Capítulo 4

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Salí del baño después de limpiarme y lo vi intentado acercarse a su gato, el cual dejó que lo acariciara. Me quedé observando inmóvil para no interrumpir y alterar el ambiente, pues el profesor sonreía débilmente al conseguir tocarlo y estaba feliz. Pero después de unos segundos me moví para coger la chaqueta porque estaba cogiendo frío, y al hacer ruido con la madera ambos se sobresaltaron y le arañó la mano, se apartó rápido y gruñó, mirándome de arriba abajo porque solo llevaba una toalla para cubrirme.

-Lo siento, es que tengo frío- dije encorvada y de piernas abiertas porque el susto me había pillado caminando de puntillas.

-Tranquila- se miró la mano.

-Déjame ver- me acerqué colocándome la chaqueta por encima de la toalla.

-No es nada- respondió indiferente.

-Eso lo diré yo- le agarré la mano para inspeccionarla -no es nada.

-¿Qué haría sin tu diagnóstico?

-Ja ja- me ató la cremallera subiéndola hasta arriba -¿por qué?

-Has liado mal la toalla se te va a caer.

-¿Y eso quién lo dice?- le solté la mano y al mover los brazos la toalla cayó al suelo.

Miramos hacia abajo y volvimos a hacer contacto visual.

-Estoy convencido de que o se te cae a menudo, o de que vas desnuda, porque te la has atado fatal.

-¿Tanto te repugnaría volver a verme desnuda? No parecías disgustado.

-No tengo problema en ver cuerpos desnudos, lo he hecho porque tenías frío.

Pasó por mi lado para agarrar su jersey, y yo fui a la habitación a por el transportín, pero la bola peluda no entraba.

-Maldito gato- maldijo mirando el reloj de la pared.

-Déjalo aquí no te preocupes- deje la mochilita en el suelo -acabará entrando.

-No voy a irme sin él.

Levanté los hombros dándole una segunda opción -pues quédate.

-Tampoco me voy a quedar.

-Si quieres puedo detener su corriente sanguínea para que no se mueva mientras lo coges, pero en su estado histérico podría ser mortal- salté a la isla para sentarme y esperar una decisión.

Volvió a mirar el reloj, tenía prisa.

-¿Algún compromiso?

-Sí. Se llama responsabilidad, trabajo, ¿recuerdas?

-He visto el saco de dormir en el coche- moví las piernas como si me estuviera columpiando -si te lo llevas a todas partes es porque duermes en todas partes, así que la pregunta es, ¿por qué aquí no?

-No te conozco, no hay tanta confianza.

-¡JA!- reí en alto -no hay confianza pero me metes todo el nabo, no me conoces pero te has arriesgado a una ETS- me miró serio -lo que tú digas, pero para ser responsable con los compromisos parece que te dan miedo algunos- salté al suelo para ir a mi habitación -haz lo que quieras pero cierra la puerta- me quité la chaqueta y me puse una camiseta extra grande con unas braguitas y me tumbé encima de la cama para dormir con una pierna recogida.

Él seguía en la sala, lo veía desde mi cama porque la puerta estaba abierta y las dos estancias se dividían solo por la pared, estaban pegadas, así que lo veía cerca, tan cerca que lo vi mirándome el culo.

HÉROE HERIDO - AIZAWA SHŌTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora