capitulo 4

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Me había levantado con el pie izquierdo, porque la mala suerte que andaba trayendo no era para nada normal.

Ahora me encontraba caminando por las calles que había prometido no volver a pisar por nada en el mundo.

Y la razón que me impulsó a cambiar de parecer era que la alarma que tenía puesta a las siete de la mañana no había sonado, lo que causó que me despertara cuando faltaban menos de treinta minutos para que comenzará la primera clase, la cual, para mi mala suerte, impartía el profesor Pixis, un viejo aficionado con la maldita puntualidad.

Tanta era su afición que ni siquiera te dejaba pasar a su clase si llegabas un minuto tarde. Sí, un maldito e insignificante minuto tarde.

En resumen: Me veía en la obligación de elegir el camino más corto para llegar.

De todas formas, tenía que pensar en alguna excusa antes de llegar a su clase. Aunque la verdad, estaba más que seguro que tendría que escuchar su clase desde la ventana.

Maldita vida.

Saqué mi celular sin parar de caminar, dándome cuenta de que faltaban solo quince minutos para que comenzara la clase, y por desgracia, todavía me faltaban más de seis cuadras para llegar.

No iba a llegar, eso estaba más que claro.

Traté de caminar lo más rápido que me era posible, deseando con todas mis fuerzas que: el profesor se tardara un poco en encontrar la sala. O que el ascensor del edificio estuviese en reparación. Cualquiera de las dos opciones me daba tiempo extra para alcanzar a llegar y no perderme de su clase.

Pero la preocupación por llegar a tiempo a la universidad pasó a segundo plano cuando escuché el ruido de una moto cerca. Mis músculos se tensaron cuando la moto comenzó a moverse a mi lado, sin rebasarme. Traté de ignorar su presencia a pesar de que muy en el fondo tenía un mal presentimiento.

Lo que me faltaba, ser asaltado a plena luz del día mientras iba tarde a la universidad.

Definitivamente mi día no podía ir peor.

—Pero que personita tan bonita estoy viendo por aquí.

Escuché la voz de la persona arriba de la moto. Su voz me sonó demasiado conocida. Tan conocida que me hizo parar en seco el andar y girar la cabeza hacia su dirección algo confundido. Sin embargo, todas mis dudas fueron resueltas cuando se sacó el casco, dejando ver a la persona que menos quería ver en estos momentos.

Sí, Eren Jaeger.

—¿Te llevo? —preguntó junto a esa maldita sonrisa tan característica de él.

Negué con un movimiento de cabeza, retomando el paso. Antes muerto que aceptar subirme a la misma moto que este idiota.

No gracias, prefería llegar tarde a la universidad.

—Faltan solo trece minutos para entrar Levi—Me insistió—Siempre ando con otro casco si es eso lo que te preocupa.

—No me voy a subir a tu maldita moto—Espeté con molestia, sin parar de caminar.—¿Y no se supone que tienes el brazo malo?—alcé una ceja en su dirección esperando una respuesta.

Su sonrisa se amplió—¿Estás preocupando por mí? Nunca lo creí posible.

Definitivamente me arrepentía de haber abierto la boca. 

—Olvida que dije eso.

Él negó con un movimiento de cabeza—mi brazo está bien, solo estoy usando las vendas para amortiguar un poco el dolor.—me explicó, moviendo el brazo para dar más credibilidad a su historia.

Te Odio Eren Jaeger (Ereri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora