32.- La ruina no llega sola.

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Bella.

Aún no soy capaz de procesar todo lo que está ocurriendo en mi vida, es como si alguien hubiese activado el piloto automático, llevándome como un robot, sin ser consciente en realidad de todo lo que pasa a mi alrededor.

Embarazada.

¿Se puede sentir tanto miedo por una noticia? No creí poder experimentar un grado tan elevado de ansiedad y miedo al mismo tiempo, ni siquiera cuando me dieron la noticia de mi lesión me sentí tan aterrada.

Escucho la discusión de mis tíos afuera, cierro los ojos con fuerza tratando de alejar todos los pensamientos que me mantienen en la oscuridad. La discusión se eleva hasta el punto de los gritos, mis tíos jamás discuten, el tío Ángelo adora a mi tía, escucharlos discutir por mí se siente como una puñalada directo en el corazón.

—¡Fuera de aquí! —el grito de mi tía acaba la discusión, luego, un portazo que resuena por la casa.

Las lágrimas vuelven a mis ojos y aprieto los dientes, tan fuerte que estos comienzan a doler.

—¿Bell? ¿Cielo? —la dulce voz de mi tía se escucha al otro lado de la puerta —¿puedes abrirme, por favor?

Quiero decirle que no, que solo quiero que se marche y me deje en paz, pero sé que está preocupada, sé que todos lo están en realidad. Así que ignorando mis propios deseos, me escabullo fuera de la cama y voy hacia la puerta.

—Bell...—parpadeo tratando de alejar las lágrimas pero me resulta imposible. Muerdo mi labio inferior pero ni siquiera eso resulta. —Oh, ven aquí.

Me siento cansada de llorar, creo que lo he hecho lo suficiente en las últimas veinticuatro horas, pero, ¿qué más puedo hacer? Me siento tan perdida, sin saber a donde debo ir o que es lo que tengo que hacer.

—Odio que peleen por mi culpa —me tallo los ojos —lo siento, de verdad.

Sus manos acunan mi rostro, me fijo en su mirada y en la calidez que me transmite.

—No te disculpes, nada es tu culpa, ¿entiendes eso? —inquiere —nada es tu culpa, las cosas a veces resultan como menos lo esperamos, pero no tienes que sentirte culpable.

—¿Por qué siento como si he arruinado todo?

Una sonrisa comprensiva se filtra es sus labios.

—No has arruinado absolutamente nada —asegura colocando las manos a los costados de mi cuerpo —¿quieres un consejo? No dejes que el miedo te domine, eres fuerte e inteligente, cielo. Eres una mujer tan brillante y esto no tiene porque derribarte.

—Mi tío me odia, ¿cierto?

Ladea la cabeza sonriendo un poco más.

—Eres la luz de sus ojos —un sollozo brota de mis labios y ella me abraza con fuerza, reuniendo todos mis pedazos —solo está preocupado, está tan preocupado por ti y por todo lo que puede pasar, pero sería incapaz de odiarte.

El sonido de la puerta nos alerta, reconozco los pasos y el sonido de las llaves, sé que él ha vuelto a casa.

Alessio y yo no hemos hablado mucho, en realidad, me he rehusado a hablar con él desde que salí del hospital. Lo ha intentado, y está siendo tan paciente pero no puedo mirarlo a los ojos y no sentir que me rompo por completo.

—Habla con él —pide mi tía —merece que hables con él. Recuerda que él tampoco quería nada de esto.

Apenas asiento, para cuando Alessio aparece en el pasillo de la habitación, me encuentro mucho más estable. Una pequeña sonrisa se filtra en sus labios, porta una camisa de Mercedes de manga larga, su cabello está revuelto y parece como si necesitara una ducha urgente.

Un desastre perfecto.(SL #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora