lo que sucedía en las noches, y viendo cómo se comportaba en otros aspectos, habían tomado la decisión de que sería lo mejor llevarla, para que se sintiera un poco mejor después de todos los cambios, poder alivianar el tema del antiguo abuso.

—¿Qué es eso?—pregunto Luz, con curiosidad.

—Es cómo un psicólogo infantil. Él...—dijo Raine

—Oh, en mi escuela había uno— interrumpió Luz.

Sin darse cuenta, su mente viajo al pasado, viajo a su antigua escuela. Viajo al segundo lugar que más odiaba después de su casa. Con uno de los días más horribles que tuvo, en el que justo había hablado con la psicóloga.

—Deja de mentir, Noceda. Esas son cosas serias, no son juegos—la voz aguda y tranquila de la mujer frente a ella se había ido después de escuchar lo dicho por la niña de seis años, que intentaba contener sus lágrimas.

—P-pero es ve-verdad—dijo en un tartamudeo.

—Deja de llorar como una bebé y anda a clase. Hay niños que si necesitan ayuda—se podria decir que casi estaba gritando. Obligó a Luz a salir de la habitación, mientras dos niños la miraban con una expresión que ella no podía percibir a plena vista.

Camino renegada por los pasillos y agarró su mochila que había dejado el una esquina, sin embargó, al agárrala se dió cuenta de que estaba complemente vacía. Miro a sus costados, buscando al responsable de tal acto, mientras en su cabeza solo pensaba en las ganas que tenía de irse. No irse a su casa, solo irse de todos lados, lejos de esos niños o de madre.

Nuevas mamás Donde viven las historias. Descúbrelo ahora