CAPÍTULO 18

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Capitulo calentito como bizcocho recién sacado del horno ;)

Quien avisa no es traidor. 

Aunque llevas 18 capítulos esperando esto, no mientas :)

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¿Alguien ha puesto la calefacción? Aria tiene la sensación de que va a empezar a hiperventilar en cualquier momento. La respiración se le corta y a penas puede pensar con claridad cuando ve la figura del elegante hombre avanzar hacia ella con paso seguro y mirada seria.

Hunk deja que todos sus instintos se apoderen de él. No puede evitarlo pero tampoco quiere. Ya ha pasado demasiado tiempo sin ella y ahora no piensa detenerse.

- No... No puedes ent... entrar aquí sin permiso.- Tartamudea patosa, sonrojándose al instante. Tratando de parar sus pasos aún sentada en la cama.- Es mi habitación.

Como si aquel hombre no la afectase lo suficiente, la sonrisa de lado que le dedica la hace temblar. En un abrir y cerrar de ojos se inclina sobre la cama y por fin se detiene, a escasos cinco centímetros de su rostro.

Rozando sus narices. Mezclando sus respiraciones. Temblando.

- Tengo todo el derecho a estar aquí porque es mi dormitorio.- Susurra el lobo con al voz más grave de lo normal.- Y por tanto todo lo que hay en él es mío. Incluida tú, Aria.

De un momento a otro, el momento más esperado.

No se sabe muy bien si es Hunk el que se lanza por fin a ella, o si es Aria la que da el primer paso, totalmente ardiendo por sus palabras. Pero el resultado es el mismo.

Las ganas que los consumen son las mismas para ambos. Cuando Hunk queda sobre su mate y enreda sus manos entre su sedoso pelo, cuando la chica se mueve con ganas buscando más contacto, menos espacio.

Con un hambre feroz los labios del Alpha se mueven sobre los de su Luna, con prisa, con ansias. Y bajo sus pantalones crece cuando las suaves y frías manos de Aria se cuelan bajo su camiseta, haciendo un recorrido por sus abdominales hasta la hebilla de su cinturón.

Aunque avergonzada, pero más excitada, la peli blanca se abre paso hasta la entrepierna de ese hombre, que baja sus besos por su cuello haciéndola gemir.

Ese sonido y el tacto de su piel termina por volverlo loco. Y con prisa comienza a quitarle la ropa, pasado la camiseta por encima de su cabeza y metiendo las manos en ese pequeño pantaloncito por fin, al igual que ella.

Ambos gimen cuando sus manos tocan sus sexos. Con prisa y sin mucha delicadeza y Aria cree ver las estrellas cuando se introduce en ella, todavía con los besos húmedos en su cuello y tumbada sobre la cama.

- Dime si quieres parar. Por que no podré detenerme si seguimos ni un segundo más.- Gruñe Hunk sobre sus labios,  muriendo por entrar en ella. Por hacerla suya una y otra vez.

Aria está húmeda, tanto que le empieza a ser incluso molesto no tenerlo dentro. Y él lo nota, apresurando sus movimientos y profundizando los besos.

- Como te alejes...- Consigue responder ella.- Como te alejes, Hunk, te juro que te mato.

Otra risa, otro revolcón y esta vez ella termina sobre él, encima, y comienza con los tortuosos movimientos que les hace a los dos llegar al cielo. Con la luna haciendo brillar el pelo color nieve y sombreando las siluetas de ambos.

Aria es justo como él imaginaba en sus mejores sueños, tan curiosa y osada como lo es en la vida real. La única capaz de sacarlo de sus casillas, la única capaz de manejarlo a su antojo y doblegar a un Alpha que gruñe ahora sin control bajo ella.

Las manos de él se posan en sus caderas, haciendo más fuerza y, con prisa. Consigue alargar el brazo hasta el cajón de la mesilla de noche, donde siempre guarda los preservativos.

Aria, aún concentrada en buscar contacto, lo ve encontrarlo y romper el envoltorio. Resulta que si era su dormitorio. Eso explica muchas cosas, como que hace una maquinilla de afeitar en uno de los cajones.

Y de un momento a otro las tornas se giran dejando al gran lobo sobre la pequeña humana. Introduciéndose en su interior por fin, tan estrecha, tan caliente, que casi duele. 

Haciendo movimientos lentos que acaban en prisas. Pequeños suspiros que acaban en gritos y gemidos. Un inocente beso que acabará en dos arrolladores orgasmos.

Los colmillos de Hunk pican por enterrarse en el cuello de la peli blanca. Por marcarla y hacerla suya, por que todo el mundo lo sepa. Que es su mate. Que se pertenecen. Sin embargo no lo hace, deleitándose con el temblor del pequeño cuerpo y con la estrechez de sus paredes que le hacen llegar.

Y así se quedan, con las respiraciones aceleradas, los corazones llenos y esa extraña sensación de ser el uno del otro.

Esperando a la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora