Capitulo 1: Etapas

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En la vida, hay etapas. Momentos en la vida que llegan para marcar un antes y un después. Cristian estaba en una –no tan– nueva etapa, una que deseaba nunca haber empezado.

—Cómo te rascás, Marmo. —Se arrodilló a la altura del gato, dándole una caricia que recorrió todo el largo del cuerpo del animal. —Vos sí que vivís bien, eh.

Esta etapa empezó hace más de dos meses y todavía parecía nueva, como si hubiese sido ayer. Le costó más que la vez que recién llegaba a Buenos Aires, después de abandonar su Córdoba querida, hacía ya cinco años. Costó más que eso.

Todos los días eran iguales a este punto. Se levantaba a trabajar, volvía a la tarde a casa, miraba la tele, iba a comprar cosas. Después se encerraba en la casa para cenar y dar vueltas por ahí con una cerveza en la mano.

Su única compañía era un gato que su hijo había llamado "Marmolado". El gato era blanco con un marrón marmolado en su pelaje, como un budín de vainilla mal cocinado. Hace tiempo que no comía uno igual.

Cansado agarró su bolsito de compras y cerró la puerta de la casa con llave. Marmolado se quedó mirando para después lavarse una garrita. El silencio quedó atrás de esa puerta. Cristian quedó afuera, mirando la llave, atrapado, otra vez, en un bucle de pensamientos que no podía esquivar. Quedó «colgado»

Siempre tenía que sacudir la cabeza cuando empezaba a pensar en ello. Tuvo que hacerlo en la puerta, casi como un cachetazo y, después, en el auto cuando luchaba por encenderlo. Todos los días, desde que comenzó esta etapa, sucedía lo mismo: su auto no encendía.

Etapas difíciles pero nada que un par de latitas de cerveza no solucione. Apenas llegó al mercadito caminó directo a ellas y las agarró de la heladera. Lo frías que estaban le tentó a abrirlas ahí mismo, pero sólo las dejó en el canasto.

Después, camino a la caja, vio la góndola de galletitas y automáticamente pensó en Valentino. Agarró unas de chocolate que vio a la pasada, sin pensarlo mucho y las metió junto a las cervezas.

Se acercó a la fila y se quedó ahí, mirando el contraste del paquete colorido de galletitas y las cervezas en lata de color blanco y celeste. ¿Desde cuándo había cambiado tanto todo? Una respuesta que, al final, no servía de nada encontrar. O sí, sólo para cerrar esa herida en el pecho. No sabía. Se frustraba de sólo pensarlo. Apretó su agarre en el canasto y miró a la fila, viendo que el de la caja atendía un carro lleno. Bufó, pero no perdió la calma.

—¡Cris!

Giró un poquito. Esa voz se le hizo más que conocida. Acercándose animado, encontró los brazos abiertos de su amigo. Su mejor amigo.

—¡Paulo! —También abrió los brazos para después los dos fundirse en un abrazo, como si no se hubiesen visto hace tiempo. En realidad se habían visto la semana pasada. —¿Qué hacés, locura?

—Comprando un par de cosas. —Así notó el carro que Paulo traía con él. Sintió, entonces, la mirada inspectora de su amigo que miraba abajo, a uno de sus lados, después al otro. parecía buscar algo. preguntó: —¿Y Valen?

—Con la mamá —le cambió la cara enseguida. Sus palabras parecían dolerle —. Ahora en un rato lo traen a casa.

Paulo lo notó.
—Uh, y sí, es viernes, hora de que el papá lo tenga un rato —bromeó tratando de levantar el ánimo. No funcionó. La mirada de Paulo pareció ser un poco más pícara de lo usual. Tenía intenciones que Cristian sospechó enseguida —. ¿Qué van a hacer hoy?

—Y nada, comer algo y mirar la tele. Aparte Valen quiere ver a su gato.

Paulo asintió como si era exactamente lo que quería oír. El segundo y medio de silencio Cristian se preparó para oír la propuesta que Paulo le tiraría. En ese segundo y medio, que de a poco se convertía en dos, la fila avanzó un par de centímetros. Se oyó la caja pasar los productos de fondo, haciendo su pitido característico. La fila seguía estancada en el carro lleno.

Friday (I'm in Love) | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora