Contigo (Inosuke x tu)

8. Resentimientos

Hiroko suspiró mientras empujaba la cabeza más hacia la almohada. Desde la Selección Final, se estaba levantando tarde e intentar ponerse al día con su sueño. Una vez que regreso a la Finca mariposa para que Shinobu y las chicas la revisen su predicción fue cierta, tenía un par de costillas rotas.

Hablando de la Selección Final, habían pasado exactamente 14 días desde la última vez que escucho una palabra de Inosuke. Aun no podía creer la forma en que lo abandono. Y estaría mintiendo si dijera que a pesar de eso, lo extrañaba. Era tan cálido... y divertido estar cerca de él.

Un suave golpe en la puerta la alerta. Vio el rostro sonriente de Shinobu en la puerta corredera, tenía su rubor rosado característico en sus delicadas mejillas.

—Levántate ya querida, Hiroko —Sonrió, Hiroko sonrió en respuesta. A pesar quien se encargó de entrenarla una gran parte del tiempo fue Mitsuri, Shinobu le enseño muchas de las cosas que conocía. Shinobu aparte de maestra, era como una madre para ella. La dejo vivir en la finca, junto a su hermana Kanao y siempre estaba cuidando de la joven.

Hiroko gime en respuesta, sentándose erguida en la cama, dudando si dejar la comodidad a un lado. Shinobu se acerca más, deslizando las ventanas para que entre la luz del sol.

—Porque... Shinobu san —Se queja mientras protege sus ojos de la intensa luz solar. Sintió una suave mano apoyado en su hombro, al mirar con cautela hacia arriba la vio, con una sonrisa tal calmante y cálida.

—Supongo que entonces no quieres tu nueva espada. A Kanao le acaban de entregar su nichirin, estaba ansiosa por verte también con una —Dijo con ambas palmas de sus manos unidas. Hiroko se anima inmediatamente después de esas palabras, sin pensarlo mucho se levantó de su cama. Afortunadamente, el dolor había disminuido mucho en las últimas dos semanas, gracias al cuidado de Aoi y las niñas. Debería estar completamente curada en poco tiempo, mientras tanto lo mejor era que no se esmere mucho en actividades físicas.

La puerta principal estaba abierta y ve una extraña figura encorvada en la puerta. Llevaba una máscara como de festival, y envuelto en un vestido estampado. Podía ver a su lado que estaba lleno de otras nichirin para los demás cazadores.

—Buenos días —Hiroko saluda cortésmente, pero en vano. El hombre enmascarado entra a la finca mientras mira directamente a la niña. Hiroko le dio una mirada extraña a Shinobu, la joven pilar se río cubriéndose la boca con su mano.

—Uhh... ¿Puedo ofrecerte algo de beber? —Dijo y el hombre se detiene de inmediato. Señala la sala de estar y se apresura a pasar.

«¿Qué le sucede a este tipo?» Pensó para si misma mientras va detrás de él, sintiéndose algo ansiosa. El hombre se sienta en uno de los cojines, por lo que Hiroko hace lo mismo. Este era el momento por la que estuvo esperando todos estos días, con una mano temblorosa lo agarra. Tomando un suspiro profundo, miro la nichirin admirando su carcasa.

—Date prisa —El hombre de repente exclamo, haciendo que Hiroko salte. Esta no se sentía segura, miró a Shinobu una vez más, Shinobu asiente la cabeza explicando que continue.

—Calma, Hotaru. La pobre chica acaba de obtener su propia espada —Dijo Shinobu severamente a través de una sonrisa. Hiroko libero su respiración y rápidamente desenvaino la espada. Cambiando de color ante sus ojos oscuros, lo que la asombro. —¡Bastardo, quería una espada roja! —Grito jalándole la mejilla a la chica.

Hiroko sin saber que hacer agarro la muñeca del hombre para sacárselo de encima.

—¡Que tiene de malo que sea negro!

—No tiene nada de malo querida, yo creo que para ti es perfecta.

—¡Quítame las manos de encima, te voy a morder! —Grito entre dientes apretados, finalmente Shinobu intervino.