Capítulo 16: Pánico.

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Sam.


Me habían tendido una broma.

Me habían cubierto de la sangre de un animal.

Y todo se detuvo con un estrépito discordante y unas pocas voces quedaron en el aire como cuerdas rotas. Entonces, alguien exclamó interrumpiendo aquel silencio de terror:

- ¡Oh por Dios, come mierda está bañando en sangre!

Me miré las manos con un temblor que se apoderó de mi cuerpo, y noté que estaban empapadas de sangre. Bajé la mirada aún más y contemplé que todo mi pequeño cuerpo, y mis bastón, estaban cubiertos de esa espesa sangre que goteaba de mi ropa. Podía sentir el olor y era el hedor de la sangre, ese espantoso olor húmedo y metálico.

Primero apareció una, luego una segunda voz se le unió, después se oyó una tercera, una cuarta, una quinta, una docena. Todos. Todos comenzaron a burlase de mí. Las risas comenzaron a meterse en mi cabeza, y a hacer eco de una forma lenta y horrible.

No podía creer lo que me había pasado. Quería romper a llorar, pero el shock no me dejaba hacerlo y las fuertes risas, lentas y burlescas me dejaron estático. Pero entonces, reaccioné y decidí largarme de ahí, irme a casa, huir de ahí cuanto antes. No quería que me siguieran viendo así, y no quería que continuaran tomando fotos del momento, ya que aunque estaba de espaldas, el flash de sus celulares me pegaba indiscretamente por detrás y se reflejaba en los casilleros frente a mí bañados en sangre.

A punto de llorar me dí media vuelta para irme, pero en ese instante cuando comencé a caminar con mis bastón, temblando de pies a cabeza. Mis pies se enredaron y me resbalé por el mar de sangre del suelo. Subió el volumen de las fuertes risas rechinantes y burlescas. Y aunque, no quería verlos, lo hice, cuando levanté un poco la mirada alcancé a ver los rostros de las personas que se reían de mí: las bocas, los dientes, los ojos. Y todos, absolutamente todos, me miraban como sí fuera un animal de zoológico.

Después tan "disimuladamente", que yo pude notarlo, alguien me arrojó una bola de papel en la cara con tanta fuerza que puse una mueca de dolor y bajé la cabeza. Y fue entonces cuando sentí una segunda bola golpearme, seguido de una tercera, una cuarta, una quinta, una docena.

Porque todos comenzaron a fusilarme sin misericordia contra los casilleros con sus gruesas bolas de papel mientras que reían y gritaban: «¡Come mierda! ¡Come mierda! ¡Come mierda!»

Me encogí aún más en el suelo ensangrentado, y comencé a llorar y, a pedir a gritos que se detuviesen. Pero nadie me escuchó. Todos siguieron asfixiándome y golpeándome con las bolas de papel.

Entonces mientras me hacía un ovillo en el suelo, cubierto de sangre y lágrimas, observé la presencia de Gabe y su grupo; que recién habían salido del circulo de estudiantes que me rodeaban. Ellos llevaban suéteres negros y miradas cómplices y siniestras.

Y entendí que habían sido ellos, aunque estuviesen suspendidos... Habían sido ellos los que planearon esto.

Gabe se acercó a mí con su cara inundada de falsa compasión, ahogando una risita perversa y obscena. Y cuando menos lo esperé me dio una fuerte patada en el estómago que me hizo soltar un grito de dolor que se mezcló con las risas de todos.

- Esto te pasa porque me suspendieron. ¿Creías que te escaparías de mí tan fácil, maricón de mierda?- me dijo Gabe riendo con perversidad, mientras que yo me estremecía en el suelo de dolor y con los ojos humedecidos.

Después Gabe volvió al grupo de estudiantes con sus amigos, y fue en ese momento cuando se pusieron nuevamente sus capuchas negras y de los bolsillos de estos sacaron cosas, que no pude reconocer mucho, y que me comenzaron a lanzar en la cara; con las bolas de papel que los demás me lanzaban.

Frágil ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora