—Ya pagué— Llegó Julián al grupo, abrazando al par de Nicolás que estaban más cercanos a él.
El viernes camino al desastre de Cristian había empezado a las cinco de la tarde después de que Valentino no hubiera podido venir a su casa. Desde ahí, sintió que todo se estaba derrumbando y que algo no andaba bien. Estaba convencido de que ese viernes en particular iba a terminar de destrozar lo poco que le quedaba de cordura.
Los muchachos rodeaban la mesa de siempre donde contaban el dinero para pagar la cancha. Algunos parados, otros sentados en las sillas. Ante la afirmativa de casi todos, empezaban a caminar a la puerta de salida. Todo excepto uno. Julián lo notó enseguida.
—¿No venís, Cristian?— preguntó el jovencito, dejando al par irse a paso propio. Su atención estaba en su compañero que se quedó sentado en la mesa.
—No, yo me quedo, voy a aprovechar que puedo salir un ratito— Cristian escondió su sonrisa pintada de otras intenciones con sus manos entrelazadas.
—Bueno, nos vemos el viernes, entonces— Julián, no muy convencido, lo saludó y después le siguió el paso al grupo, dejando al otro atrás.
Por el gran ventanal vio a los chicos irse como siempre solían hacer. Cristian los observó saludarse mientras trataba de controlarse. Sus pies se movían de arriba a abajo, con nerviosismo y sus manos no se querían separar. Estaba nervioso, lo sabía, pero no le molestaba estarlo. Podría decir que le gustaba ese sentimiento, que se sentía bien. Era eso o es que hacía tanto tiempo que no sentía que esto era mejor que nada.
—Ojito vos con lo que hacés— Una mano se posó encima de su hombro. El tono bromista le hizo reír un poco. Volteó, encontrándose con Lisandro. —Nos vemos el lunes—
Se rió, viendo a Lisandro irse.
Entonces, había invitado a Heungmin a una cita, ¿no? ¿Eso no fue? Porque ni él sabía qué había hecho, ni porqué, sólo dijo lo primero que le salió en el momento. Quizás había dicho de más o simplemente le gustaba cómo lo hacía sentir la presencia de Heungmin. No lo sabía, no lo descifraba, sólo que estaba ahí, tratando de no mirar al resto del local para no parecer desesperado.
Entonces llegó Heungmin, finalmente, después de tanto esperarlo, tan simpático y natural como siempre. Era como si nada. Se sentó frente a él, en la misma mesa, regalándole una sonrisa de las suyas.
—¿Y? ¿Cómo fue el partido?— Fue lo primero que preguntó para romper el silencio.
—Doce a nueve— La sonrisa de Cristian parecía indicar una cosa que no llegó a concordar con lo que seguía: —Perdimos—
Definitivamente no era «su» viernes.
Ante el silencio incómodo después de la expresión suavemente sorpresiva de Heungmin, Cristian agregó:
—¿Venden cerveza acá?——Uhm, sí, ¿te traigo una?— Heungmin se levantó de su asiento en un movimiento rápido. De pie, quedó esperando la respuesta de cristian.
—¿Tomás?—
—Estoy trabajando— remarcó con obviedad.
—Una, entonces—
Cristian vio a Heungmin caminar, casi trotar hasta el fondo. Le molestaba sólo una cosa: lo cómodo que se mostraba, como se movía con tanta libertad cuando Cristian sentía que si no decía algo, se moriría de lo incómodo que estaba. A este punto ni siquiera sabía qué estaba haciendo ahí. Podría aprovechar y huir.
No lo hizo, porque su noche iba de mal en peor. Si le iban a traer una cerveza ahora mismo, lo mejor era quedarse. Una fría y la compañía del coreanito lindo. Lo bueno es que su noche ya no podía ser peor. Bueno, sí podía, pero a este punto no le importaba.
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Friday (I'm in Love) | Cutison.
FanfictionPerdido en la ciudad que no ve nevar. Buenos Aires, 2007. Él aprendía a vivir solo cuando la casualidad lo llevó a abrir viejas heridas que creyó haber cerrado y amores que juró haber olvidado. ¿Hasta dónde somos nosotros mismos? Cristian volvía a...