CAPÍTULO 23

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Odiamos las pesadillas, de esas que te despiertas y aún así sigues con esa sensación de angustia.

No es el caso de la pesadilla de Hunk. Él no ha pegado ojo en toda la noche y eso es aún peor. Porque significa que su pesadilla, aunque haya salido el sol, sigue siendo una realidad cierta y dolorosa.

Ni siquiera ha intentado dar vueltas sin sentido en la cama tratando de caer en sueño. Solo se ha quedado ahí, apoyado en la puerta de su dormitorio, sentado en el frío suelo, esperando a que aparezca su pequeña humana.

Pero comprende, cuando la luz ilumina el pasillo en un tono anaranjado, que no va a ser tan fácil. Que todas sus cagadas van a pasar factura al fin y que ya es tarde para arrepentirse.

Con angustia se pasa las manos nervioso por el pelo. Tirando ligeramente de él, haciendo acopio del poco autocontrol que le queda repitiendose que es su culpa. Que se comportó como un inutil desde el primer día que la vió.

- ¿Dónde está?

Ya hablando solo, Hunk se levanta de golpe sin poder esperar ni un segundo más. Sintiendo que el reloj avanza en su contra. 

Esa última lágrima le dolió más que cien mil puñaladas. Le parece curioso como pensó que ninguna Luna lo merecía y resultó que es él el que no se merece a su Luna.

Con pasos rápidos avanza hasta la entrada donde el chofer del coche en el que montó Aria limpia los cristales del vehículo sin prisa.

- ¿¡Donde está!?- En dos segundos le tiene sujeto contra la puerta del copiloto, perdiendo la paciencia.- ¿Dónde está mi Luna?

El hombre tarda en responder, asustado por la actitud de su Alpha que, aunque siempre frío, nunca había perdido los papeles de ese modo. Sus ojeras son notables, sus manos casi tiemblan por la fuerza del agarre y lleva la misma camisa que ayer, ya arrugada y mal puesta.

- La asistente del Alpha Dhaakir me dijo que se quedaría un poco más.- Trata de aclarar mientras ve el rostro del lobo oscurecerse con cada palabra que pronuncia.- Me dijeron que la traerían ellos más tarde.

Hunk quiere matarlo. Perder de vista a su Luna, dejarla ahí a su suerte. Pero en realidad solo quiere soltar su propia frustración. El enfado y asco hacia sí mismo por haber causado y permitido todo esto.

Las palabras resuenan en su mente. "Quieren matarte." El miedo de que le pase algo para llegar hasta él se instaura en él. ¿Cuando dejó que todo esto ocurriese?

- Hunk, sueltalé.- En algún momento Edén ha entrado en escena. Preocupado por el pequeño hombre al que sostiene, que casi no puede respiraar, y por la mirada perdida de su amigo que parece casi poseído por el estrés.

Él obedece dandose cuenta de que el chofer no tiene la culpa. Solo él. Y no sabe como arreglarlo. Con ojos bridiosos pide ayuda a su único amigo que se sorprende de verle por primera vez tan angustiado y perdido.

- La he perdido Edén.- Suspira derrotado mirando hacia el bosque como si fuese a aparecer en cualquier momento.- Estaba enfadado y... Salió corriendo. No debería haberle gritado así.

- Calmate. La encontraremos. ¿Donde está? - Pregunta al hombre que solo quiere huir con su coche y desaparecer de la vista de su enfadado Alpha.

- Me pidió que la llevara hasta Ewhana. A la mansión del Alpha Dhaakir.

Hunk frunce el ceño. Por alguna razón algo le huele mal. Tan mal que siente que su pareja está en peligro al lado de ese hombre.

- Ese lobo no será tan idiota como para comenzar una guerra. - Trata de tranquilizarle Edén.

Sin embargo el Alpha comprende que si que es posible. Más que posible.

"Quieren matarte."

-Lo es. El mayor idiota del mundo.- Gruñe el lobo contra la nada.

Ha comenzado una guerra que no puede ganar. Porque meterse con su mate es un golpe demasiado bajo lo pagará con sangre.

El móvil vibra en su bolsillo aunque, tan concentrado en trazar un plan como está, no se da cuenta hasta el último pitido, cogiendo justo a tiempo.

- ¿Diga?

- Por los pelos.

La burla al otro lado de la línea le pone los pelos de punta. Con odio líquido corriendo por sus venas, cierra los puños y se centra en no perder el poco control que tiene al escuchar la voz de Dhaakir.

-Devuélvemela, Dhaakir, y tendrás una oportunidad de mantener la cabeza sobre tus hombros.- Gruñe enfadado en tono grave.

-No creo que estés en condiciones de exigir nada.- Es sincero el hombre.- Yo no quería esto, Hunk, pero así se han dado las cosas.

Un silencio sepulcral reina durante unos segundos. El peli negro está verdaderamente preocupado. Su mujer está en peligro ahora mismo y no es nada más que su culpa. Además de la impotencia y orgullo herido de ceder ante otro Alpha.

- No te estás tomando esto en serio, Alpha Hunk.- Se molesta al no recibir respuesta el hombre.- ¿Acaso necesitas una demostración?

Y antes de que el lobo pueda negarse lo escucha. El llanto de su mate al otro lado, el sonido de un golpe y otro quejido.

-Dile hola a tu lobito. - Ríe una voz femenina y siniestra en el fondo.

El peli negro solo quiere asesinar a todos. A quien haya osado ponerle una mano encima. Su dolor lo siente en el centro del pecho con fuerza. Sintiendo el débil vínculo.

-Hunk no hagas nada de lo que pidan. ¡No vengas!

La voz de Aria suena desesperada antes de que otro golpe seco la calle. A pesar de todo actúa valiente y eso le duele a la vez que le enorgullece.

- ¿Que es lo que quieres?- Decide ceder por fin desesperado por salvar a su pequeña humana de eso que no se merece.

Él es el que debería estar ahí. No ella. Y menos después de como se comportó con su Luna.

- Ven a la dirección que te enviaré. Solo y sin armas. Y Hunk...- Insiste antes de colgar. - No hagas ninguna tontería, por el bien de tu pareja.

Luego nada. El silencio de una llamada cortada. La respiración errática y los latidos apremiantes de su corazón.

El miedo. Por primera vez miedo y vergüenza de sus actos y a lo que han conducido.

Y luego odio. Odio y enfado que piensa cobrarse con aquel hombre y cualquier otro Alpha que esté metido en esta trama.

Con rabia lanza el telfono hacia quel bosque que ahora parece ponerse en su contra. Tiene poco tiempo para prepararse, para llegar hasta allí y tener un plan. 

Pero nada le importa. Nada más que el recuerdo del llanto de su mate que ahora hace eco en su cabeza, como una maldición que promete volverlo loco.

Esperando a la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora