Capítulo 4: Historias entrelazadas

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(Daniel)

Creo que esa alma se merece el infierno. Su familia la adora, pero... ¿qué puedo hacer yo? Interrumpir su felicidad. Sus abuelos están al borde de la muerte y mi turno de manejar las tentaciones de Lila, harán que el pobre Caleb suplique por su vida para que no sea malvada.

En la academia terrenal era tan horripilante y horrorosa que para convertirme en diablo de la guarda lo tenía que hacer, cursar la última etapa de Devil University. Al entrar a la oficina de Karla Pearson, comenzó la discusión entre nosotros.

- ¿Por qué viniste? - me preguntó la mujer sentada en su silla de oficina mientras me sentaba frente a ella.

- Tengo ideas para hacer sufrir a un alma que la está pasando muy mal. - propuse.

- Habla, no hagas que se me colme la paciencia.

- Lila Jamaux es una de las almas que adoro y tengo el placer de poder hacerla sufrir de cualquier manera.

- ¿Por qué lo crees Daniel?

- Ella es la que volverá a repetir el ciclo del principio de los tiempos mi señora y como diablo guardián se debe cumplir el V.E.T.O, pero usted sabe que me lo paso por el culo todo lo que me dicen, porque las reglas están para romperse. - le dije mientras la situación no era la misma del principio.

- ¿Qué quieres decir?- preguntó mientras se levantaba de su silla y lentamente se acercaba a mí.

- Que si te pruebo que esa alma es débil y se enamorará de alguien con quien no podrá pasar toda su vida, entonces y solo entonces recibiré la medalla del mal que me merezco hace dieciséis años, luego de que muriera.

- No seas ingenuo, Daniel. - interrumpió. - esto es serio, porque el orden de las cosas no volverá a ser el mismo.

La charla se ponía interesante, ya que mi objetivo era hacer que un ángel y una humana se enamoren para así desatar la furia de los ángeles, para así poder gobernar el cielo, la tierra y el inframundo.

- Piénselo, seríamos los reyes de este universo, el que Dios creo para toda la humanidad y por fin el señor y gobernador de nuestro mundo será venerado en la tierra.

- Mañana te veré en la sala de juntas y voy a entrenarte como diablo de la guarda y podrás tentar a quien quieras, pero nunca volverás a decirme estos planes imposibles.

- ¡La odio!- le grité mientras salía sin más que hablar y se fue de la oficina, pero al retroceder dirigió su mirada diabólica y penetrante hacia mí.

- A mí no me gritas. irás mañana a las cinco de la mañana a la sala de juntas y sin caprichos.

Al salir de la oficina di un portazo que se escuchó por toda la universidad, Luego corrí a mi habitación y tomé la almohada, y me hundí en ella a gritar mientras que luego entró Ferbeth y me dijo que ya dejara de preocuparme por estupideces, que algún día todo llegaría y mi venganza se concretaría.

(Lila)

Cuando llegué al colegio con mi uniforme el cual requería de una chaqueta amarilla con una remera manga corta azul marino y una falda de tablas de cuadros combinados asquerosamente por nada más y nada menos que unos zapatos negros horrorosos. Mientras acomodaba mi mochila negra con pines en el pupitre, Cilia llegó y me preguntó qué había pasado ayer y por qué no la llamé cuando llegué a casa y mi respuesta fue simple, me regañaron.

- No lo puedo creer... creí que te había atrapado un narco. - dijo exagerando.

- Cilia, jamás me atraparía un narco. - le dije tratando de calmarla. - Perdóname, es que ya sabes lo que pasa en mi casa si no aviso que voy a llegar tarde.

Hasta que el cielo nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora