El día soleado de domingo se iba y Heungmin no quería ver la hora. Sólo miraba el sol caer en colores naranjas en las ventanas del buffet. Había entrado a trabajar hacía un par de horas pero el tiempo no pasaba más. Dejó de barrer, mirando las canchas una vez más, el único lugar desde donde podía ver claramente el cielo.
Heungmin esperaba con ansias la hora de salir, hoy más que nunca. No quería admitirlo, sólo por eso no miraba su reloj pero era más fuerte que él: viendo el sol, sabía que ni siquiera era de noche. Puso sus manos en la punta del palo de escoba y recostó su mejilla en ellas, todavía mirando el cielo. La espera lo iba a matar, pero más lo haría estar reprimiendo lo obvio.
—Primo, vaya, ya veo que vienes a holgazanear—
Su voz y su idioma natal habían sonado en sus espaldas. No se sorprendió de que esté ahí, sólo suspiró suavemente en busca de paciencia. Volteó y se encontró con Guesung, con esa cara de altanero que odiaba ver. Se reía de él, fingiendo que se estaban riendo los dos.
—¿A qué vienes ahora, Guesung-ah?— Heungmin no volvió al trabajo, sólo le respondió a su primo, no pudiendo ocultar su cara de molestia.
—A verte holgazanear—
Heungmin no iba a reírse con él ni de sus agresiones. Prefirió no mirarlo y empezar a barrer. Era común en el menor ser tan grosero a veces, mucho más cuando no había nadie que los entendiese a sus alrededores porque un coreano lo hubiese retado al instante por hablarle así a un mayor. No respondió porque era estúpido responderle a Guesung. Sólo se rebajaría a su nivel.
Heungmin se había alejado de Guesung, caminando a pasos lentos mientras barría, yéndose más y más lejos. Su primo, en cambio, le seguía cada uno de sus pasos.
—La abuela decía que tu eras el favorito, incluso mamá creía que serías mejor hijo que yo— La mirada de guesung bajó y una mirada triste se le pintó en el rostro. —Y parece que sólo vienes a holgazanear del otro lado del mundo—
A Heungmin le daba lástima. Pero no podía confiar en él. Mantuvo una expresión dura, no dejándose caer por los trucos. Fingió no mirarlo, no escucharlo, nada.
—Quizás porque todavía no saben qué pasó en el servicio militar— Agregó a su relato. Tiró la bomba para después volver a sonreír altanero, como si supiera qué botón tocó.
Dejó de barrer. Ahora sí, lo miró.
—Guesung— enfatizó en cada sílaba de su nombre —, tenemos un trato— sentenció con dureza.
—"Tenemos un trato"— repitió con un tono aniñado —¿Cómo se llamaba él? ¿Jung...?—
Heungmin suspiró pesado, cerrando los ojos. Odiaba oír su apellido en la boca de su primo. Trató de no explotar, pero estaba siendo difícil. Volvió a barrer.
Guesung chasqueó la lengua y le compartió una sonrisa cargada de resentimientl. Después, ahí lo dejó, yéndose camino a la salida. Heungmin lo siguió con la mirada, harto de soportar sus berrinches. Cuando vuelva a corea, no tendría que soportarlo nunca más.
Heungmin y Guesung eran los primeros nietos varones de la familia, eso, en corea, generó una competencia entre ellos que Heungmin no terminaba de entender. Él quería mucho a su primo cuando eran pequeños, era como un hermano para él. Cuando fueron creciendo, las cosas se fueron tensando entre ellos. Todo, hasta que un día, la tensión no se rompió, explotó. Guesung jugó con su confianza. A partir de ahí supo Heungmin que no podía confiar en Guesung y, que si lo dejaba jugar, lo poco que le quedaba en casa, lo perdería.
Ya ni se dio cuenta cuándo el sol cayó o en qué momento se hizo hora de irse a casa. Sentado en una de las mesas vacías del fondo, miraba la foto de su billetera. Heungmin sentía que faltaba algo en él, pero los recuerdos que venían a su cabeza. Se ocultó en sus brazos acostados en la mesa, malhumorado, recordando lo que pasó cuando Guesung traicionó su confianza.
ESTÁS LEYENDO
Friday (I'm in Love) | Cutison.
FanfictionPerdido en la ciudad que no ve nevar. Buenos Aires, 2007. Él aprendía a vivir solo cuando la casualidad lo llevó a abrir viejas heridas que creyó haber cerrado y amores que juró haber olvidado. ¿Hasta dónde somos nosotros mismos? Cristian volvía a...