5.- Justo a la puesta del sol

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Alessio

Creí ingenuamente que Bella se presentaría al día siguiente al parque Sempione, así que aguardé el día siguiente a que nos encontráramos, y también el día posterior a ese, pero ella no llegó.

Así que descarté la idea de que realmente fuera a tomar mi petición de encontrarnos ahí, y decidí olvidarlo. Después de todo, nuestros encuentros han sido solamente consecuencia de la casualidad.

—¿Has tenido dolor? —inquiere el médico —¿Alguna sensación extraña en la piel?

—Solo comezón —me encojo de hombros—. Pero usted dijo que era normal, ¿no es cierto?

—Sí, es un proceso normal de la cicatrización —me sonríe y me indica que puedo colocarme la camiseta. —Puedes colocártela, te espero afuera para terminar la consulta.

Evito mirarme en el espejo como si de esa manera pudiera ignorar todas las cicatrices que me cubren el brazo izquierdo hasta llegar a la parte del hombro y pecho. El médico dijo que podía ser peor, que tuve suerte de que las cicatrices no fueran demasiado evidentes pero, joder, claro que son evidentes.

Deslizo la mirada hacia el espejo en un movimiento casi involuntario y mis ojos captan la zona que tiene diferente tonalidad, los bordes irregulares sobre la piel que me causan escalofríos porque aún no me acostumbro a mirarlas.

Alejo la atención del espejo y me coloco la camiseta de mangas largas, comencé a usarlas porque las quemaduras no podían estar expuestas al sol y para ocultar los vendajes, pero ahora, casi cuatro meses después, no me atrevo a colocarme una camiseta de mangas cortas. Antes era aficionado a la atención, ahora huyo de ella.

Salgo del consultorio, el médico ya se encuentra sentado frente a su escritorio realizando unas anotaciones y solo cuando llego eleva la vista para fijar su atención en mí.

—La cicatrización va como debería, no hay señales de infección, todo está en orden, estás recuperado de las lesiones físicas.

Asiento, sé que debería de alegrarme, pero no es así.

—¿Cómo va la terapia? —eso causa un suspiro en mí.

—Si por bien podemos decir que he conseguido dormir dos horas más de las habituales, entonces bien.

—Alessio, sabes a lo que me refiero.

Me aclaro la garganta, ¿Cómo va la terapia? Como la mierda, sinceramente.

—No lo sé, doc. Creo que realmente soy un caso perdido.

—Nadie es un caso perdido —dice con firmeza —mucho menos tú, has pasado por cosas complicadas pero eso no significa que seas un caso perdido. Todos enfrentamos nuestras batallas de la manera en la que mejor podemos, eso no nos convierte en una causa perdida.

—Es mi doctor, claro que tiene que decirme esto —objeto —pero a mi parecer, realmente lo soy.

—Alessio...

—Según sus palabras estoy bien físicamente, ¿cierto? Eso significa que no tengo que volver —me incorporo del asiento y sonrío con falsedad —ha sido un placer doc.

—Alessio, estar bien físicamente no es lo único que necesitas y lo sabes —me detengo —tienes todas las herramientas para superar esto, solo tienes que decidir utilizarlas.

Utilizarlas, parece una palabra tan sencilla, tan fácil de seguir, pero ahora realmente no me siento capaz.

—Gracias, doctor —salgo del consultorio médico sin voltear. Mientras avanzo por el pasillo el sentimiento de malestar vuelve y se mantiene muchísimo más latente en mi pecho que antes.

Un desastre perfecto.(SL #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora