Capítulo 08: Lágrimas de culpa.

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Justin.

Viernes, 17 de Agosto de 2012.

Pasado.


Caminando por los pasillos del instituto se encontraba yéndose directo a casa un pequeño y frágil chico, a quién se le desencajó el rostro al ver a un grupo de grandes muchachos rodearlo cómo a una presa. Aunque, yo no sabía porqué lo hacía, ahí estaba también, rodeándolo con los demás. Siendo un depredador más.

El pequeño e inocente frágil chico contuvo un grito de ayuda, pues él sabía que nadie lo ayudaría y fue en ese momento que Gabe y su grupo lo levantaron con su bastón; como a un maldito costal de papas, mientras que yo solo miraba la escena bajo perfil. Como lo había hecho cuando lo golpearon brutalmente en la cafetería e intentaron ahogarlo con un plátano.

Lo arrastraron a una aula vacía, y como ya todos se iban yendo, comenzaron a golpearlo mientras le gritaban cosas, ya que nadie podría escucharlos. Y aunque, podía notar que el pequeño chico quería llorar por ayuda. No lo hizo. Él sabía que nadie vendría, y sabía que sí habría la boca sería peor, y por eso se dedicó a recibir los golpes y patadas que todos le proporcionaban continuamente en su delicado cuerpo, para que terminara más rápido su tortura.

A pesar, de que él me miró con piedad y auxilio desde el suelo mientras era molido a golpes. Yo como los demás: le regalé una mirada arrogante. Aunque, no sabía el verdadero porqué de mi nueva actitud con él. Ya que la primera vez que lo vi, al ver lo roto que se veía... quise protegerlo.

Pero al llegar al instituto quise hacer amigos, y éste era el precio a pagar. Este era el precio de que nadie volviese a abusar de mi nunca más. Al hacerme amigo del líder de este grupo de bravucones, tuve que dejar todo atrás. Debía hacerme una nueva imagen aunque tuviera que abusar de Sam Pride como lo hacían conmigo.

- Ten, patealo, hermano- me dijo Jeremy, dándome el bolso grande y azul que Sam siempre cargaba en sus hombros. Y yo sin titubear lo arrojé contra el suelo y lo pise con el pie.

Solo eso pude hacer.

No tenía el valor de patear sus cosas, ni menos tuve nunca las bolas de golpearlo. Nunca le había tocado ni un pelo, no me atrevía a hacerlo. Y mucho menos le había dicho un insulto más fuerte que «homosexual», pero a pesar de todo era un maldito monstruo con él...

- ¡Espero que así aprendas a seguir respetándome, rata de alcantarilla!- le gritó Gabe al indefenso y frágil chico que lloraba hecho una bolita sobre el suelo, conteniendo el llanto; como sí intentara ser fuerte.

Y cuando Gabe ya se iba a retirar del aula con nosotros, Sam le agarró de la basta de su pantalón impidiéndole moverse y yo al ver tal acción solo quise gritarle al chico: «¡¿Qué coño estás haciendo?!»

Gabe frunció el ceño y volteó a verlo en el suelo. Y Sam le sonrió como un vidrio nuevo, que te sonreía cuando lo hacías, soltando en voz baja:

- ¿Y tú por qué no me respetas a mí?

Y Gabe ante lo dicho, le asestó una fuerte patada en la cara que me hizo cerrar los ojos al ver lo doloroso que se había visto.

- ¡Maricón! ¡Sucio homosexual, asqueroso!- le gritó al chico antes sus pies, escupiéndole encima y mirándolo con desprecio.

Entonces, desvié la mirada discretamente al ver cómo Gabe volvía a proporcionarle patadas sin piedad a Sam. ¿Por qué coño había tomado a Gabe del pantalón? Él lo quería destrozar, y Sam simplemente pondría la otra mejilla, así de imbécil era.

Así de imbécil, y resistente era...

«¿Cuándo acabará?», me pregunté oyendo golpe tras golpe, y los quejidos de Sam que me tenían estático. Sin embargo, al ver al director Porter entrar al aula repentinamente sin avisar: sentí un gran alivio en mi cuerpo.

Frágil ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora