•𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟹𝟽•

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Capítulo 37: Hora de disfrutar. 

Olivia.

Me dolía ver la frialdad con la que Jaden me trataba. Era como si lo que habíamos tenido no hubiera significado nada para él. En su mirada, se reflejaba el dolor.

Después de salir de la habitación del hospital, cogí el primer taxi que paró.

En el trayecto, las lágrimas seguían discurriendo por mis mejillas, me daban ganas de soltar un puñetazo a cualquier cosa. Dicho trayecto, se me hizo eterno.

Cuando el taxi paró en la puerta de mi casa, le pagué al conductor y me bajé rápidamente, mis piernas flaqueaban, los ojos me pesaban de tanto llorar en el camino. 

Abrí la puerta de casa y nada más entrar, me encontré con la mirada de mi hermano, el cual me miraba preocupado al ver mi estado. 

- Oli...¿Qué ocurre?- me preguntó con tono de preocupación. 

No me salían las palabras, el único acto que me salió fue lanzarme a sus brazos y ponerme a llorar de nuevo. 

- Venga, vamos a tu habitación. - me dijo. 

Subimos a mi habitación mientras él me intentaba calmar, cosa que logró poco a poco. Entramos en ella y nos sentamos en el borde de la cama. 

- ¿Quieres hablar?- me preguntó después de un rato en mi habitación. 

- Jaden no me quiere. No soy nada para él. - hablé tras un largo silencio. 

- Oli...No digas eso. Jaden te quiere con locura, solamente está cegado por la rabia y el dolor. - me respondió. 

- No me iba a decir que había tenido un accidente por mi culpa, Adam. Me he tenido que enterar por Lena. 

- No fue tu culpa, Oli.- intentaba convencerme.  

- Me duele tanto que sea así conmigo, Adam. - contesté con la voz entrecortada y automáticamente me abrazó de nuevo. 

Seguimos hablando durante un largo tiempo, no recordaba la última vez que habíamos tenido una conversación así de hermanos y la verdad, me vino demasiado bien desahogarme con él. 

Unos minutos después, decidí recostarme en la cama y lo último que recuerdo es notar que alguien me tapaba con una manta. 

Jaden. 

Una mezcla de dolor y rabia corría por mis venas. Mi orgullo se anteponía a mis sentimientos y no me permitía expresarle todo lo que llevaba dentro a Olivia. Dolía demasiado, necesitaba besarla, sentir sus labios contra los míos, sentir su cuerpo y el mío al compás.

Quería contarle lo que me había ocurrido, pero una parte de mí seguía teniendo esa frase repitiéndose una y otra vez en mi cabeza, la cual, no me dejaba. 

Después de que Olivia abandonase la habitación, lloré de la rabia, rabia que me provocaba el no poder avanzar y ser feliz con la persona que quería, por culpa de mi puto orgullo. 

Tras un largo rato sobre pensando todo lo ocurrido estos últimos días, me recosté y mis ojos se fueron cerrando lentamente hasta caer en un profundo sueño. 

1 mes y medio después...

Olivia. 

Finales de agosto se acercaban lo que conllevaba el inicio de septiembre, es decir, la palabra universidad se pasaba por mi mente. 

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