CAPÍTULO 13

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Digamos que las cosas no salieron muy bien. Aria pocas veces había visto a Hunk tan cabreado como cuando mencionó a su mate. Ni siquiera cuando sin querer sacó el tema del serio hombre del portaretratos.

Parecía como en aquel despacho se desataba el mismísimo infierno de repente. ¿Resumen rápido? Aria tiene terminantemente prohibido volver a buscar, hablar o pensar en algo relacionado con la verdadera Luna.

Otra prohibición. Y Hunk no sabe cuantas podrá poner hasta que se dé cuenta de que algo no va bien. Hasta que descubra que ella misma es su mate.

Si acaso había mejorado algo en su relación, se fue al traste aquella tarde. Con los dos lanzando gritos que se escuchaban por toda la mansión.

Aún no se le ha pasado el enfado a Aria que enfurecida, la mañana siguiente, reprime sus ganas de lanzarle una silla al impecable hombre de traje que espera en la puerta de su habitación. Apoyado en el marco de la puerta y sin quitarle la vista de encima.

- ¡Largate idiota! - Grita recogiendo alguna de las prendas regadas por el dormitorio tratando de contenerse.

- Aria deja de comportarte así.- Trata de razonar.

Mala idea. Porque no hay anda pero que decirle a una mujer que se relaje.

A zancadas Aria queda frente al enorme hombre y, roja de la ira, suelta una retahíla de insultos que no dejan ninguna duda del odio que le profesa.

Sabe que se lo merece. Que se ha comportado como un estúpido, desde el primer día, en realidad. Y que este secreto le está costando más de lo que debería. 

Pero saber que Aria está buscando a su mate, y peor, que le da unas esperanzas que no existen, le hizo perder los nervios.

- Tenemos que ir dos días a los territorios de Scoadal a un congreso. Salimos en media hora.

- ¡Que vaya otra!

- ¡Tu eres mi Luna!- Pierde la paciencia el hombre aprovechando para saborear el título en sus labios.

Aria refunfuña. Mirando directamente a los ojos de aquél hombre. Esos ojos azules como el cielo. Reúne toda la seriedad y calma de la que es capaz.

- Entiende bien mis palabras lobo. No pienso ir.

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- Un placer que haya podido acudir Luna Aria. Alpha Hunk.- Sonríe educado el Alpha de Acoadal.

A su lado una mujer de parecida edad y gafas redondas los observa con gesto amable. Son dos ancianos de pelo blanco pero elegante porte que, durante decadas, han mantenido la paz en sus territorios. Edén le explicó que eran buenos aliados aunque a Hunk no les cayeran bien. Porque nadie lo hace en realidad.

- El gusto es mío. Llevo días encantada con la idea de venir.

La respuesta de Aria casi hace al lobo a su lado reir. Por la mañana la sacó forzada de la mansión literalmente colgada del hombro mientras no paraba de soltar improperios. Pero es buena actriz y los anfitriones parecen no notar nada.

Ahora el sol se pone y, después de un viaje largo y una cena formal con todos los Alphas y Lunas, ambos se sienten extremadamente cansados. Estar enfadados se les hace agotador.

- Ha sido una velada hermosa pero deberán descansar para mañana. Los del servicio les dirán cual es su dormitorio.

Con un asentimiento de cabeza se despiden y, siguiendo a un extraño hombre de paso rápido, se adentran al ala sur del edificio donde están las habitaciones.

Aria no puede dejar de pensarlo. La habitación. En ningún momento pensó que tendría que compartir dormitorio con Hunk. Pero tiene sentido, son "pareja" deberían dormir en la misma habitación habitualmente.

Hunk sin embargo no parece preocupado por eso. Solo observa a la chica caminar nerviosa por el pasillo, sin poder evitar mirar el lindo vestido corto de flores que se posa en la figura esvelta de Aria.

Se detienen frente la puerta y ella suspira antes de ingresar. La habitación es espaciosa y, aunque un poco antigua, de decoración hermosa. Una enorme cama con dosel blanco en el centro llama la atención. Dos enormes ventanas desde las que se ve un oscuro bosque y, un poco más allá, la puerta de un reluciente baño, más grande que toda la cabaña donde Aria vivía con su familia.

- Voy a cambiarme en el baño. Estoy derrotada.- Susurra la chica como excusa desapareciendo por la última puerta. 

Hunk solo asiente mientras la ve soltarse el pelo blanco que cae como una cascada y cerrar tras ella. Es olor de Aria está por toda la habitación y, a medida que pase la noche, será más y más notorio. Tal vez es que esté demasiado cansado, pero eso, lejos de molestarle o alterarle, le crea una sensación de paz que relaja cada uno de sus músculos.

Sin prisa se desabrocha los botones de la camisa, todavía pensando en su dulce humana. En ella junto a él en esa bonita cama de madera oscura. Pero sabrá controlarse, no se dejará caer por ella.

O eso es lo que piensa tratando de convencerse hasta que la puerta chirría y ella sale una Aria demasiado, demasiado irresistible para el lobo que trata de apartar la mirada sin lograrlo.

Su pelo cae por su espalda y un lindo pijama corto de color rosa hace sus piernas eternas y sus caderas boluminosas y apetecibles.

Aria se sonroja de inmediato cuando, sintiendo los ojos del Alpha sobre ella, gira en su dirección. Si pensaba, en secreto, que un Hunk en traje era sexy, es que no lo había visto sin él. Casi pierde la capacidad de respirar cuando lo ve ahí. Con la camisa desabrochada y esa penetrante mirada sobre ella. Sin contar con ese trabajado torso sobre el que podría babear.

Sería una tontería negar que la tensión sexual entre ellos llega a niveles insospechados. Sin embargo Aria aparta la mirada roja como un tomate y Hunk carraspea tratando de apartar esas indecentes imagenes de su imaginación.

- Buenas noches.- Susurra ella metiendose rapidamente entre las suabes sabanas, sintiendose un poco más segura tras ellas.

Cierra los ojos tratando de dormir, sin embargo le es imposible. Escucha como Hunk pasea un poco por el dormitorio dejando su ropa a un lado y luego camina hasta los pies de la cama.

El lobo sabe que es inutil que finja estar dormida, cuando puede oír los latidos erraticos de su corazón. Pero comprende que no quiera hacer esto más incomodo aunque él está encantado con la situación.

Lentamente se mete también entre las sabanas e, inmediatamente, Aria siente el calor que erradia su cuerpo a pesar de que no la toca. Si. Esa iba a ser una noche larga para ambos.

La chica le da la espalda y Hunk se tortura observando la figura que se marca a traves de las sabanas. Estar junto a su mate le relaja tanto que solo hacen falta dos sengundos para que se sienta en el delicioso limbo entre la realidad y el sueño. Después de casi un mes por fin parece poder descansar.

- Aria.- Susurra haciendo a esta soltar un suspiro.- ¿Sabes por que no quiero que insistas en lo de la Luna?

Aria se siente extrañamente enternecida por el tono casi infantil de un hombre tan extremadamente serio y grande. Nada queda del gran Alpha en aquella cama. Solo un cachorro adormecido por la comodidad de su mate. Sabe que es su única oportunidaad de verlo así, porque a la mañana siguiente volverá a su gruñona personalidad.

- ¿Por que?- Aprovecha ella interesada, girandose para mirarlo.

Hunk duerme sobre la almohada, con las largas pestañas casi rozando sus parpados a pesar de tener los ojos cerrados y el pelo negro algo desordenado. Tan angelical que apenas parece el hombre con el que discute sin parar.

- Me gusta mi Luna.

El corazón de Aria salta en su pecho ante sus palabras. Ante el verdadero sentimiento con el que las ha pronunciado. Es lo que, por alguna extraña razón, necesitaba escuchar. Que no está ahí solo para cubrir un puesto, que de verdad le parece una buena Luna.

No se atreve a decir nada más. Solo a observarlo cuando, al fin, se queda dormido disfrutando del aroma de su pareja. Pero ella no lo tiene tan sencillo y se queda dando vueltas durante unas horas porque comprende que esas palabras, han tocado algo en su interior que no debería.

Esperando a la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora