Te Odio Eren Jaeger (Ereri)

Capitulo 33

Levi A.

Ya llevábamos más de dos horas en la sala de neurocirugía esperando a qué algún médico o alguien nos diera noticias sobre la salud de la abuela de Eren. La señora Carla había preguntado en el mostrador, pero lo único que le contestaron era que no podían darle información hasta que la neurocirujana, la cual se encontraba operando a otra persona, llegara y evaluara la situación. Hasta ahora, solo quedaba tener paciencia y desear que todo sea un simple susto y nada más grave, sin embargo, sabíamos que algo malo estaba sucediendo, de lo contrario, ya hubiesen dado noticias. 

Tenía la cabeza de Eren apoyada en mi hombro y nuestros dedos entrelazados. Se había mantenido en silencio desde que llegamos al hospital, solo soltando un par de palabras de vez en cuando, solo cuando era necesario. De un momento a otro, Eren se puso de pies y me dijo que iría al baño porque "tenía unas enormes ganas de mear" Pasaron un par de minutos (mucho tiempo para alguien que solo iba al baño) por lo que, decidí ir a ver cómo se encontraba, porque la verdad, ya me estaba comenzando a preocupando. Lo encontré sentado en una sala completamente vacía, con sus manos tapando su rostro y suaves sollozos saliendo de sus labios.

Me partió el corazón verlo así, tan débil y frágil.

Me senté a su lado y acaricié su espalda. No dije ninguna palabra, no creí que fuese necesario. Solo quería que el supiera que yo estaba ahí para él, que no estaba solo. 

Eren apartó sus manos lentamente de su rostro y me miró. Sus ojos estaban brillosos y algunas lágrimas caían por sus mejillas hasta desaparecer por su cuello. Llevé mis manos a su rostro y sequé un par de lágrimas con mis pulgares, haciendo que Eren cerrara los ojos y suspirara con suavidad. Abrió los ojos y quiso decir algo, pero su labio inferior tembló y sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas. Se abalanzó contra mí, abrazándome con fuerza, yo hice lo mismo, lo abracé con fuerza, escuchando sus sollozos salir de sus labios.  

—Estoy aquí, Jaeger—Susurré, acariciando su espalda—Llora todo lo que quieras.

Y como si esas palabras fueran lo que necesitaba escuchar, soltó un sollozo más fuerte, causando que mi pecho se oprimiera de una forma terrible, si hasta podía sentir como se formaba un nudo en mi garganta. Escucharlo llorar de esa forma me dolía de una manera inexplicable. 

Daría lo que sea para que todo esto sea solo una pesadilla y volver a ver su rostro sonriente. 

Eren se enderezó y me miró a los ojos. Pude notar la tristeza que se había instalado en su rostro. Respiró profundamente un par de veces, y cuando sintió que podía hablar dijo: —¿No estás cansado? —Preguntó, su voz sonando apenas audible y temblorosa—Si quieres irte, puedes hacerlo. No hay problema en que lo hagas. 

Llevé una de mis manos a su rostro y acaricié su mejilla antes de acortar la distancia y darle un corto beso en los labios—No me iré de tu lado, Eren. No te dejaré solo.

Sus labios se curvaron en una pequeña y sutil sonrisa—No sabes cuanto te agradezco que estes aquí... junto a mi—Susurró, abrazándome con fuerza, enterrando su rostro entre mi cuello y hombro—Te quiero tanto, pulguita. No tienes idea de lo mucho que te quiero.

Y por la última frase, mi corazón comenzó a latir con fuerza.

—Y yo te quiero a ti, Eren—Respondí, recargando mi cabeza en la suya.

Eren se apartó rápidamente y me miró a los ojos, con una mezcla entre el asombro y la felicidad—¿Acaso dijiste que me querías? —Preguntó formando una enorme sonrisa—Dilo de nuevo, es que no lo escuché bien. 

Este idiota. 

Me acerqué para darle otro beso—Te quiero—Solté sobre sus labios. 

Él sonrió en respuesta y me besó de nuevo.