XLIV

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Faltaba menos de una hora para que el sol saliera. Todos permanecían dormidos, excepto Raine, Eda y Lilith. Está última había llegado unas horas antes cuando le comunicaron que estaba pasando.

—¿Mamá y papá harán algo?—dijo dubitativa la peli azul.

—Dudo que sigan entrometidos en eso y creo que nos les importa si nos matan o no—opinó Eda—. Solo nos permiten estar aquí por el trato que hicimos.

—Esto me tiene los pelos de punta—dijo Lilith.

—No podemos quedarnos aquí—comentó Raine, quien a pesar de tener pánico al momento de hablar para otras personas (algo que había logrado superar un poco con los grupos a los que daba clase), siempre fue bueno haciendo planes y era completamente realista—. La verdad, no hay muchas cosas que podamos hacer. Volver cada uno a nuestra casa como si nada hubiera pasado no es una opción, mucho menos para las chicas Blight.

—¿Entonces que podemos hacer?

—Enfrentarlos y tener buenos resultados me parece demasiado complicado y no merece la pena poner en peligro a niños de esa forma—explicó Raine, pensando otra alternativa—. Escondernos; no durará mucho.

—¿En conclusión?—dijo Eda, esperando que su espose tuviera una idea de que hacer.

Elle negó con la cabeza varías veces. No veía una salida en la que saliera todo bien y si había no la encontraba.

King y los perros de los dueños de la casa, Manty y Santy, se despertaron por un ruido que solo ellos pudieron escuchar y se levantaron alborotados de sus chuchas.

Los perros se acercaron a la puerta trasera y empezaron a ladrar sin parar.

Solo significa una cosa: intrusos.

Los habían encontrado ¿Cómo? ¿Los habían seguido cuando estaban en el coche? Si fuera así, se hubieran dado cuenta. Talvez sabían que estarían ahí. O talvez alguien les dió la ubicación.

Eda pensó en los Blights y la fuerte conección que tenían con El Aquelarre, pensando específicamente en las dos chicas de cabello verde que estaban dentro de la casa. Amelia le había caído bastante bien considerando de quién era hija, y Amity, Amity le había hecho algo a Luz y lo notaba, aunque la morena se negó a contárselo, pero en ese momento, no había tratado mal a su hija. Incluso estaban abrazadas cuando llegó.

Es verdad, no debía pensar eso en ese momento.

—¡Plan B!—gritó Eda y los tres adultos se pusieron en movimiento.

Raine subió corriendo las escaleras para avisar a sus suegros y a las dos chicas que dormían arriba. Eda fue a la sala principal y despertó a los cuatro chicos, aunque todos ya estaban despiertos, excepto Willow, la chica que tenía tres gatos pero ningún perro en su casa y que tenía sueño profundo.

—Al sótano, ahora—ordenó Eda, abriendo la puerta que daba a la escalera por la que debían bajar.

—Mamá—dijo Hunter asustado—. ¿Al sótano? ¿Qué haremos ahí? Creo que quedarnos escondidos no es una opción.

—¡King! ¡Ven aquí!—gritó la pelinegra, quien seguía algo dormida, y King corrió a sus brazos para después bajar las escaleras

—Raine les dirá que hacer. Ustedes hagan todo lo que les pida ¿Está claro?—dijo Eda, esperando que entraran al sótano.

—¿Y usted?—preguntó Amity.

—¿Mamá? ¿Que harás?—dijo Luz, tan asustada como los demás.

—Hemos planeado este por si acaso, y es momento.

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