XIII

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La tienda empezaba a tomar forma. Con el dinero que les quedaba después de la básica limpieza, compraron la mercancía que iban a vender. Al principio hubo una discusión sobre que debían de vender y de dónde sacar los artículos, hasta que se dieron cuenta de algo que podría cambiarlo todo.

Primero que nada, fueron a la casa de la abuela Gwendolyn y su marido, Dell, que Luz nunca había visto en su vida, ni sabía de su existencia. Hunter los había visto un par de veces, si, pero fueron muy pocas. Al vivir en un pueblo alejado de su ciudad, no era común ir a visitarlos. Y a Eda no le gustaba ir a verlos.

—¿Por qué no sabía sobre ellos?—pregunto Luz, desde el asientos trasero del coche. Estaban todos apretados atrás, con Lilith en un costado, Hunter en otro y Luz, al ser la más pequeña, en el medio.

—Porque...—Eda se quedó callada, sin saber que continuar para no indagar más sobre el tema que ellos no entenderían y continuarían preguntando.

—No les gusta mucho las visitas—improviso Lilith—. Son algo amargados en algunas cosas ¡Pero tranquilos! Pasaremos un gran fin de semana juntos.

Hoy solo iban a buscar esas cosas que pensaban vender en la tienda. Eda sonrió.

(Cabe aclarar que los padres, aunque tengan los mismo nombre que la serie original, se comportan de manera distinta y son muy diferentes a la serie, por eso le hicieron pasar mal a Eda y Liltih en el pasando)

En si, el plan de Lilith y Eda es: juntar juguetes raros y antiguos de su infancia o simples juguetes mierda, y algunas cosas raras que llamen la atención de los demás al ver la tienda. Claro, si eso no funcionaba, todavía tenían la oportunidad de gastar el dinero que les quedaba en comida. Este plan era económico, pero no sabían cómo resultaría.

En la casa donde las hermanas vivieron la mayor parte de su vida, había una cantidad de cosas viejas, y el padre trabajaba como tallador de madera y tenía la mayor parte de su creaciones en su casa, lo que podría darles una buena suma.

Solo iban por eso, no para compartir un tiempo en familia. Eso se había arruinado hace varios años, y no querían exponer a sus hijos en ese ambiente. El viaje estaba a varias horas, y Raine no quería dejar a Eda ir sola, así que llevaron toda la familia.

Raine doblo en una curva, y luego estacionó frente a una cabaña de madera, de tamaño normal, con varias plantas a su alrededor.

Bajaron rápido del coche, sin poder soportar más el calor que hacía adentro. Este verano era el más caluroso de todos. Luz fue corriendo para la puerta, pero el el camino se resbaló con un charco de lodo provocado por una lluvia la noche anterior, cayó de cara al lado y se ensucio completamente de lodo.

—¡Luz! ¿Que haces?—Eda la agarro por el brazo, esperando que no se llene todavía más de lodo.

—M-me caí—se excuso la pequeña, queriendo volver a el.

Ya se había llenado completamente de lodo, la ropa, la cara, el pelo; todo.

—¡Pero Luz! ¿Que va a pensar mis padres ahora?—exclamo Eda, en una combinación de enojo y nervios.

Luz alejo nerviosa a los brazos de Raine.

—¿Porque mejor no nos calmamos un poco y simplemente entramos a la casa?—dijo Raine, apoyando su mano en el hombro de su esposa. Luego miro a Luz—. Y tú te bañaras.

—L-lo siento—volvio a decir.

—Esta bien, ¿te lastimaste?—se llevo a Luz un poco alejado de la casa y se sentaron al lado de un árbol.

—Me duele un poco—Luz se tocó las rodillas para sacar el barro que las cubrían, y se dió cuenta de que tenían un par de raspones.

—Dejame ver...

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