Bella
Volvimos a Milán dos días después, nos tomamos el tiempo de recorrer por algunas horas las calles de Sao Paulo antes de tener que viajar de regreso a nuestro hogar. Esta vez, al llegar, todo se sintió diferente.
Al no soltó mi mano en ningún momento, y fui consciente de la manera en la que sus ojos me observaban, casi emocionado, como si aún no fuese a creer por completo las cosas que habíamos hablado en el hotel.
—¿Qué pasa? —la incertidumbre puede más conmigo así que no me arrepiento de preguntar.
—Nada, ¿por qué? —Al se entretiene metiendo la ropa de nuevo en el armario.
—Me miras demasiado —ladeo la cabeza —¿todo está bien?
Toma una inhalación, termina de colgar las prendas en el gancho y meterlas al armario antes de girar por completo hacia mí.
—Solo estaba pensando, en lo que vendrá para nosotros ahora —se acerca con pasos lentos, como si tuviese temor de eliminar la distancia que se interpone entre nosotros —tu embarazo...
—Iremos poco a poco —extiendo la mano para tomar la suya —no quiero pensar nada por adelantado ahora.
Una sonrisa comprensiva se adueña de sus labios, observar el brillo en sus ojos es algo de lo cual jamás voy a cansarme. Me doy cuenta que durante los días anteriores, eché de menos esto, el simple hecho de encontrar su mirada iluminada y su sonrisa genuina.
—¿Ya has hablado con tu familia? —inquiere.
Sacudo la cabeza. Con todo mi viaje repentino a Sao Paulo, apenas había tenido tiempo de hablar con mis tíos. Solo Jacob estaba enterado porque tuvimos que pasar once horas juntos en un avión y claramente necesitaba desahogarme con alguien, y mi hermano parecía la mejor opción.
—Bien, lo haremos juntos entonces —asiente —hablaremos mañana con ellos.
—Casi parece una locura, ¿cierto? —una leve risa abandona sus labios —apenas llevamos unos meses saliendo y ya vamos a convertirnos en padres.
—Bueno, nunca imaginé ser padre a los veintiséis, pero creo que es una edad justa, podré jugar futbol con él sin sufrir un infarto —una carcajada brota de mis labios cuando dice aquello, me rio con fuerza, con tanta que termino contagiándolo y pronto la habitación se llena con el sonido alegre y...feliz.
—Suenas igual a mi tío Antoni cuando se convirtió en papá —me rio con menos fuerza, pero aún divertida —conforme mis primos crecían, aseguraba que ojalá nunca le pidieran jugar futbol porque entonces se quedarían sin padre, y cuando Rosella nació, creo que sus problemas cardiacos se triplicaron.
—¿Por qué te ríes de los problemas cardiacos de tu tío? —pregunta con una sonrisa divertida.
—Es que es gracioso...—me mira alarmado —¡No! No es gracioso que tenga problemas cardiacos, quiero decir, es horrible pero es gracioso que pensara que jugar futbol...
Me callo en cuanto miro la expresión de Alessio, una nueva carcajada brota de sus labios sacudiendo su pecho mientras se acerca para rodearme con sus brazos.
—Soy un desastre, ¿cierto?
—En toda la extensión de la palabra —sonríe —pero, ¿sabes qué?
Elevo la mirada, envolviendo su torso con mis brazos antes de escucharlo susurrar:
—Eres un desastre perfecto —sus labios se encuentran con mi frente —el más perfecto de todos.
Y en ese momento, me pierdo por completo en sus ojos, en la manera en la que me observan con tanta dulzura, con tanto amor. Es probable que esta sea la mayor locura de mi vida, una etapa que probablemente nos coloque a ambos de cabeza y nos lleve al límite, pero quiero vivirla con él.
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Un desastre perfecto.(SL #4)
RomanceElla, la princesa de la danza. Él, el rey de las carreras de autos. Dos accidentes. Dos sueños que amenazan con romperse. Un encuentro que parece unirlos. Bella Lombardi es la estrella del ballet, tan sublime y perfecta sobre el escenario, con una c...