Epílogo - Parte 3 -

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Ryu "tan fuerte como un dragón"

Sayumi "mi princesita"




-por fin se quedaron dormidos - añade Doyoung aún sin poder creerlo.

Desde la salida de sus padres los bebés no han parado de llorar. Es como si supieran que sus progenitores ya no estaban con ellos. Los chicos que estaban cuidándolos, poco a poco, empezaron a entrar en pánico ante los llantos de los pequeños. Pero gracias a Jiyu y a la paciencia y perseverancia de Taeyong, los bebés lograron calmarse.

-sólo a ellos se les ocurre dejarnos como niñeros, insisto que no somos responsables - justifica Johnny.

-ustedes no hicieron nada, nosotros los hicimos dormir - defiende Jiyu señalándose a ella misma y a Taeyong quien se encontraba a su lado.

-y así quieren ser los padrinos - burló Taeyong.

-yo aún soy capaz de aprender - atina a decir Jungwoo. - necesito practicar un poco más.

-son adorables, pero llora uno y el otro instantáneamente llora también - añade Mark observando a los bebés que yacían durmiendo tranquilamente en la cuna. - ellos son muy tiernos y no dan tanto problema, nosotros somos los inútiles.

Los chicos que estaban de visita fueron los encargados de cuidar por unas horas a Ryu y Sayu. Su madre tuvo que salir a hacerse unos estudios médicos, ya que su embarazo fue de alto riesgo y por lo tanto debía hacerse los chequeos médicos cada mes hasta recibir el "ok" de su médico. Por su lado, Yuta estaría con ella, acompañándola con los chequeos médicos, escuchando atentamente a su doctor, y atender a cada estudio que detallara sobre la condición de Hana.
Además sus pequeños estarían en buenas manos. Él lo sabía y estaba tranquilo por ello.

-¡trajimos los regalos! - gritó Haechan desde la puerta en conjunto con Jaehyun sin darse cuenta de que los bebes yacían durmiendo.

-los voy a matar - protesta Johnny. En segundos los bebes volvieron a romper en llantos.

-no puede ser - lo sigue Doyoung sin saber qué hacer.







Narra Hana

Acabábamos de salir del consultorio médico, y Yuta aún se mantiene en un crucial silencio. Reconozco que cuando el médico nos dijo que todo estaba bien y que podíamos estar tranquilos, sentí un gran alivio, un alivio tan grande que hasta no lo lograba asumir. Y entiendo el silencio de Yuta, en su momento todo aquello fue estresante y doloroso, porque había una línea muy delgada que sostenía la vida de nuestros pequeños y la mía. Llegamos a escuchar aquellas palabras que en cierta forma nos atormentaba; la elección de mi vida o de los pequeños.

Yuta constantemente se lamentaba, él no quería perdernos y se culpaba así mismo. Pero nunca fue su culpa, ni la mía, ni la de nadie. Las cosas fueron dándose así y tuvimos que aprender a ser más fuertes.

Muchas veces le insistí en que no lo dudara, y que optara por la vida de los pequeños. Yuta se enojaba por ello porque no podía decidir. Decía que todo era una locura y se negaba a pensar que había una posibilidad de perderme. Aquello iba a hacer así porque siempre quise que los pequeños nacieran con vida, que vivan y estén con su padre. Ellos eran la prioridad desde mi punto de vista. Desde mi ser como madre. Lo anhelaba y se lo hacía saber a Yuta cada día que pasaba.

Y luego sucedió lo inexplicable.

Fue un gran milagro. Los bebés nacieron fuertes y saludables. Mi condición no era muy buena en ese entonces, sufrí una descompensación después de dar a luz a los mellizos, pero en ese momento surgió ese milagro. Ni los médicos pudieron saber que fue lo que pasó. Los llantos de los bebes fueron mi fuerza para seguir y no darme por vencida, luché por mi vida. Y así fue. Hoy puedo estar con ellos, con mi familia, y estoy eternamente agradecida por haber mantenido mi fe.

"Your Smile"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora