XLVIII

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Amelia pasó entre un grupo de hombres y mujeres, los cuales usaban, como todos, el símbolo del Aquelarre, pero sus cachetas eran diferentes al resto, representando un grado superior al cual Belos tenía más confianza que a los otros; su madre se encontraba en el mismo y la ropa que robo era la indicada.

Pasó entre ese grupo, que parecía estar en una reunión, tratando de pasar disimulada agachando su cabeza, pero su cabello verde no iba a dejar de llamar la atención no importará donde estaba.

—¡Maite!—dijo uno de los hombres, caminado hacia ella con una agradable sonrisa en el rostro.

Inesperadamente para Amelia, el hombre trato de besarla, pero movió su cabeza para que no fuera nada más que un beso en el cachete y se despidió con una risa nerviosa, excusándose con que debía ir al baño y volvía a hablar con ellos enseguida.

Genial; acaba de descubrir que su madre tenía a otro además de su padre. Que inesperado.

Con un hombre como ese ¿acaso alguien soportaría no serle infiel?

Siguió su camino, sorprendida al ver que todo le estaba resultando demasiado fácil, y entró en la sala de computadoras.

Después de confirmar que no hubiera nadie más dentro, cerró la puerta y le puso seguro. Por las dudas, colocó una silla para que tampoco pudieran abrirla.

Se sentó en el ordenador. La contraseña. Uno de los amigos de su padre que tambien estaban en contra de todo lo que sucedía, le dieron la contraseña.

987654321

Muy original, pensó Amelia.

Entro en la computadora principal, la cual conectaba con todas las demás. Lo primero que hizo fue pasar absolutamente todas las cosas, desde videos, fotos, textos, capturas de pantalla a su pendrive.

Tardaría bastante, pero esa sería la prueba fundamental para resolver el crimen; todos los crímenes horribles que sucedieron en ese maldito lugar.

Aunque evitaba mirar las horribles fotografías, pero una le llamo demasiado la atención.

Hizo clic en ella, ampliándola. En la misma se veía a un joven, probablemente menor de quince años, arrodillado frente a un hombre vestido con una capa blanca y una máscara de ciervo dorada cubría su rostro. Supuso que era Belos, aunque la imágen parecía de hace varios años.

Centro su atención en el joven. Sus pies estaban atados al suelo gracias a una cadena y tenía el rostro manchado de sangre, pero aún continuaba con vida.

Debajo de la foto decía:

Primer Día de La Unidad, 14 de octubre de 2000

Encontró más fotografías. Había una foto del Día de la unidad en la cual un joven siempre estaba arrodillado frente al emperador.

Iban desde el año 2000 hasta 2012. Todos celebrados el 14 de octubre.

Entro a un archivo de Word con el nombre de esa festividad que habían creado.

El 14 de octubre de 1737, fue fundado El Aquelarre para ayudar con la eliminación de las brujas. Con el paso del tiempo, más personas se sumaron a El Aquelarre y años después las brujas dejaron de ser un problema, pero eso no nos detendría.

Este lugar ya no solo es para crear estrategias y comprar armas para eliminar los enemigos, también es para convivir con gente al mismo nivel y pasar un buen rato.

El movimiento se expandió más allá de las brujas; todo aquel que no cumpla con las palabras del Titán, será sentenciado con la tortura o la muerte; prostitución, homosexualidad, negros que creen que pertenecen a nuestro mundo, o alguien que insulte o haga un acto de odio contra El Aquelarre, todo tendrá un castigo.

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