Justin.
Sábado, 08 de Septiembre de 2012.
«Necesito verlo», pensé cómo por milésima vez mientras que seguía recostado en mi cama desde que me había levantado en la mañana de aquel caluroso Sábado. A pesar de que traté de sacarlo de mi mente desde el Lunes por lo ocurrido en su casa, no podía. Y ya de por sí era demasiado difícil por tener que verlo todos los días en el transcurso de la semana en el instituto.
Y aunque no hicimos el trabajo de Biología ese día, él lo llevó con responsabilidad al día siguiente, y me metió en él, mintiéndole a la vieja Fitzgerald que ambos lo habíamos hecho. A pesar de que se me hacía extrañamente incómodo volverlo a ver después de haber actuado extraño con él en su casa, me tragué la vergüenza, y como si nada hubiera pasado empecé a ir tras él como un maldito perro faldero. A dónde el castaño iba, yo lo seguía para ayudarlo en cualquier cosa, y para volver a acercarme a él.
Al principio había sido difícil ya que Sam me repelía alejándose de mí y perdiéndose en la biblioteca del instituto, y aún así yo siempre lograba encontrarlo, como sí tuviéramos una extraña conexión... Y ayer Viernes fue un gran día, al volver a verlo sonreír para mí, ya que cuando estábamos en la cafetería en la hora del almuerzo, yo como siempre, hacía chistes, tanto buenos como malos. Y Sam, después de tantos intentos de hacerlo reír, lo hizo. Y yo me sentí la persona más feliz de todo el jodido mundo.
Sabía que lo que había pasado el Lunes en su casa había resultado demasiado raro para mí, por esas sensaciones. Pero desde ese día no puedo sacar a ese idiota niñito perfecto de mi cabeza. Y por eso... lo empecé a seguir hasta su casa sin que él se enterara, y lo espiaba con mis binoculares por horas, escondido detrás de unos arbustos enormes que estaban junto a su casa.
Descubriendo así que había momentos en el que el pequeño lloraba por horas en su habitación, algo que me hacía sentir... mal. Aunque, sabía que los culpables de esas lágrimas eran su madre, y el maldito padre Richard. Porque su mamá solía presionarlo con su religión y Dios, y cuando el pequeño iba a la iglesia después de clases en la noche, a sus diarias clases de música con el reverendo. Él también solía abusar de Sam para que este tocase perfectamente el maldito violín.
¿Por qué todos quieren quebrarlo?
A pesar de que ayer fue un hermoso día al verlo reír con confianza de mis estúpidos chistes, también fue un día de mierda en la noche, cuando él fue a la iglesia y volvió a romper en lágrimas.
Viernes, 07 de Septiembre de 2012.
Pasado.
- De nuevo, muchacho. ¿A caso así hará que Dios se regocije ante esa horrible melodía?- le volvió a decir el reverendo Richard como por séptima vez.
- Lo siento, padre- volvió a contestar Sam en un tono realmente bajo y sumiso. Soltó un suspiro y nuevamente desde su silla comenzó a pasar el arco por las cuerdas del violín.
Y aunque yo siempre quise salir de mi escondite, que era detrás de las enormes cortinas de la iglesia, para gritarle al estúpido padre por cuestionar la hermosa melodía que Sam tocaba, no podía hacerlo. No podía hacer eso, sería raro, y el pequeño se daría cuenta de que lo había estado observando.
No lo soportaba ya que Sam disfrutaba tocar cuando estaba solo, pero cuando estaba aquí con el padre Richard, parecía más un castigo que un placer.
- ¡No, no, no!- gritó el reverendo asestándole un golpe con un palo en uno de sus brazos-. ¡Sam, por amor a Dios! ¡Van tres veces que te equivocas en la misma parte!
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Frágil ©
Mystery / Thriller- Sam, ¿te has masturbado alguna vez? - Masturbarse es pecado, Justin. Madre me lo dijo. ADVERTENCIA: Mis libros contienen temas inquietantes. Esto incluye gore, asesinato, secuestro, asalto sexual (solo lo toco, nunca entro en detalle, pero se reco...