Capitulo 36: La helada de Buenos Aires

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Había una gran diferencia entre el pasillo y el departamento. Heungmin temblaba de frío. Se sintió abrazado por el calor que había en el departamento donde vivía. Vino caminando bajo la helada noche y llegar a casa, con tal calor abrasador, fue un regalo por llegar a destino. Aunque en Corea podía llegar a hacer más frío, no se acostumbraba a la helada argentina.

El invierno había empezado el jueves pasado y desde entonces la temperatura descendía noche tras noche. Esa noche de lunes, helaba y lamentaba no tener quien lo lleve. Guesung no era una opción.

Se sentó en la mesa del comedor, cansado del día, dejándose recostar encima del mantel rojo, con cuidado de no tirar la decoración en el centro de la mesa. Unos muñecos de cerámica descansaban encima de la amada mesa del tio. Juntó sus manos para que se calentaran entre ellas mientras el calor de la casa lo calentaba a él.

Entre tanto frío, recordó a Cristian y sus manos calientitas.

Se enojó consigo mismo al volver a pensar en él. Bufó. Cerró los ojos. Se dio vuelta en la mesa, mirando para el lado de la cocina. Otra vez tirado en una cocina, con la cara pegada en una mesa, como cuando pasó lo de Jung.

Odiaba cuando su confianza era desechada. Sabía que no podía confiar en los mentirosos porque eran todos iguales. Miraba a la cocina, pero en realidad su mente estaba en ese día. Ese día.

Recordaba a un joven Heungmin se arregló su uniforme militar. En todo el regimiento se hablaba de lo mismo: el día de visita. Sus compañeros de pelotón se alistaban para ver a sus familiares. Casi podía sentir la misma ansiedad que tenía minutos antes de ver quién había venido.

"¡Jung-ah!" Atrapó al soldado en sus brazos cuando cruzó cerca suyo. Era joven, era tonto, era un enamorado. "¿Oíste?" le susurró al oído: "Hoy nevará"

En Corea del Sur se pronostica nieve. Era la primera nevada del año. Nunca le había emocionado tanto: usualmente, en casa, miraba la nieve caer con un poco de tristeza, pensando que pasaría la primera nevada solo. Pero ese año, ese día, ese viernes, pasaría con Jung.

"Tienes el botón desabrochado, Son-ie" Fue lo único que respondió. Recordarlo dolía como si estuviese allí mismo otra vez.

—¡Yah! Heungmin hyung. —La voz de Guesung lo sacó de sus recuerdos. Heungmin se levantó de la mesa, mirando a su primo parado en el pasillo, tan recto que le dio miedo. —Saldré un rato. No me esperes.

—Vete, pasa de uva. —Volvió a darle la espalda, tirándose nuevamente en la mesa. Se rió de hacerle esa broma.

Lo oyó gruñir pero se rió con él. Luego, sólo la puerta del departamento se cerró. Siempre hacía escándalo hasta para cerrar una puerta. Lo ignoró.

Ahora que recordaba, fue Guesung el primero que lo vio llorando ese mismo día. Hubiese deseado que no. Si las lágrimas se aguantan un poco más, no estaría ahí, tirando en la mesa.

"¿Qué le pasó, Hueng-ie hyung?" se confió de los brazos de su primo, de su casi hermano, porque hacía tanto frío en medio de la nieve. Porque necesitaba sentir algo que no duela tanto.

"Jung tiene novia" le dijo entre sollozos, abrazado a su primo. Aquel al que le había confiado su secreto mayor.

Mientras la nieve caía y las falsas caricias de Guesung le llegaban al pelo, Heungmin confió su dolor porque, mientras la nieve caía, él lloraba y su amor, abrazaba a otra.

Y porque confió tan ciegamente que, ahora, estaba ahí, tirado en la mesa.

Heungmin confió, pero no confiaría más.

Por suerte, en Buenos Aires no nevaba.

ehm feliz san valentín creo

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en un rato juegan los spurs estoy

Friday (I'm in Love) | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora