Capítulo 1: Secretos en sueños

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(Lila)

Los meses que siguieron a la brutal golpiza que Caleb recibió fueron un torbellino de emociones y desafíos. Verlo postrado en una cama de hospital, conectado a máquinas y vendajes, fue desgarrador. Cada día era una lucha, no solo por su recuperación física, sino también por su fuerza mental. Estuve a su lado durante todas las horas de visita, viendo cómo luchaba contra el dolor y la desesperación.

Thompson y su pandilla habían dejado secuelas profundas en Caleb. Sus huesos sanaban lentamente, pero el daño emocional era aún más difícil de curar. Pasé noches en vela junto a su cama, sosteniendo su mano y susurrándole palabras de aliento cuando las pesadillas lo atormentaban. En esos momentos, supe que nuestra relación se estaba forjando en el fuego de la adversidad. Éramos dos almas unidas por el dolor y la determinación de superarlo juntos.

En esos meses estuve rogándole a Dios para que lo salvara para poder volver a estar juntos como antes, desafiando al cielo y al destino. Finalmente, después de meses de cuidados intensivos y terapias, Caleb mostró signos de mejora. Aun cuando las cicatrices físicas permanecían como recordatorios crueles de lo que había pasado, su espíritu se fortalecía día a día. Fue entonces cuando Sebastián intervino, ofreciendo llevar a cabo el resto de su recuperación en la mansión.

El traslado fue un cambio abrupto. Dejamos atrás las frías paredes del hospital y nos encontramos rodeados de lujo y comodidad en la mansión de Sebastián. Tuvimos que dejar a un lado las vacaciones y volver a casa en el avión privado de mi padre. La habitación que asigné para ambos era espaciosa y elegante, con grandes ventanales que dejaban entrar la luz del sol. Los muebles eran de alta calidad, y cada detalle estaba cuidadosamente elegido. Pero, a pesar del lujo, la habitación estaba impregnada de una sensación de calma y seguridad que no habíamos experimentado en mucho tiempo.

Caleb continuó su recuperación en este nuevo entorno. Sebastián se aseguró de que recibiera la mejor atención médica y terapéutica disponible. Pasábamos horas, juntos en esa habitación, compartiendo risas, lágrimas y sueños para el futuro. La cercanía de Sebastián nos brindó un sentido de familia, algo que ambos necesitábamos desesperadamente en ese momento.

Fue durante una de esas noches, mientras estaba acostada junto a Caleb, que tuve ese sueño tan vívido. Mi madre apareció en mi mente, su presencia cálida y amorosa llenó la habitación. Sentí su abrazo reconfortante y sus palabras silenciosas de aliento. En ese momento, supe que estábamos donde debíamos estar, rodeados de amor y protección.

Y así, comenzamos esta nueva etapa de nuestras vidas, unidos por la adversidad pero también por el amor y la determinación de enfrentar lo que sea que el destino nos tenía preparado.

(Sebastián)

Después de lo ocurrido, nada era como antes. Durante años, había sido el demonio que odiaba el mundo, que se aferraba a su poder y a sus maquinaciones oscuras. Mi enfoque se centraba en mi propio beneficio, en satisfacer mis deseos sin importar las consecuencias para los demás.

Sin embargo, todo cambió cuando conocí a Caleb. Al principio, no esperaba mucho de él. Era solo una pieza más en mi maquinaria, una forma de proteger a mis hijas, Lila y Daiana, de amenazas que ni siquiera podían imaginar. Pero conforme pasaban los días y las semanas, algo comenzó a cambiar dentro de mí.

Estos meses me di cuenta que Caleb era un chico con un espíritu fuerte, a pesar de sus circunstancias. Sus ojos reflejaban una determinación que yo había perdido hace mucho tiempo. A pesar de su herida y el trauma que había experimentado, demostró ser valiente y perseverante. Poco a poco, su presencia y su resiliencia comenzaron a erosionar las capas de frialdad y desconfianza que me habían caracterizado durante tanto tiempo.

Hasta que el cielo nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora