Luz entro en Hexside al lado de su hermano. Se despidieron brevemente y cada uno se dirigió a su salón.
En la puerta de la clase de idioma español estaba Willow esperándola.
—¿Que tal todo?—dijo la pelinegra y entraron en el salón.
—Bien, King se comió un pedazo de mi media, pero después de eso, todo bien—sonrió y se sentó en su asiento.
Después de un rato, la profesora llegó. Luz noto algo peculiar, algo que aunque no era raro, ya que era nueva en ese lugar, le llamo la atención debido a los eventos del viernes; Amity Bligh no estaba en su lugar ni en ningún lado.
—Luz—susurró Willow—. ¿Sacaste apuntes de la clase pasada?
A Luz se le daba mejor la clase de español, a Willow se le daba más complicado. Aunque estudiaba, casi se fue a examen el año pasado. Lo mismo pasaba con Matemáticas, pero al revés.
—Copia—la morena abrió su cuaderno y se lo paso.
Ella le agradeció con una sonrisa y Luz pudo pensar de nuevo en ese peculiar chica con la que siempre se chocaba.
Al día siguiente, Amity volvió a la escuela con una camiseta de manga larga. Le quedaba muy bien, pero con eso perfectamente te pondrías prender fuego. Además, estaba muy ausente, como si no quisiera hablar con alguien.
—Hoy haremos las pruebas diagnósticas—la profesora de Geografía empezó a repartir las hojas a cada estudiante—. Es para saber en qué punto están ubicados, así que no podéis preguntar nada.
La peliverde recibió su hoja y comenzó a escribir ni bien se lo permitieron. Diez minutos después, ya lo había completado todo y se lo entrego a la profesora. Era la primera.
La profesora Lidia tomo su prueba y recibió superficialmente. Amity volvió a su asiento al lado de Boscha y espero a que los demás terminarán.
—Estuvo fácil—dijo la peliverde fuera del salón a su amiga.
—Ponele que si—dijo Boscha. Se encogió de hombros—. ¿Vienes a gimnasia después?
—No—contestó—. No tengo ganas.
—¿Entonces para que te anotaste la semana pasada?—dijo. Ella misma la acompaño a anotarse junto a Amelia.
—Ya dije, no tengo ganas—rodó los ojos y se fue. Queria comprar algo en la cantina antes de que su estómago su muriera de hambre.
No quería pensar en la razón de porque tenía hambre ni la razón de porque no quería ir a gimnasia, además de no tener ganas.
Para su desgracia, cierta conocida se choco con ella. En serio, esa chica era una bestia andante. Pero ya no podía enojarse, no con todas las veces que le había pasado.
—Lo siento, de nuevo—dijo la morena apenada. Se levantó y le ofreció una mano para ayudarla.
—Ya da igual—ella aceptó y se levantó. Agarró su brazo, dónde escondía la marca del corte y otros moretones del mismo día.
—¿Te sientes bien?—preguntó Luz.
—Estoy bien, gracias—dijo y continuo su camino a la cantina.
Pero Luz tenía ganas de hablar.
—¿Vas para la cantina?—la Blight asintió, pero se arrepintió al instante—. Yo también, ¿Te puedo acompañar?
—No.
Más allá de que se nego y le dió una mirada de muerte, Luz la siguió, sin dejarla ir.
—¿Alguna vez te dijieron que eres muy amargada?—mencionó la Clawthorne.
ESTÁS LEYENDO
Nuevas mamás
Novela JuvenilLuz tenía siete años cuando llegó a la puerta de los Clawthorne. Tenía un brazo roto, el cuerpo lleno de moretones, y espinas en sus brazos. Aunque podría ser una niña que se lastimó imprudentemente jugando, Raine y Eda sabían que no era así, y con...