Capítulo 3: calma

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Para ser sincero, por muy guay que parezca en las películas, usar un paracaídas nunca es divertido.

Sin embargo, cuando estás a más de dos mil pies en el cielo en un helicóptero en llamas con un villano sin entrenamiento como piloto y una bomba muy, muy grande, tomas lo que puedes conseguir.

¿Ha mencionado alguna vez Izuku lo mucho que odia los explosivos? Al menos los que están a punto de hacerlo volar en pedacitos en directo por televisión.

Izuku ha conseguido meterse en un lío una vez más siguiendo a un grupo de ladrones idiotas, el mismo grupo del que su cliente le advirtió unos días antes. Dijeron que sería fácil. Entraría allí, prendería fuego al lugar porque es un pirómano de corazón, recogería las drogas y acabaría salvando el día por tercera vez en otros tantos días.

Pero el mundo odia a Izuku. Nunca puede hacer las cosas por las buenas.

Los supuestos ladrones imbéciles acabaron siendo importantes líderes de bandas a los que Izuku metió en la cárcel hace un par de años, así que puedes imaginarte su sorpresa cuando vio sus caras dentro de una base con un montón de armas, un montón de droga y un puto helicóptero.

Izuku habría estado más emocionado si uno de los esbirros no le hubiera golpeado en las rodillas con una palanca nada más entrar. Ahora cojea.

Jodidamente soberbio pequeño matón. Ni siquiera te vi venir.

Y en verdad, Izuku nunca planeó subirse a dicho helicóptero, pero cuando el Sr. Diminuto se subió a él con el brazo lleno de pistolas y jeringuillas, ¿qué se suponía que tenía que hacer?

Vale, sí, podría haber llamado a Tsukauchi, diciendo que había sacado su número de teléfono de los archivos que robó hace una semana, pero es jueves por la noche e Izuku sabe que el detective sólo trabaja en turnos de noche ciertos días de la semana. Probablemente no podría hacer gran cosa, ya que ahora no está de servicio.

Además, Izuku no podía dejarlos escapar. ¿Qué clase de justiciero buscado sería si no agraviara aún más a los héroes haciendo su trabajo mejor que ellos?

Así que Izuku se aferró a los patines de aterrizaje bajo el helicóptero justo cuando éste se elevaba hacia el cielo. En retrospectiva, Izuku debería haber pensado en lo que planeaba hacer después de enfrentarse a todos los malos, dado que en realidad no sabe pilotar un helicóptero.

Pero resulta que hoy la suerte está de su lado. No tiene que preocuparse por eso, ya que Mr. Tiny hizo estallar la bomba antes de que Izuku acabara con él.

¿Quién pone explosivos en un helicóptero? ¿No es eso ilegal?

Así que aquí está Izuku, colgando de la parte inferior de un avión en espiral. Izuku maldice para sus adentros. Va a llegar tarde a la cena en casa de Kacchan. Igual que la semana pasada, el día después de ser capturado por Eraserhead.

Si no lo matan saltando de este avión, Kacchan seguramente hará el trabajo él mismo.

Mientras el cronómetro marca quince segundos, Izuku decide que prefiere morir al lado de su amigo que enfrentarse a la inminente explosión.

Izuku saluda al helicóptero de noticias que se encuentra a unos cientos de metros y suelta los patines de aterrizaje con un chirrido. Extiende los brazos y las piernas para evitar caer por los aires como una banshee rabiosa: ya lo ha hecho antes y no volverá a hacerlo. Ha aprendido de sus errores, muchas gracias. El chico sonreiría si no fuera por el viento que azota su cara y su capucha.

A Izuku siempre le ha gustado saltar desde lugares altos. La sensación es estimulante. Le llena los pulmones de aire fresco y hace que su estómago dé volteretas. Al final siempre le da vértigo.

la sombra del héroe- TRADUCCIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora