Capítulo 3: Encuentros y decisiones

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(Golverk)

La inmensidad de mis acciones pasadas me persigue, y la reflexión sobre el daño que he causado a Kiara y Sebastián me atormenta. He sido el director de este juego cósmico, manipulando sus destinos a mi antojo. Me pregunto si el poder que poseo es una maldición disfrazada de bendición, o si es solo una manifestación de mi propia arrogancia.

Mis acciones han llevado a estas almas a un camino de sufrimiento, y me enfrento a la duda de si puedo redimirme de alguna manera. ¿Es posible que el amor y la redención puedan superar el daño que he infligido? La existencia misma de la academia divina, donde estos dos amantes perdidos pueden volver a encontrarse, es un rayo de esperanza en medio de mi propia oscuridad. ¿Puedo permitirles un final feliz después de todo? Es una pregunta que me persigue en medio de mis reflexiones y autorreflexiones.

Una noche, los caminos de Kiara y Sebastián finalmente se cruzaron con los míos. Fue un reencuentro lleno de emociones y desgarradoras revelaciones. Allí, en ese momento crucial, los tres nos encontramos en una habitación en la academia divina.

— Kiara, Sebastián, estoy agradecido de que hayan venido —dije con solemnidad, sin ocultar la tristeza en mi voz.

— Golverk, hemos estado buscando respuestas durante tanto tiempo —respondió Kiara, con lágrimas en los ojos—. Queremos entender por qué hiciste lo que hiciste.

— Lo hice por una razón, una razón que es más grande de lo que imaginan —respondí—. El equilibrio del universo a menudo requiere sacrificios dolorosos.

Sebastián, con mirada angustiada, miró a Kiara y luego a mí.

— Estás en lo correcto, Golverk, y he llegado a comprenderlo —dijo Sebastián, con determinación en su voz—. Amo a Kiara más que a nada en este mundo, pero también amo a nuestras hijas. Si estar con Kiara significa renunciar a nuestras hijas, entonces no puedo permitirlo. Ellas necesitan a su madre.

Kiara y yo nos miramos con tristeza, y yo entendía la lucha en el corazón de Sebastián. Había llegado el momento de tomar una decisión.

— ¿Qué deseas, Kiara? —pregunté.

Kiara parecía abrumada por la emoción y el dolor.

— Quiero estar contigo, Sebastián, pero sé que eso significa que nuestras hijas tendrán que crecer sin su padre —dijo con voz temblorosa—. No puedo hacer eso. No puedo sacrificar su felicidad por la mía.

Sebastián me miró, y sus ojos reflejaban su dolor. Entonces, lentamente, se acercó a Kiara y la abrazó con fuerza. Sus lágrimas se mezclaron mientras se sostenían mutuamente.

— Lo siento, Golverk, pero tengo que quedarme con nuestras hijas —dijo Sebastián, con un nudo en la garganta. — Yo asentí con tristeza.

— Entiendo tu decisión. El amor por tus hijas es un lazo irrompible —dije con comprensión—. Kiara, siempre estaré a tu lado en cada paso de tu camino. Tú y Sebastián tienen un amor que trasciende la eternidad, y eso es un regalo.

Kiara y Sebastián se abrazaron una vez más, y su amor irradiaba una mezcla de tristeza y gratitud.

— Gracias, Golverk, por darnos esta oportunidad de encontrarnos y comprender nuestro amor —dijo Kiara, con una sonrisa triste.

Mientras se alejaban de mí, se aferraron el uno al otro, listos para enfrentar las complejidades de su destino. Fue un momento doloroso, pero también un recordatorio de que el amor verdadero puede superar incluso las adversidades más desafiantes. Ahora, los tres llevamos en nuestros corazones una parte de esa lección aprendida en la academia divina.

Hasta que el cielo nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora