Capitulo 34: Agua hervida

851 197 79
                                    

Tantos papeles dando vueltas en su escritorio, el sonido inquietante del reloj, los autos de la ciudad y los sonidos del teclado. nada. Cristian estaba en su burbuja, sosteniendo su cabeza con su mano para no dejarla caer.

Desde el lunes, notó Lisandro, que a Cristian le costaba hasta moverse. Le dio una mirada más y volvió a su pantalla, sirviéndose otro mate.

Lisandro miraba, siempre miraba, así, de lejos, pero no le gustaba interactuar. prefería ser espectador en la vida de los demás. Le gustaba mirar mientras se tomaba unos mates, pero tratándose de un amigo como Cristian, sentía que tenía que hacer algo. Decir algo.

¿Y si tenía que ver con lo que le dijo Paulo el viernes? Es decir, "tenía cara", Pero no, Cristian no. No podía ser. Sorbía del mate mientras se dejaba caer para atrás en su silla. Tenía que dejar de suponer cosas.

—Salgo un ratito, negro, cubrime— Cristian ni siquiera respondió.

Pasó directo a la máquina de agua. Tenía que servirse un termo más porque no iba a pasar más la mañana así. Lisandro sin mate no era nadie.

Y sabía bien que Nahuel, tampoco.

Se miraron cuando estaban esperando que caliente el agua en esa máquina que había traído la de recursos humanos. Nahuel quitó la mirada enseguida pero Lisandro, no.

Todavía le quedó el resentimiento de la última vez, a pesar de que el conflicto no giraba en él. Ni siquiera lo tocaba pero tratándose de Cristian –quien él consideraba uno de sus mejores amigos– fue un golpe duro, tanto como espectador como amigo de Nahuel.

—De verdad, loco, ni el agua se puede hervir ahora— lo soltó de la nada. a Lisandro no le gustaba participar, pero esta vez, le salió del alma. Leía a su compañero como un libro abierto. —¿Algo más tenés para hacer? Algún gualicho, capaz—

Nahuel no dijo nada. Sus ojeras resaltaban en aquellos ojos marrones y sus mechones de cabello cayendo encima de su cara. Ahí estaba su compañero de las mañanas, destruido, roto.

—Dale, no te hagás el tonto. Decime— Odiaba que Nahuel no lo mire a la cara. —Molina, la puta madre. Le quisiste quitar el hijo a Cris, ayudaste al tarado de Damián, ¿qué más?—

Y no respondía.

—Te pagaron ¿cuánto? ¿Cuánto vale más que un amigo?— El agua empezaba a hervir, pero la sangre de Lisandro, también. —¿Vale más que yo? ¿A mí también me querés cagar? Echame, tarado, a ver si te da— gruñó: —¿Qué más, Nahuel?— Apretó los dientes.

Nahuel estaba con la mirada baja cuando dijo qué pasó.

El agua hirvió.

La sangre de Lisandro se congeló.

La mañana del viernes se iba entre papeles sueltos en el escritorio y el incesante ruido del reloj al que Cristian ya no prestaba atención.

Nada, simplemente, nada.

Nada, simplemente, nada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ok ???

Friday (I'm in Love) | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora