Alessio
Me detengo frente a casa de mi madre, observo la construcción por algunos segundos antes de atreverme a caminar hacia la entrada. Me repito que no es tan difícil, se trata de mi madre, ¿por qué entonces me siento tan ansioso?
Tal vez porque no la he visitado desde que salí del hospital, y también me he negado a que fuera a la casa. Marcella fue la única persona que toleré cerca luego de mi casi muerte.
Me detengo frente a la entrada, tomo un par de inhalaciones y me atrevo a tocar. El timbre resuena y cierro los ojos rogando porque mi madre no esté lo suficientemente enojada conmigo como para cerrarme la puerta en la cara.
Reconozco su voz pidiendo que aguarde, y un minuto después, la puerta se abre.
—Hola, mamá.
Ella parece un tanto sorprendida al verme, eleva las cejas mientras me lanza una mirada que me recorre entero antes de dar un paso hacia afuera, y darme un abrazo que me toma desprevenido.
—¡Cariño! —sonrío cuando se aferra a mí —que sorpresa verte, ¿por qué no me avisaste que vendrías? Pude haber cocinado algo para ti.
—Quería que fuese sorpresa —admito sintiendo como la tensión desaparece de mi cuerpo.
—Oh, pasa, pasa —casi me arrastra al interior de la casa y me siento reconfortado por la calidez de mi hogar —¿Cómo has estado? Tu hermana me ha dicho algo, pero ya sabes, dice que quieres tener tu propia privacidad.
Camino hasta el sillón, mi madre se coloca justo en el frente para poder observarme, mantiene los ojos en mí y me siento cohibido, como si fuese capaz de ver todo aquello que quiero esconder.
—He estado bien —me obligo a darle una sonrisa lo más sincera que puedo porque no quiero preocuparla más de lo que seguramente ya ha estado.
—¿De verdad?
—Sí, ¿acaso Marce no te ha mantenido informada? —una sonrisa tira de mis labios cuando ella resopla.
Por más que diga que mi hermana quiere mantener mi privacidad, sé que le informa de todo lo que pasa en mi vida.
—Dijo algunas cosas, pero quiero escucharlas de ti —expresa con suavidad.
—Estoy yendo con el terapeuta que recomendaste, y va bien. Me ha ayudado a no sentirme tan miserable...—me callo cuando me percato de mis últimas palabras —lo que quiero decir, es que me siento mejor.
—¿Has vuelto al equipo?
—Lo intento, eso aún son ligas mayores —sacudo la cabeza —hace unas semanas pude subirme a un auto sin colapsar —casi parezco orgulloso de mis palabras —y también estuve un rato en la pista. Hamilton dice que para él es suficiente por ahora.
—Y ahora estás aquí —dice con suavidad —me alegra verte, cielo.
—Lamento no haber venido, ni haber accedido a tus visitas —me siento avergonzado, ¿Qué clase de hijo se esconde de su propia madre?
Se incorpora, mantengo la mirada en ella mientras avanza hasta donde me encuentro y se acomoda a mi costado.
—Lo que viviste fue algo tan duro que no imagino el dolor que sientes, soy tu madre, respetaré cada espacio y silencio que necesites —su mano envuelve la mía y siento las lágrimas quemar en mis ojos. —No importa el tiempo que te tome, siempre estaré aquí para cuando decidas volver.
—Estoy volviendo, de a poco, pero...estoy volviendo a ser yo.
Extiende la mano hasta acariciar un costado de mi rostro, me sonríe con tanta genuinidad y confianza que me reprendo el no haber venido antes.
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Un desastre perfecto.(SL #4)
RomanceElla, la princesa de la danza. Él, el rey de las carreras de autos. Dos accidentes. Dos sueños que amenazan con romperse. Un encuentro que parece unirlos. Bella Lombardi es la estrella del ballet, tan sublime y perfecta sobre el escenario, con una c...