17.- Cuando dos mundos colisionan.

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Bella.

Permanezco afuera de una pequeña habitación en donde Alessio se encuentra. Estamos en el autódromo en donde se suelen llevar a cabo los entrenamientos de los pilotos, o al menos, eso es lo que Alessio me explicó.

—¿Está listo? —Hamilton aparece a mi costado.

—Supongo que sí —respondo dándole una rápida mirada.

No me he tomado el tiempo de observar a todo el equipo de carreras, mucho menos a Hamilton, pero cuando empieza a moverse nerviosamente entre el pasillo y la puerta de la habitación, lo hago.

Debe tener unos treinta y tantos, no parece demasiado mayor, tal vez un poco más joven que mis tíos. Es rubio y tiene un cuerpo atlético, probablemente él también fue piloto pero no me atrevo a preguntar en realidad.

Ahora tiene una barba perfectamente recortada que no poseía las veces anteriores en las que nos hemos encontrado, y luce nervioso, ¿el motivo? Probablemente por el chico que lleva cerca de veinte minutos dentro de la habitación.

Cuando hace el ademán de tocar la puerta, lo detengo.

—Deje de presionarlo, va a salir —él me mira con las cejas juntas —si lo presiona solo va a conseguir que se niegue.

—Tiene que salir.

—Y lo hará, aunque si lo presiona es probable que no —me cruzo de brazos —creo que ha hecho suficiente viniendo hasta aquí y aceptando conducir.

El hombre me mira, entrecierra los ojos en mi dirección y sé que está considerando si responderme es buena idea o no. Al final, no puede hacerlo porque la puerta se abre y Alessio se deja ver.

—¿Estás esperándome? —inquiere hacia su entrenador.

—No —responde él con evidente alivio —venía a ver si estás listo, apenas he llegado.

Alessio asiente, porta unos jeans a juego con la sudadera azul oscuro con el logo de Mercedes Benz en el pecho, y una gorra del mismo color.

Eso parece aliviar a Alessio, desliza su atención hacia mí y sonríe.

—¿Estás lista?

—Listísima —trato de ocultar mi entusiasmo porque no sé si eso resulte contraproducente —¿qué hay de ti?

—Tan listo como puedo —dice con una sonrisa tensa.

Hamilton nos hace un ademán y esa es nuestra señal para salir, Alessio extiende la mano hacia mí, nuestros dedos se entrelazan y deja un apretón conforme avanzamos por el pasillo que nos conducirá hasta afuera de las instalaciones.

Cuando llegamos, todo el equipo está ahí. Hamilton se coloca los auriculares, hay varios chicos mirando las pantallas y en los asientos que están apartados, reconozco a Max. Él se incorpora apenas nos mira, casi corre hasta donde nos encontramos y tengo que echar atrás el sentimiento de molestia que amenaza con abrirse camino en mi sistema.

—Escuché que volverás —dice con una sonrisa —me alegra saberlo.

—Creo que ya era momento —Alessio sonríe hacia su amigo, no suelta mi mano en ningún momento, al contrario, parece afianzarse con cada segundo.

—Es genial, Hamilton pidió un nuevo auto para ti, tienes suerte, ¿eh?

El cuerpo de Alessio se tensa a mi costado y quiero darle un puñetazo en la cara a Max. Gracias al cielo el director lo llama e impide que mi puño termine contra la nariz del idiota que se hace llamar su amigo.

Un desastre perfecto.(SL #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora