CAPÍTULO 6

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Un fina capa de copos blancos cae despacio en el jardín de aquella mansión. Sentada en la nieve Aria recopila un montón de ella y le da forma. Con los dedos congelado y la nariz roja. Una sonrisa se instaura en su cara cuando al fin crea el pequeño muñeco de nieve, ilusionada como una niña pequeña.

Hace una semana que llegó a aquel lugar y que tocó por primera vez la nieve y ahora no puede parar de hacerlo, con la sensación de ella hormigueando sus dedos. La sensación del frío que nunca había sentido en Ewhana.

No muy lejos de ahí, con seriedad, un hombre la observa detenidamente desde la ventana de su cómodo despacho. Aunque si le preguntas te dirá que es una estupidez.

Suele hacerlo. Cuando Aria se pasa horas y horas en el jardín sentada, retozando entre la nieve, como un pequeño zorrito ártico. Su lobo lucha por correr a su lado, por darle calor y oírla reír.

Pero sigue pensando que eso solo va a ser una distracción, un punto débil en su manada. Que la forma más sencilla de deshacerse de ese sentimiento que aprieta su pecho es deshacerse de ella en cuanto el consejo de Alphas se lo permita.

Deshacerse de esos ojos chocolate que dan a aparar con los suyos a veces, durante los incomodos y silenciosos desayunos, o cuando sin querer se cruzan por algún largo pasillo.

Un grave gruñido involuntario se escapa de sus labios cuando ve a su mano derecha, apareciendo de la nada, acercarse amistoso a Aria. A su mate. Todos los días lo mismo.

La chica se pasa horas ahí sentada y de vez en cuando Edén aparece para darle conversación y eso a él le pone enfermo. Le da ganas de encerrarla en su habitación y prohibirle salir. Pero comprende que es un comportamiento toxico y poco sano. Y sobre todo, no tiene ningún derecho sobre ella.

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- Ed, ¿tu has encontrado a tu mate?

Pregunta curiosa Aria tumbada en la nieve. Admirando las estalactitas formadas en las ramas desnudas de los árboles del jardín. Jugando con las pequeñas flores azuladas que, curiosamente, sobreviven al invierno.

- Aún no.- Sonríe triste Edén.- Encontrar a nuestra pareja destinada es muy importante para nosotros los lobos, ¿sabes?

La chica piensa como se sentirá tener un mate, una media naranja, un destinado. Para los humanos no es tan sencillo. Existe el adecuado, pero nada te lo dice hasta que, dolorosamente, te das cuenta de que no lo es.

- Hunk aún no encuentra a la suya.- Suspira Aria diciendo lo evidente. 

Si no, no estaría ella aquí y, aunque quiera, no puede dejar de pensar en la llegada de ese día. En su libertad.

- Es cierto.- Edén piensa en cuanta cantidad de verdad sobre su Alpha debería contarle a aquella humana.- Aunque en realidad, Hunk nunca ha dedicado tiempo a buscarla.

- ¿Por qué?- La joven se incorpora olvidándose de las flores y de la nieve.

Está claro que el lobo causa interés en ella. Es un monstruo que lo separó de su familia, pero también es un hombre de fuerte fachada que oculta mucho bajo esos ojos cristalinos. Por alguna razón siempre siente un escalofrío cuando se topa con ellos.

No han vuelto a discutir. Ni a hablar en realidad. Solo un corto y seco buenos días a la hora del desayuno. Aria ha comprendido que los dos están mejor en esa especie de paz no firmada.

Ella espera a que su nuevo amigo le responda, tratando de mantener sus manos calientes en su nuevo abrigo de piel, ya que de tanto jugar con la nieve se le han puesto rojas y sensibles.

- Él cree que las Lunas son... Es un hombre muy ocupado para cuidar también de su mate.

- Pero, mi padre me contó que es recíproco.- Se queja Aria algo confundida.- No solo cuida él de ella. Por ejemplo. Se que las lobas parecen ocultarse con miedo en el pecho de sus lobos cuando alguien quiere atacarlos. Pero en realidad protegen su cuello de las fauces del enemigo arriesgando su propia vida.

Edén debe admitir que ahí tiene un punto. Lo que dice es cierto, y le sorprende lo que sabe una humana de su raza considerando el odio que les profesan. Considerando que nunca había visto un lobo hasta que Hunk la encontró.

- De todas formas uno no puede resistirse ni rechazar a su mate durante mucho tiempo.- Sonríe el hombre paseando la vista del jardín a la hermosa chica.- Si Hunk encontrase a su pareja, sentiría lo mismo que cualquier otro lobo, y siendo un Alpha es aún peor. Son horriblemente posesivos y celosos. Sobre todo sobre sus parejas.

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Aria sube despacio las escaleras todavía pensando en su conversación con Edén. No puede imaginarse un mundo en el que alguien no quiera encontrar a esa persona que siempre te querrá incondicionalmente. Es ridículo.

Por eso, solo ese ridículo Alpha puede pensar así.

Si él no quiere encontrar a su mate, y no se esfuerza por hacerlo, significa más tiempo para ella fingiendo ser una Luna.

De alguna forma debe acelerar las cosas. Si el no va a buscarla, será ella la que lo haga.

Así que, decidida, se adentra en su dormitorio dispuesta a mantener su promesa de dar con ella. ¿Pero por donde empezar a buscar?

De todas formas cualquier pregunta se borra de su mente cuando ve aquella tela aterciopelada sobre la cama. Comprende de inmediato que es el famoso vestido para la fiesta de Alphas. De la que, obviamente, se ha olvidado por completo.

Aunque intente no caer en ese tipo de detalles materialistas, y menos si vienen de un hombre, aquella prenda llama toda su atención por su hermosura, calidad, y delicadeza.

Es de un color verde bosque que hace ver su piel más pálida, y sus mejillas más sonrojadas. Es largo y ajustado hasta los pies. De mangas largas terminadas en puntas sobre sus manos. Y, aunque no tiene escote por el pecho, es bajo en la espalda. Dejando apreciar su figura y el tono pálido de su piel.

Apartando a un lado su orgullo, sucumbe ante el vestido y entra corriendo al baño, lista para prepararse lo más que pueda.

Aunque sea para una ridícula presentación en sociedad. Aunque sea para un ridículo Alpha.

Esperando a la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora