Capitulo 14: La noche del desastre, parte uno

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El viernes llegó pero Valentino todavía no. Cristian esperaba en el portón siguiendo con la mirada a cada auto, pero no, ninguno era el auto que traía a su hijo. Incluso Marmolado miraba pegadito al portón mientras se lavaba la garrita. Sus manos ya estaban inquietas.

La semana de Cristian no estaba siendo la mejor. En el trabajo lo mismo de siempre y en casa también. Eso hasta la visita de Paulo que sólo lo llenó de dudas después de oír sobre Lautaro. Hacía tiempo que no sabía nada de él. No desde que subió al micro con Karen y Paulo, que le había dicho que habló con él antes de partir. Él no se quería ir. Se quería bajar. Pero ese día había elegido quedarse arriba, con ella. Él lo había elegido así.

Se sintió un poco patético al ver el patio de su casa y su cama vacía. Su idea de escapar a Buenos Aires había sido un fracaso. De nuevo solo, en un portón, esperando lo único que había valido la pena. Escapando de una etapa, entraba a otra de la que no podía salir.

El teléfono sonó. Cristian y Marmolado compartieron una mirada. Rápidamente caminaron donde el timbre sonaba con fuerza. Cerró la puerta de la casa detrás suyo acompañado del gato. Levantó el tubo, esperando que la otra línea hable.

—«Hola, ¿Cristian?»

Una mueca arrugó el entrecejo de Cristian. Su corazón apretaba y la respiración le decía que algo estaba por detener sus latidos.

—Karen —murmuró con su boca casi pegada al tubo del teléfono —. Hola, ¿cómo andás? Justo...

—«Te llamaba para avisarte que... Hoy Valen no va» —titubeó ella unos segundos antes de hablar. Había sido directa, sin más.

—¿Cómo que no? ¿Por qué? —La voz decepcionado de Cristian se hizo escuchar de todas formas. Su respiración se disparó de su nariz, como si la hubiese retenido. —¿Pasó algo?

—«¡Papi!» —La voz de Valentino se escuchó distorcionada en la línea del teléfono. Cristian sonrió de nuevo aunque un pinchacito en el corazón le hacía mal. —«La tía Pau me invitó a su cumpleaños ¡va a haber torta! ¿Te guardo?»

Suspiró Cristian con tristeza. Aún así, su hijo le hacía reír. Se había olvidado del cumpleaños de la madrina de Valen.

—No, está bien, amor. ¿Venís mañana? —Un ruidito de afirmación, animado como sólo Valen, fue suficiente respuesta para su corazón tristongo. —Mandale saludos a la tía, Valen ¡y al tío Nahuel también! Que lo quiero mucho decile.

—«Sí, papá» —Vocesita linda que tenía Valentino. —«Te amo mucho»

Su tarde de viernes empezaba con el pitido de fin de llamada. Así se iba en camino al desastre.

Más temprano, Paulo lo había llamado, también. Le dijo que vaya que ahora faltaban dos. Claro, el cumpleaños de la madrina de Valen, la esposa de Nahuel. Seguramente él no iba a ir. Habiendo dicho que iría al club, no había manera de suspenderlo. Quería ocultarse en sus mantas de la cama. Tenía tantas cosas que resolver en su mente que esconderse en la casa tenía que ser el mejor remedio. Ir a comprar una cerveza o dos. Mejor tres.

Se recostó mejor en el sillón y se quedó pensando en el remolino de emociones desordenadas que tenía. Movía las llaves de la casa de un lado a otro en su mano. El choque de metales era el único sonido que llenaba el ambiente desolado de su casa.

Había tantas cosas que en esos dos días no podía terminar de acomodar. Se preguntó qué estaría haciendo él en Italia, si había superado lo que hicieron o lo que pudieron hacer. Una sonrisa lenta y dolorosa apareció en su cara cuando volvía a repasar esa etapa de su vida. Para Cristian, sólo eso era. Una etapa que quedaba atrás o, más bien, que tuvo que dejar detrás.

Friday (I'm in Love) | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora