Tantos papeles dando vueltas en su escritorio. El sonido inquietante del reloj, los autos de la ciudad y los sonidos del teclado. Nada. Cristian estaba en su burbuja, sosteniendo su cabeza con su mano para no dejarla caer.
Desde el lunes, notó Lisandro, que a Cristian le costaba moverse. Le dio una mirada más y volvió a su pantalla, sirviéndose otro mate.
Lisandro miraba, siempre miraba, así, de lejos, pero no le gustaba interactuar. Prefería ser espectador en la vida de los demás. Le gustaba mirar mientras se tomaba unos mates, pero tratándose de un amigo como Cristian, sentía que tenía que hacer algo. Decir algo.
¿Y si tenía que ver con lo que le dijo Paulo el viernes? Tenía todo el sentido del mundo. Es decir, tenía cara, pero no, Cristian no. No podía ser. Sorbía del mate mientras se dejaba caer para atrás en su silla. Tenía que dejar de suponer cosas.
—Salgo un ratito, negro, cubrime. —Cristian ni siquiera respondió.
Pasó directo a la máquina de agua. Tenía que servirse un termo más porque no iba a pasar más la mañana así. Lisandro sin mate no era nadie.
Y sabía bien que Nahuel, tampoco.
Se miraron cuando estaban esperando que caliente el agua en esa máquina que había traído la de recursos humanos. Nahuel quitó la mirada enseguida pero Lisandro, no.
Todavía le quedó el resentimiento de la última vez, a pesar de que el conflicto no giraba en él. Ni siquiera lo tocaba, pero tratándose de Cristian –a quien él consideraba uno de sus mejores amigos– fue un golpe duro, tanto como espectador como amigo de Nahuel.
—De verdad, loco, ni el agua se puede hervir ahora. —Lo soltó de la nada. A Lisandro no le gustaba participar, pero esta vez, le salió del alma. Leía a su compañero como un libro abierto. —¿Algo más tenés para hacer? Algún gualicho, capaz.
Nahuel no dijo nada. Sus ojeras resaltaban en aquellos ojos marrones y sus mechones de cabello cayendo encima de su cara. Ahí estaba su compañero de las mañanas, destruido, roto.
—Dale, no te hagás el tonto. Decime. —Odiaba que Nahuel no lo mirara a la cara. —Molina, la puta madre. Le quisiste quitar el hijo al Cristisn, ayudaste al tarado de Damián, ¿qué más?
Y no respondía.
—Te pagaron ¿cuánto? ¿Cuánto vale más que un amigo? —El agua empezaba a hervir, pero la sangre de Lisandro, también. —¿Vale más que yo? ¿A mí también me querés cagar? Echame, tarado, a ver si te da —gruñó. —¿Qué más, Nahuel? —Apretó los dientes.
Nahuel estaba con la mirada baja cuando se sinceró con Lisandro. Una palabra que juró no decir, pero sus piernas flaqueaban y sus ojeras sólo reflejaban lo poco que le quedaba de alma.
El agua hirvió.
La sangre de Lisandro se congeló.
La mañana del viernes se iba entre papeles sueltos en el escritorio y el incesante ruido del reloj. Cristian ya no les prestaba atención. Nada, simplemente, nada.
ok ???
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Friday (I'm in Love) | Cutison.
FanfictionPerdido en la ciudad que no ve nevar. Buenos Aires, 2007. Él aprendía a vivir solo cuando la casualidad lo llevó a abrir viejas heridas que creyó haber cerrado y amores que juró haber olvidado. ¿Hasta dónde somos nosotros mismos? Cristian volvía a...