Algo que a Cristian le encantaba oír era el acento extranjero de Heungmin relucir en palabras castellanas. Le encantaba. Cada vez que tenía una palabra mal conjugada o una "r" mal pronunciada, se reía enternecido, dejando que su cabeza se ladee para un lado. Con la sonrisa de estúpido que tenía, parecía que no estaba tan mal.
—No te rías, Cristian, estoy haciendo lo que puedo. —Pero Heungmin también se reía, dándole un golpe en el hombro.
Sentados en el banco de la plaza, esa noche de otoño, sus rodillas se permitían ese contacto que tanto Cristian como Heungmin buscaban del otro. Encerrados en su burbuja, riéndose y charlando juntos, como si nada estuviese pasando. Era ese el momento que Cristian necesitaba. Se sentía como una cámara lenta, una miel que tiernamente le pegotaba los dedos.
—No me río de vos. —Seguía haciendo esa risita tonta de ternura, sosteniendo su cabeza que estaba por tirarlo a un costado. —Es que sos tan lindo cuando hablás así.
De a poquito la sonrisita de Heungmin se fue borrando, como si se hubiese dado cuenta de algo. Cristian creyó que dijo algo malo, pero, entonces, volvió a reírse, ahora sin mirarlo. Le recordó un poco al lenguaje corporal de Nahuel.
—¿Por qué decís eso? Desde hoy que estás diciendo eso. —Ahora Heungmin volvía a mirarlo, dudoso pero medio riéndose.
—¿De qué cosa?
Cristian miró a Heungmin que dudaba de decirlo o no. Se apretaba los labios, se reía y bajaba la cabeza, todo en un par de segundos, mientras con las manos trataba de explicar. Le daba vergüenza.
—De que... Eso. —Dio un movimiento más con la mano para después apoyar sus palmas en el banco y girar su mirada a un costado. Sus rodillas ya no se tocaban y su mano izquierda hacía de barrera entre ellos. —De que soy lindo.
A Cristian sí que le tomó por sorpresa que expresara explícitamente la pregunta. Pensó que sólo lo había dicho un par de veces, pero parece que en esos diez minutos que llevaban charlando de cosas triviales para no dejar el silencio, ahora que recordaba, lo dijo bastantes veces. Se rió porque quizás estaba incomodando a Heungmin de más.
—Perdón. —Se reía el cordobés, acomodándose en el banco, haciendo que copiaba la misma posición que el otro para hacer que sus meñiques se toquen. El contacto. —No te quería hacer mal, es que… —También le dio un poquito de vergüenza. —Sos lindo —completó.
Las palabras quedaron en el aire ante el silencio de Heungmin y sólo el viento otoñal llenaba ese espacio. Solía haber esos vacíos en sus charlas, esos vacíos que pesaban tanto que no podían ser llenados con cualquier cosa, especialmente ese día que había tanto por decir después del viernes pasado. Ahora que lo pensaba, debía dar una explicación.
—¿Y entonces? ¿Estás muy lejos de acá? —preguntó Cristian tratando de sacarle charla al otro, tratando de mantenerse simpático. —Porque es bastante tarde para que andes solo por la calle.
—Mi primo viene a buscarme. —La sonrisa simpática de Heungmin se hizo relucir en su cara al responder. —A veces no puede, pero hoy… —Hizo un ademán, queriéndose dar a entender.
Cristian notó que Heungmin se guardaba muchas palabras. Sabía que era de los nervios que trataba de manejar. Lo sabía porque estaba igual.
—Entiendo.
Silencio. La cosa se ponía más y más incómoda, como si los dos estuviesen preparando las palabras para decir algo. Era insoportable. Alguien tenía que empezar. Era un juego de quién aguantaba más sin decir nada. Las baldosas de la plaza parecían más entretenidas que nada. Labios se mordían, manos que jugaban entre ellas, allí, donde nadie quería perder.
ESTÁS LEYENDO
Friday (I'm in Love) | Cutison.
FanfictionPerdido en la ciudad que no ve nevar. Buenos Aires, 2007. Él aprendía a vivir solo cuando la casualidad lo llevó a abrir viejas heridas que creyó haber cerrado y amores que juró haber olvidado. ¿Hasta dónde somos nosotros mismos? Cristian volvía a...