Capitulo 23: Foto a casa

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—¿Tenés cambio de veinte, primo?

Heungmin se rió y negó con la cabeza ante el chiste tonto de su compañera, Micaela. Ella era una de las que estaba babeando por su primo Guesung. Ya no sabía si reírse con ellas o de ellas.

—Sí, esperame, voy dentro  —Le hizo la seña de que le dé un minuto. 

Era sábado. El club se llenaba de clientes a la tarde-noche y los empleados andaban de acá para allá. Heungmin, por su lado, se ocultaba en la zona de empleados para no tener que andar limpiando a cada rato. Ser el sobrino del dueño tenía sus ventajas a pesar de todo.

En la oscura locker room de los empleados del club estaba la mochila de Heungmin. La agarró y en el bolsillo más chico buscó su billetera. Micaela lo había seguido y ahora estaba justo detrás de él, esperando el cambio. Ella mantenía su distancia y Heungmin de verdad esperaba que no viese su billetera. Al menos, no como él lo hacía.

Buscando billetes para el cambio de veinte que pedía su compañera, estaba la foto que, se supone, debía quemar. Tenía tantos años pero, al mismo tiempo, tantos recuerdos. No podía despegarse de ella porque era lo único que le quedaba de La Corea que conocía antes de que cambie para siempre. Su pulgar acarició el paisaje, como si pudiera mimar el pasado.

—¿Tenés? —insistió Micaela.

Cerró la billetera de golpe.

—Sí, ahí. Tomá, tomá. —Le dio el billete a la muchacha y quiso sonreírle, aunque golpeado por el recuerdo, sólo pudo hacer una mueca.

Con la billetera en la mano salió de la locker room. Quedar en una esquina, mirando la foto de nuevo, ahora con más luz. Ahí estaba con tanta claridad que hasta podía sentirse de nuevo ahí.

En la foto se podía ver el centro de entrenamiento militar de fondo y dos presencias al frente: él y su compañero, Jung. Heungmin la acariciaba por arriba del plástico de protección de la billetera. Todavía estaba ese sentimiento dando vueltas, esas ganas de volver a tenerlo. El tiempo pasaba y él seguía allí, como si se hubiesen llevado algo suyo. En él recordaba con nostalgia su casa, su hogar, todo antes. Con melancolía, guardó su billetera en el bolsillo de su pantalón. Había disparado mil sentimientos que empezaron a dar vueltas por su cabeza, por su estómago. Sus manos parecían inquietas. Decir que fue gracias a Guesung que todo esto había empezado.

Dieron las ocho. El local se iba vaciando mientras Heungmin apagaba las luces. Juntó sus cosas antes de salir y cerró la puerta detrás suyo. Bajando su mochila y bolsa, le puso llave a la puerta del local.  Esperaba no haberse olvidado de nada. Sólo revisó por las ventanas enrejadas si no había quedado alguna silla sin levantar o una que otra luz prendida. Nada. Más tranquilo, salió por el pasillo del club hasta el portón que daba a la vereda. Estacionado en el cordón, el auto de Cristian, tan puntual que llegó a sorprender a Heungmin.

Lo saludó a él y a Valentino que lo esperaban en el auto. Los dos movían su mano, casi sincronizados, haciéndolo reír de ternura mientras cerraba el portón de la entrada. Rápido cerró y se acercó al auto, encontrando la ventanilla baja y la puerta con seguro.

—Dice Valen que si decís la contraseña, te abro. Si no, no.

—¿Cuál contraseña? —Se acercó a la ventanilla, agarrándose del marco. Casi metía la cabeza dentro del auto. —¿Desde cuándo pusiste contraseña para pasar, Valen? No seas malo.

—Empieza con... ¡C! —Valentino daba pistas. Cristian lo supo enseguida pero Heungmin tuvo que pensarlo un poco. O bastante, en realidad, porque no tenía ni la menor idea.

Friday (I'm in Love) | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora