Capitulo 21: La cámara de momentos

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Un gran grupo de personas solía juntarse en la puerta del jardín al mediodía, esperando a que los chicos salgan para irse a casa. Ese miércoles, a diferencia de los otros, era Cristian el que esperaba a Valentino. Logró convencer a Karen de que iría él a buscarlo para pasar el día. Es lo que hacía antes de que su familia se rompiera.

—Pero, boludo, en serio, qué cagada —hablaba Paulo entre el barullo que había a la salida del jardín. Estaba de brazos cruzados, esperando, como todos, que se abran las puertas. —Igual me dejaste pensando en lo de Nahuel. Qué hijo de puta.

Desde afuera se oían los niños del patio de atrás, saludando a la bandera. Cantaban al unísono.

—Yo te lo firmo: hizo los papeles, creeme. —A Cristian todavía le quedaba el trago amargo de la traición y endurecía la expresión cuando lo recordaba. —Todavía no sé cómo me dio el día libre hoy.

—Tiene el culo sucio, Cris, es eso. —Paulo también estaba indignado, negando con la cabeza. Chasqueó la lengua. —Pero viste que yo te dije que estaban haciendo trámites allá en el mall. Seguro estaban haciéndole alguna autorización. Andá a saber.

Cristian no comentó más y bajó la mirada, sin querer amargarse más. Por ahora se estaba manejando bien. Pensó que faltaba poco para el viernes próximo. Si jugaba hasta las ocho, entonces tendría que esperar un poco más para que sean las nueve y media. Valentino estaría inquieto, pero si le compraba algo capaz se sentaba y se quedaba quieto. Podría volver a casa, después volver. Es gastar nafta. Algo tenía que hacer. Heungmin lo iba a estar esperando para ir juntos. Se preguntaba si hoy también estaba bien, por quinta vez en la mañana.

—Eu, a ver la cámara —pidió Paulo.

Cristian sacudió la cabeza y miró a su amigo. De la bolsita que tenía colgando en el antebrazo, Paulo buscó hasta que encontró la cámara digital. La agarró, tocó un botón y, después, la puso frente a su cara. El «click» y el «flash» exaltó a Cristian.

—Viste que se usaba así, por eso no te salía la foto —se reía Paulo, mirando la pantallita de la cámara. Cristian se acercó para ver con él y encontró una foto suya con cara de sorpresa.

—Sacala a esa, boludo.

—Pará que no sé cómo. —Miró por toda la cámara, todos sus botones, buscando cómo borrarla. No sabía. Cristian se mordió los labios, viéndolo con decepción, negando con la cabeza.

La puerta del jardín se abrió y los nenes salían en fila. La señorita los repartía, buscando a los papás que levantaban la mano cuando llamaban por el nombre del alumno. Cristian localizó a Valentino agarrando las correas de su mochila y buscando con la mirada –seguramente– a su mamá. Lo bueno es que fue una sorpresa. No le había dicho a Valentino que lo iba a retirar.

Valentino llegó decepcionado con la seño y ella llamó a la mamá del nene. Cristian levantó la mano, la seño lo vio, al instante, su hijo lo localizó. Carita iluminada del nene para después saludar a la seño rápido y correr.

—¡Papi, papi! —exclamó con alegría.

Valentino venía corriendo hasta su papá. Se encontraron en un abrazo y se fundieron en él, nunca más felices de verse.

—Ay, mi vida, te extrañé —Le tuvo que dar un beso en el cachetito y abrazarlo con más fuerza.

«Click, flash». Eso logró robarle la atención al padre y al hijo que miraron de donde vino eso. Ahí fue cuando Valentino notó que el tío Paulo había venido.

—¡Tío Paulo! —Hubo un abrazo para el tío también. Valentino se soltó de su papá y corrió donde Paulo, dándole un abrazo fugaz para después extender el puño delante de él.

Friday (I'm in Love) | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora