21.- Un sentimiento verdadero.

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Alessio

Volver a las carreras fue todo un reto, uno para el que creí estar preparado, pero lo cierto es que el peso que eso trae consigo, fue mayor del que pensé. Trataba de convencerme que podría con ello, pero ya he experimentado lo suficiente para saber que, de pasarlo por alto, el pequeño copo de nieve puede convertirse de pronto en una avalancha que me enterraría vivo.

Así que aquí estoy, de nuevo frente al terapeuta que parece feliz de verme.

—¿Cómo te has sentido ahora que has retomado las carreras?

—Creo que estoy llevándolo mejor de lo que pensé —sonrío —fue complicado al inicio, pero ahora es como si nunca hubiese tenido pánico de conducir otra vez.

—Entiendo, aunque debes de recordar que, si en algún momento crees que estás yendo a velocidad, debes de frenar antes de impactarte, ¿verdad? —asiento levemente cuando entiendo que es lo que quiere decir.

El terapeuta pregunta sobre otras cosas, sobre mi relación con el equipo, sobre la presión de Hamilton y en como me sentí al haber obtenido el segundo puesto en el podio.

Realmente no puedo quejarme, luego de estar tanto tiempo lejos, la posición dos me sabe a gloria.

Y luego, por alguna razón, la conversación de dirige a Bella.

—¿Cómo va tu relación con Bella?

—De maravilla —no puedo ocultar el sentimiento que me da el hablar de ella —es un gran apoyo para mí. Está siempre cuando la necesito, es como si fuese capaz de quitarme el peso de encima cuando estoy con ella.

—Pude darme cuenta de que fue una parte fundamental en tu proceso de recuperación. Me alegra que la tengas dentro de tu circulo de apoyo. Pero estoy algo preocupado, sobre que puedas considerarla indispensable en tu bienestar.

Mis cejas se fruncen, denotando mi estado de confusión.

—¿Qué trata de decir?

—Bella es una parte muy importante en tu recuperación, pero no quiero que crees una relación de dependencia para con ella. Eso sería contraproducente para alguien que sufre de trastorno de estrés postraumático.

Sí, bien doc, recuérdeme mi trastorno. Desde que me diagnosticaron, no quise pensar en eso. Nunca le dije nada a mi hermana, ni siquiera a Bella. Admitirlo me hacía sentir más vulnerable, y era jodido tener que recordarlo.

—No soy dependiente de ella —afirmo —tenemos una relación, encuentro en ella el apoyo que necesito, ¿qué? ¿eso está mal?

—No, no lo está, siempre y cuando seas consciente de que tu bienestar, no depende de ella —me mira con comprensión, y me regala una sonrisa en el momento justo en el que el timbre suena, anunciando el fin de la sesión.

—Gracias, doctor, lo tendré en cuenta.

Cuando salgo del complejo de edificios médicos, me encuentro con Marcella esperando por mí. Mi hermana había adquirido la costumbre de pasar por mí cada que acudía a las terapias, sonrío cuando la veo, ella eleva un par de vasos de café lo que me roba una risa.

—Vienes preparada, ¿eh?

—Bueno, el café siempre es la solución a todo —me da una sonrisa de complicidad —¿Cómo estuvo hoy?

—Bien —tomo una corta inhalación —las cosas van mejor, él parece notarlo también.

—Todos lo notamos —coincide —¿Te llevo a casa?

—Sí, tengo que tomar el auto para ir al autódromo, Hamilton programó unos entrenamientos para los pilotos, me llevará toda la tarde.

Mi hermana asiente, nos metemos en el auto y me permito disfrutar del café que se siente como la gloria en mi organismo. Cuando llegamos a mi casa, ella dice que se quedará para preparar la cena y yo no tengo mucha objeción en eso. Así que simplemente ingresa al garaje y yo me monto en mi auto para poder salir.

Un desastre perfecto.(SL #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora