39.- Verdades

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Bella

Me he convertido en una persona que hace todo de manera automática. Han pasado veinticuatro horas desde que Alessio salió de la operación, veinticuatro horas en donde se supone que debíamos ver mejorías, pero nada ha ocurrido.

La incertidumbre me está matando, no creo poder continuar así por mucho más tiempo. Cada que entro a verlo, cada que sostengo su mano, me tengo que obligar a mantenerme entera. El médico dijo que deberíamos hablarle, que nuestra voz puede hacer que su cerebro reaccione, así que eso hago.

Le hablo de cualquier cosa, de lo que sea. Hasta el detalle más insignificante, le hablo de los nombres para nuestro bebé, de las decoraciones, de que estoy ansiosa por saber el sexo, también le hablo sobre las carreas, sobre que sus amigos están aquí esperando que despierte, y sobre todo...le hablo de nuestro futuro.

—Señora Vitale —pronuncio con una sonrisa mientras acaricio su mano —se escucha genial, ¿no es cierto?

Tomo una inhalación.

—Estoy segura de que me propondrás matrimonio, ¿a que sí? Y tal vez podamos vivir cerca de la playa, o quien sabe, tal vez en uno de esos barrios antiguos como el que vive tu madre, es cálido y seguro para nuestra familia.

Lo miro, los moretones en su cuerpo comienzan a disiparse, las enfermeras le han recortado la barba, tiene un ligero corte en la mejilla y anoto mentalmente no dejar que ninguna enfermera vuelva a usar un filo cerca de su rostro.

Extiendo la mano, acariciando levemente la zona.

—Sé que alguien te hizo esto —susurro —y te juro que voy a averiguarlo, voy a descubrir quién te dañó de esta manera, lo juro. Es lo que tú harías por mí, ¿cierto? Tú lucharías por encontrar a cualquier persona que se atreviera a lastimarme.

Aprieto su mano, una sonrisa crispa mis labios mientras llevo su mano hasta mis labios y dejo un suave beso.

—Estaré aquí esperando por ti para cuando decidas volver, mi rey, te lo prometo.

Me veo en la obligación de salir cuando su madre entra, antes de que pueda atravesar la puerta, ella me detiene.

—Gracias por todo —susurra —por todo lo que están haciendo por saber la verdad. Me alegro mucho de que mi hijo te haya encontrado.

—Es lo menos que podemos hacer por él.

Cuando salgo por completo, me siento agotada. Considero la idea de marcharme al hotel, apenas he ido ahí, apenas y he dormido y soy muy consciente de lo que eso puede ocasionarle a mi salud.

Hamilton permanece en la sala de espera, también están Jax y Noah, junto con Molly y Mich. Me quedo unos momentos con ellos sintiéndome reconfortada de tenerlos aquí, se siente bien que Al tenga a más personas que se preocupan por su salud, y que desean que se mejore pronto.

Permanezco con ellos hasta que tienen que volver a su hotel, Jax y Noah deben continuar y viajar a Italia para prepararse para el GP, ahora, esa carrera que Al tanto anhelaba se siente como una tortura, porque él debía estar ahí.

—Estaremos al pendiente —promete Mich —cualquier cosa que necesitas, llámanos, ¿de acuerdo? Haremos lo posible para ayudarte.

—Gracias, chicos, significa mucho para mí.

Nos despedimos con un abrazo, y luego me veo en la necesidad de volver dentro. Envuelvo los brazos alrededor de mi pecho, abrazándome a mi misma mientras ingreso de nuevo a la sala.

Me acomodo sobre al asiento, cierro brevemente los ojos permitiéndome tomarme un segundo para recuperar las fuerzas, hasta que escucho su voz.

—Bella —Hamilton se desliza a mi costado —deberías ir a descansar.

Un desastre perfecto.(SL #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora