Capítulo 3

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-¿Te vas a poder levantar o cenamos en el suelo?

-Cuando me duele una erección como para quejarme al moverme no está así- se levantó sin problemas y me tendió la mano para ayudarme.

-Qué caballero.

-Alguien tiene que ser educado.

Caminó hasta la bolsa y cuando se dio la vuelta le toqué el bulto.

-Tienes razón con eso no haces nada- bromeé y fui a ver a su gato -nos lo llevamos a mi casa, a ver si siendo más acogedor conseguimos algo.

-¿Y la cena?

-Vivo aquí arriba.

Antes de llegar a la trastienda giré a la izquierda donde había una puerta que llevaba a unas escaleras.

-Vamos.

Apagué las luces y cerré la puerta cuando pasó, y como parecía no fiarse se detuvo hasta que pasé por delante.

-Solo hay que subir- era un piso y estábamos llegando -¿buenas vistas desde ahí?

-Para lo que veo con esta luz no hay mucho que decir.

-Te devolveré el piropo- avisé.

La puerta que unía mi casa con las escaleras no tenía cerradura así que solo empujé y lo hice pasar. Lo llevé a la cocina americana que tengo y puso la bolsa en la isla.

-Platos en el armario del medio, voy a dejar a tu michi en mi cuarto.

Miraba todo lo que alcanzaba su vista desde la cocina, que era todo menos el baño y mi habitación. Yo salí sin la chaqueta, solo con los pantalones y una camiseta corta hasta la cintura.

-Está muy recogida para ser la loca de los gatos.

-Estás en forma para ser un yonqui- me miró serio poniendo cada cosa en su plato -y todavía te debo una.

Llevábamos la mitad de la cena hablando tranquilamente sobre nuestros trabajos, él se disculpó por no haber llegado a su hora y me contó algo de unos alumnos que no lo dejan vivir. Hasta que su gato apareció tímido, me hizo un gesto para que mirase a mi espalda y ahí estaba saltando al sofá y oliendo todo.

-Déjalo que se tranquilice un poco más, no seas como conmigo diciéndome "hola"- imité su voz.

-Nunca se ha quejado por acercarme por detrás.

Sonreí intencionadamente.

-Yo sí me he quejado.

-Hablaba del gato.

Terminamos de cenar y pusimos lo sucio a lavar mientras comíamos el banana split que habíamos hecho, yo sentada en la isla y él apoyado en la encimera que tenía delante de mí, mirando a su mascota.

-No lo acoses.

-Tienes la ventana abierta, es para que no se escape.

Oh.

Salté para cerrarla, pasando por el lado cuando me bufó amenazante, me asusté moviéndome hacia el otro lado y Aizawa se movió para acercarse, pero le dije que no y se apoyó en la isla donde volví a saltar para sentarme.

Miró el brincar de mis tetas. No lo culpo, aunque no quieras mirar es un reflejo, y ahora estaba al lado mirando al frente.

-¿Sigues pensando que la castración es lo mejor?

-Es más rápido que una terapia- me metí otra cucharada en la boca mirándolo de arriba abajo -aunque también hay otras opciones.

Hicimos contacto visual.

HÉROE HERIDO - AIZAWA SHŌTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora