Marca de omega.

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A la mañana siguiente, iban de camino nuevamente hacía lo que sería su nuevo hogar, la noche anterior era tan vivida para Pete que recordaba todo.

Recordaba, cada beso en su piel, cada caricia y cada lugar por donde la lengua de Vegas había estado. Después de esa vez Vegas lo había despertado una vez más a la madrugada para repetir lo de la noche anterior. Pete estaba agotado, pero sobre todo herido.

Vegas había inducido y aprovechado su celo. Mirando por la ventana no se atrevía a dirigir la mirada a su esposo quien también permanecía callado.

- Pete... - un escalofrío subió por su espina al recordar a Vegas pronunciando su nombre varias veces del placer. Pete permaneció en silencio viendo por la ventana.

- No voy a disculparme por hacer el amor con mi pareja. Te dije que te deseaba y fui sincero. Por lo que si me disculparé fue por malinterpretar tu inocencia. - Pete aun dolía él haber sido tratado tan injustamente, ojalá le haya quedado claro que ¡Esta había sido su primera vez! No fue sutil, no fue gentil, estaba agotado, su cuerpo dolía y aún recordaba que Vegas besó cada parte de su cuerpo menos sus labios. Al parecer lo deseaba, pero no quería besarlo.

Después de eso, al fin se detuvieron en un pueblo bastante colorido. Niños corriendo por todos lados, un parque muy bien cuidado y una plaza repleta de gente sonriendo y conversando.

Al parecer todos conocían el carruaje del líder, porque los niños se acercaron corriendo y Vegas tuvo que detenerse.

- Wow ¿Se alegran de verme? - Vegas se bajó al mismo tiempo que algunos niños se acercaban.

- Siiii. - Varios niños se acercaron y se detuvieron al ver a Vegas bajar. Saludaron haciendo wai y Pete quedó sorprendido del contraste que hacia el rostro serio de Vegas con la actitud infantil de los niños.

Los niños miraron hacia dentro del carruaje y Pete por mas que quería salir a saludar, sus piernas no podían sostener su propio peso. - ¿Quién es Khun Vegas? -

- Oh es mi pareja, se los presentaré más tarde, debemos llegar a casa. - Vegas despidió a los niños y siguieron su camino.

La mirada fija hacia el rostro de Pete le estaba incomodando. - ¿Que pasa? - Preguntó cuando no pudo soportar más el escrutinio.

- Eres ahora la pareja del líder, tendrás deberes y los niños querían conocerte. - "Vaya sutil manera de decirme que fui descortés" pensó Pete.

- Pues no es que haya querido ignorarlos, es solo que no puedo caminar. - Pete respondió de mal humor.

- Esta bien no te molestare más, me consta que te gustan los niños, eso fue algo que me enamoró de ti en primer lugar. - esa frase final, fue casi susurrado, Pete pensaria que se trataba de una confesión de amor si no fuera porque para Vegas y su familia, este matrimonio fue más un trato que otra cosa.

- Llegamos. - fue sacado de sus pensamientos cuando Vegas anunció que habían llegado a su casa. La que sería ahora también su casa. No quería este matrimonio, pero aquí estaba, bien podría escapar, pero ya había huido de casa una vez y eso fue lo que lo metió en esto para empezar. Jamás podría vagar por ahí siendo un omega y sin poder defenderse. Tendría que encontrar otra manera de salir de esto.

Vegas lo llevó a una sala de estar, la casa era enorme y quizá habrían una cincuenta habitaciones. Podría perderse aquí. - No te asustes, la casa tiene 37 habitaciones, era de mi padre y fue remodelada para que vivieran los miembros de la manda, así estarían los omegas más protegidos.

Pete nunca había escuchado de un alfa que se preocupara por la seguridad de los omegas, es mas su propia familia lo había tratado a él como objeto de cambio.

- Te presentaré a los miembros que cuidaran de ti por ahora y los demás los irás conociendo con el tiempo. - Varias personas se reunieron en la sala de descanso, al parecer sabían que vendría.

Fueron presentados algunos miembros de la manada y Vegas lo presentó como su pareja, algunos lucían felices y otros sorprendidos.

Luego de todo eso fue llevado a una habitación donde descansaría, estaba quitando su ropa de viaje cuando Vegas entró sin tocar la puerta. - ¡Vegas! ¿Por qué entras sin avisar? - se cubrió con pudor.

- ¿Por que tendría que pedir permiso para entrar en mi propia habitación? - Vegas también empezó a desnudarse.

- ¿Tu habitación? Me dijeron que seria mía... ¿Que haces? - Se había quitado su camisa e iba a por los pantalones cuando Pete se giró de espaldas.

- ¿En serio pensaste que siendo mi pareja dormiriamos en habitaciones separadas. - Vegas se acercó a su espalda y lo tomó de sus hombros. - ¿Por qué te escondes si ya vi todo? Incluso lo lami, olí, besé... - con cada palabra Vegas olía el cabello de Pete.

- ¿Por qué me haces esto? ¿No fue suficiente anoche? -

- Escucha Pete, nunca será suficiente y ni pienses que te he perdonado, sabías todo desde el principio y aun así me diste esperanza aun cuando había otro hombre en tu mente y corazón. -

- ¡Tu me compraste! ¿Acaso soy una persona para ti? Hiciste un trato con mi familia y me cambiaste a cambio de pagar sus deudas. - Vegas le dio la vuelta y sus rostros estaban tan cerca que podía percibir su olor.

- No fue así, les dije que quería que te enamoraras de mi, les advertí que debías escogerme y me juraron que no había nadie más. Pero sabías todo desde el principio. Fuiste capaz de aceptar mis besos aun sin amarme, no sabes lo que eso lastima al ego de un hombre. -

- Tu me lastimaste, anoche cuando me tomaste a la fuerza. -

- Llevo meses deseándote y ese será tu castigo, jamás te dejaré ir, voy a tomarte todas las noches hasta que te canses o me ames. -

- Vegas, no por favor. -

- No me supliques, no te dejaré ir. -

- ¿Que quieres para dejarme ir? Podría intentar escapar, pero se que sería inútil con tu manada vigilando, dime ¿Que quieres? -

- Ya te dije lo que quiero... -

- Nunca podría amarte y aunque me canse no me dejaras ir. -

- Vas entendiendo. -

- Vegas, por favor... -

Pete se dejó rodear por los brazos de Vegas y su calor inundaba sus sentidos, es cierto que no lo amaba y no veía posible amarlo después del daño que ambos se habían hecho. No regresaría con Kinn, no podía hacerlo después de la forma en que Vegas lo había tomado. Pero al menos no estaría atado a un matrimonio que no quería.

- Puedes marcarme. -

- ¿Que? - Vegas lo soltó y retrocedió.

- Un omega marcado no puede mantener relaciones con nadie más, ningún alfa podría tocarme, puedes marcarme y ese sería mi castigo, pero por favor dejame ir. - Pete rogaba.

- ¿Tanto me odias que te sacrificarías de esa forma? -

Vegas lo miro por un instante y salió de la habitación tomando su ropa al salir, al menos esta vez tuvieron una conversación sin pleitos ni gritos.

Pete se terminó de desvestir para ponerse algo mas cómodo y se recostó en la cama. Descansar le haría bien, había sido un viaje largo y luego Vegas y él...

La vida que le esperaba jamás sería la misma como lo había vivido hasta ahora, la esperanza de un cuento de hadas se había esfumado desde ese día que había reclamado a ese hombre que casi atropella a un niño en la calle.

BODAS DE ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora