Capítulo 28: Te amo, adiós.

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Justin.

—Sam Pride se mató. —repitió.

Por un momento, todo el gimnasio guardó silencio. El lugar nunca había estado tan callado como ahora lo estaba. Y yo me sentí flotando en la nada, como si estuviera en un jodido sueño. O más bien, una puta pesadilla. Me había quedado paralizado, en shock. No podía creerlo. El gimnasio estaba tan silencioso que se podía oír la pausa entre la respiración de cada uno, el vacío creado por 290 alumnos tan impresionados que habían dejado de respirar.

—¡No es cierto! —grité finalmente, interrumpiendo aquel impecable silencio—. ¡Él no se mató! ¡No es cierto!

Me puse de pie con lágrimas en los ojos. Y el director Porter con los ojos llenos de lágrimas me dijo:

—Lo siento..., pero es la verdad. Sam Pride se suicidó la noche del viernes, Justin.

«Él se mató. Se mató. Se mató. Se mató», me repitió una y otra vez la voz de mi cabeza, y yo comencé a llorar y a gritar muy fuerte.

—¡NO ES CIERTO! ¡NO ES CIERTO! —grité—. ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡DÍGANME QUE NO ES CIERTO! ¡POR FAVOR! ¡NO! ¡NO! ¡NO!

—J-Justin, Justin, cálmate, por favor ven. —me habló Ned con un tono apagado y triste, mientras que tiraba de mi brazo para abrazarme, pero yo me negaba a que alguien me tocara ahora.

—¡NO! ¡NO! ¡SAM NO ESTÁ MUERTO! ¡MIENTEN! ¡NO ES CIERTO! ¡NO! ¡SAAAMMM! —grité en medio de un horrible llanto frente a todos—. ¡SAAAAMMMM! ¡SAAAAMMMMIIII!

—Ven, Justin. —volvió a decirme Ned, y yo acabé cediendo al sentirme vulnerable cuando él me abrazó—. Lo siento tanto, Justin.

Grité. Inhalé. Grité. Inhalé. Grité. Inhalé.

—¡PERDONAME! ¡PERDONAME, SAAAMMMIII! ¡PERDONAME! —chillé en un sollozo descontrolado, en el hombro de Ned.

—No podías hacer nada... Él mismo se quitó la vida, Justin. —Ned me habló suavemente como si fuera un niño, mientras que me daba palmadas en la espalda—. Él se mató.

—¡No! ¡No! ¡No! ¡Saaammmiii! ¡Saaammmiii! —sollocé con un tono más débil, y me aparté de Ned para preguntarle al director Porter—: ¿Cómo? ¿Cómo lo hizo, director Porter? ¿Cómo coño se mató?

—Justin, cálmate un poco. —me sugirió el director llorando, y yo fruncí el ceño, gritando fuertemente:

—¡NO! ¡NO! ¡SAM SE MATÓ! ¡¿CÓMO VOY A CALMARME, MALDITA SEA?! —le grité, y Ned volvió a abrazarme, y yo dejé que me envolviera en sus brazos; no podía más, y estaba destrozado.

Me quedé callado, y sólo lloré en el hombro de Ned mientras que escuchaba los llantos de las otras personas en el gimnasio.

—Sam Pride llenó esa noche la bañera... —comenzó a explicar Porter en lágrimas, y todos guardaron silencio—. Se metió..., y se cortó las venas.

Un grito silencioso me taladró el cerebro. Pero no pude gritar de nuevo. Creo que me había quedado sin voz. O eso pensé antes de que soltara débilmente:

—Yo maté a Sam.... Yo maté a Sam... —susurré una y otra vez sobre el hombro de Ned con la voz en un hilo, y mis manos temblando de pánico.

Lentamente me costaba respirar. Veía puntos negros. Estaba seguro de que me iba a desmayar.

—Hey, no, no, no, Justin. Cálmate. —Ned me habló suavemente, y yo no paré de pensar en que tenía la culpa de lo que le pasó a Sam.

«Él quería tu ayuda, Justin. Esa noche te dijo que quería que todo acabara..., y tú lo dejaste solo bajo la tormenta», me dijo la voz en mi cabeza, y yo me hundí entre lágrimas.

Frágil ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora