Contigo (Inosuke x tu)

30. Amor y Odio

Cuando Inosuke regresó de su misión. A pesar de su éxito en la batalla, sus heridas eran evidentes. El olor a sangre y sudor impregnaba su figura, mientras se dirigía hacia la finca mariposa en busca de atención médica.

Hiroko, con los brazos cruzados y una mirada de desdén, no estaba dispuesta a ceder ante la idea de cuidar a Inosuke. Aoi suplicó a Hiroko que ayudara a su amigo herido, señalando que no había nadie más disponible en ese momento.

—Por favor, Hiroko, necesito que hagas esto. Tengo que ayudar en la otra sala a los demás, quienes están gravemente heridos.

Hiroko suspiró profundamente, resignándose a la situación.

—¿Y porque mejor no vas tú y ayudas a Inosuke, mientras yo ayudo en la otra sala?

—Lo siento, son heridas que aún no tienes mucha practica —dijo negando con la cabeza.

Ella se molestó consigo misma, por nunca haber puesto mejor dedicación y practica a la medicina a diferencia de Aoi, pero no podía hacer tantos trabajos a la vez. Y su labor como cazadora cubría gran parte de su tiempo.

—Bien —dijo a regañadientes, dirigiéndose a la habitación del chico —empiezo enserio a odiar este trabajo —susurró para si misma.

La habitación estaba llena de tensión mientras Hiroko preparaba los suministros médicos en silencio, por su parte Inosuke no podía evitar en observar cada movimiento que hacia la contraria.

Hiroko se acercó al chico sin hacer contacto visual, con una toalla remojado en agua tibia. El cual reposo en la herida de su brazo.

—¡Mierda! ¡Eso duele! —grito en un gruñido.

—¡Si te quedaras quieto, tal vez no te dolería! —también grito.

Pero Inosuke continúo forcejeando su propio brazo para alejar la toalla de su distancia, colmando la poca paciencia de la chica.

—¡Ya no sigas! ¡No necesito que me curen!

—¡Bien! —exclamo, dejando las cosas a un lado y retirándose de la habitación.

La pelinegra estaba totalmente decidida en irse, aunque por dentro se sentía terriblemente mal por dejar a su ex en ese estado. Pero otro lado suyo se decía: Él se lo busco.

—¡Espera! —corrió hacia ella tomándola de la muñeca. Miró hacia el suelo, apenado. —¿Puedes continuar sanando mis heridas? —pregunto entre murmullos.

Dio un fuerte suspiro, antes de decir.

—Está bien, vamos.

Esta vez, Inosuke intento colaborar con Hiroko. Extendió su brazo a una distancia adecuada para que la pudiera tomar con facilidad.

—Yo... no esperaba que fueras tú quien me curara.

—No esperaba tener que hacerlo tampoco, pero Aoi insistió —dijo con frialdad.

Hiroko evitó mirarlo y continuó tratando sus heridas en silencio. La habitación estaba llena de un incómodo silencio, roto solo por los sonidos de los utensilios médicos. Pero cada contacto entre sus manos y la piel despertaba emociones conflictivas en su interior. Inosuke se mantenía en silencio, respetando su espacio, pero su mirada suplicante buscaba algún indicio de perdón.

Cuando la mano de ella se dirigió hacia el pecho del contrario para limpiar otra herida, fue interrumpida por la misma mano del chico. Poso su mano sobre la de ella y la dirigió suavemente hacia su corazón.

—Aún te amo —susurro, mirándola fijamente con ojos revoloteando bajo la máscara como los de un cachorro a punto de llorar.

El corazón de Hiroko comenzó a latir desenfrenadamente al sentir la intensidad de los latidos del contrario. Sus ojos reflejaban una mezcla de dolor y duda, esperando una respuesta que pudiera cambiar el rumbo de sus destinos. Pero al recordar lo sucedido, su mente piso tierra, volviendo a la realidad.