capitulo 2

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Hoy era el primer día de clase, y por primera vez había tenido que elegir el camino más largo para llegar a la universidad, lo que era prácticamente tener que caminar más que el doble de lo que acostumbraba a transitar diariamente.

Y no era que quisiera implementar un poco más de ejercicio a mi vida. Todo lo contrario, la razón había sido causada por una fuerza mayor, una que no me había dejado otra opción más que cambiar de trayecto.  

Porque para mí mala suerte, el camino más corto era el mismo en donde día atrás el idiota con ojos color vomito había intentado robarme.

Además, no estaba en mis planes correr el riesgo de encontrármelo frente a frente. No después de la paliza que le había dado esa noche, una razón más que suficiente para que quisiera vengarse de mí.

Lo mejor era evitar completamente esa calle por un par de meses si no quería terminar apuñalado por jugar al karateca contra un ladrón. En fin, tampoco me arrepentía de haberlo hecho. Es más, lo volvería a hacer si el caso lo amerita.

Cuando llegué a la universidad todo era un caos. Lleno de personas caminado de un lado para otro, todos tratando de buscar sus respectivas salas. Aunque la verdad, algunos daban la sensación de estar caminando sin rumbo alguno, como si ya se hubieran rendido.

Pero todo este caos era culpa de quienes administraban la universidad, ya que habían tenido la grandiosa idea, nótese el sarcasmo, de enviar un correo hoy en la mañana anunciando el cambio de sala de todos los estudiantes.

Caminé hacia las escaleras que se encontraban al final del pasillo. Por el número de la sala sabía que esta se encontraba en el quinto piso, una pista un tanto inútil si tenemos en consideración que la universidad era verdaderamente enorme.

—¡LEVIII!

Escuché un fuerte grito a mis espaldas, el cual provenía de la loca de mi mejor amiga, Hange Zoe. Seguí caminando mientras la ignoraba. Sin embargo, ella no tardó en llegar a mi lado, abrazándome por los hombros con tanta fuerza que hizo que tropezara y que por poco mi rostro diera directamente con el suelo.

—¿Por qué no contestabas mis mensajes? —preguntó junto con un leve puchero—No me digas que sigues enojado por lo que te pasó el fin de semana—indagó, repasando con sus ojos mi rostro, buscando algo que le indicara que tenía razón.

La miré de soslayo, negándome a responderle una pregunta tan obvia y estúpida.

Ella apartó su brazo de mi hombro y se ubicó frente a mí con los brazos cruzados sobre su pecho y mirándome con determinación. La observé por breves segundos, para luego pasar por su lado e ignorar cualquier idiotez que seguramente había estado a punto de decir. Para mi desgracia Zoe no tardó en volver a pararse frente a mí, caminando de espaldas sin apartar sus ojos de mi persona.

—No me interesa escucharte—Le dije

Hange cerró la boca para hacer un puchero y fruncir el ceño.—¡Eres cruel, Levi!—Chilló tan fuerte que varias personas voltearon a verla. Algunos con ojos curiosos y otros como si estuvieran frente a una persona que se acababa de escapar del psiquiátrico. 

Maldita estúpida que le gustaba llamar la atención.

—Recuerda que quedamos en juntarnos hoy en mi casa con los otros dos idiotas.

Negué con la cabeza.—No voy a ir—exclamé de forma mordaz y sin ni un titubeo—mira tú si el ladrón está esperándome por ahí para vengarse de mí.

Ella hizo una mueca divertida—La posibilidad de que te encuentres al mismo ladrón es casi nula, Levi.—dijo con la clara intención de convencerme. Pero la verdad ya era inútil, y era que ya había tomado la decisión de no caminar por esos lares por un largo tiempo.

Te Odio Eren Jaeger (Ereri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora