Un silencio sepulcral es todo lo que rodea a la pequeña chica de pelo blanco que trata de descansar. Pero es mejor así, puesto que cuando hay ruido, normalmente es el de sus gritos o llanto, o el de golpes.
El espacio es reducido, tan solo una pequeña sala oscura y un poco húmeda. En la que solo se cuelan los rayos de sol por una pequeña ventana asegurada por gruesos barrotes.
Suspira tratando de ignorar todo lo que está ocurriendo. El ardor en su mejilla y barbilla y la presión de la soga en sus muñecas. El hecho de que está secuestrada por dos Alphas vengativos y una mujer psicópata que disfruta haciendo sufrir a los demás.
A pesar de que no hace frío, la ropa no es adecuada para la humedad y siente como se pega a su piel. La silla es incomoda y le duelen las ataduras de sus manos en la espalda y en sus pies. Seguro que tiene la piel magullada e irritada pero le asusta más el futuro que su triste presente.
¿La matarán? ¿La dejarán libre si consiguen la cabeza de Hunk? ¿Exterminarán a la manada de Uskad o la dividirán como si fuesen símples números? ¿Serían los poblados humanos los siguientes?
Todas esas dudas le revuleven el estomago. Eso y que no ha comido ni babido nada desde su llegada.
Comprende que la hora ha llegado cuando la puerta a sus espaldas chirria, señalando que alguien está entrando.
- ¿Has dormido bien?
Sin embargo ella no contesta a esa voz que reconoce al instante. Negándose. A darle la satisfacción de caer en sus trucos.
Los pasos resuenan por el lugar hasta quedar frente a ella. Unos bonitos zapatos de piel oscura recién cepillados.
- No importa. De todos modos no te queda mucho tiempo, Hunk ya está en camino.
Es entonces cuando Aria reacciona, subiendo la vista de golpe y topandose con el rostro conocido de su antiguo Alpha.
La llamada de ayer fue terrorífica y, aunque no podía oírlo, comprendió que Hunk estaba al otro lado.
- ¿Por qué no llegáis a un acuerdo legal? Uno que no implique matarlo o derramar la sangre de cualquiera. Para eso existe la política. - Por fin verbaliza Aria la pregunta que ronda su mente todo este tiempo.
-¿¡Por qué!? Esto va mucho más allá de la política. O de los daños economicos que causen sus obras.- Los ojos del hombre se iluminan de nuevo con ese brillo obsesivo y frunce el ceño casi ofendido. - Se trata de poder. Siempre el Alpha más poderoso, él más idolatrado, el intocable. Hasta contigo se saltó las normas. No le importa nada más que él y su manada.
El silencio sepulcral vuelve a reinar mientras ambos reflexionan. Si, es cierto lo que dicen de él. Pero maneja bien su manada aún haciéndolo de forma extraña y consigue mantener a flote todo un país con ello. Y mantener a todos sus habitantes contentos.
Poder. Que palabra más asquerosa. Y no en si, si no lo que conlleva. Tanta sangre, tanto esfuerzo, tantas enemistades y tanto dolor. Tantas perdidas.
-No vendrá. No tiene ningún motivo para hacerlo.- Susurra Aria resignada. Sin verle sentido a todo esto.
- Créeme lo hará. - Sonríe el lobo.
- Tu mismo lo has dicho. No le importa nadie más que él.- Se queja del sin paciencia la mujer. - Mucho menos una Luna de repuesto que nunca ha querido tener.
Una risa corta el silencio. Rebotando en las paredes como una pesadilla y erizandole la piel de Aria. Nada queda de aquel Alpha que le mostró su apoyo. Está claro que algo vuelve a todos los hombres lobos locos.
- ¿Eso es lo que crees?
El hombre se acerca aún más y se inclina hasta quedar a la altura de la asustada, pero orgullosa, Aria, que levanta la barbilla con soberbia. Tratando de no apartar la mirada a pesar de que solo quiere cerrar los ojos y fingir que no está ahí.
- Vendrá. Creeme.- Sonríe a la chica admirando una vez más su belleza."Una pena" Vuelve a pensar.- Hay un pequeño secretito que ignoras que me asegura que aparecerá por esa puerta en breve.
Aria lo mira confusa. No comprende nada y, sin embargo, Dhaakir parece muy seguro de lo que dice. Casi divertido con la situación. Lo cual desespera más a la joven.
- ¿Que secreto?
Sin embargo él no contesta, de repente, centrado en un ligero sonido en el piso superior. Tan bajo que la humana no puede oírlo, tan solo la afinada audición del hombre lobo.
Su sonrisa crece por su rostro mientras Aria comprende lo que sucede. Ha llegado. No le ha hecho caso y Hunk está ahí.
Eso causa sentimeintos encontrados en su pecho. La angustia de perderlo pero, por otro lado, la esperanza y la ilusión de que haya venido por ella. De que a lo mejor si signifique algo para ella.
- Ya ha llegado tu regalo.- Se dirije Dhaakir a la chica.
La sonrisa macabra y el portazo de la puerta chirreante abriendose es todo lo que escucha. Acompañado del martilleo de su corazón que late rápido por el horrible desenlace que se acerca.
Entonces lo ve. Un Hunk magullado pero orgulloso que entra escoltado por el Alpha Paul. Sangre en sus manos, chorreando por el suelo y, para la tranquilidad de Aria parece no ser suya.
Avanza enfadado hasta el centro de la habitación oscura y su rostro serio es una clara amenaza, a pesar de tener también las manos atadas a tu espalda.
Quedan a escasos metros y Aria trata de luchar de nuevo contra las sogas para llegar a él sin éxito.
Sus ojos hacen contacto como si hubiese pasado una eternidad. Queriendo decirse tantas cosas que no puede. Brillando con intensidad por la angustia de perderse.
Hunk no puede evitar querer matar a todos cuando ve los moratones que comienzan a oscurecer su piel en el rostro. Aria no puede evitar pensar en un plan para sacarlo de esta situación. Para que, por lo menos, Uskad no pierda a un buen líder.
Para que no lo asesinen.
Pero, ¿Acaso eso es posible cuando tienen todas las de perder?
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Esperando a la Luna
WerewolfEn un mundo donde los hombres lobos reinan sobre el resto de especies, Aria no tiene mucho que opinar. Por mucho que quiera hacerlo. Por eso, cuando Hunk aparece para llenar el puesto de su Luna mientras espera su llegada, elige a Aria como remplazo...